Del 25 al 30 de mayo Komedialdia se hará realidad con un amplio y variado programa de actividades, encuentros y acciones solidarias que se desarrollarán mirando de cerca a la relación entre la salud y el humor. En plena pandemia, un nuevo proyecto cultural se pone en marcha y lo hace convocación de futuro y la seguridad de que es capaz de reclamar la atención de públicos diferentes, diversos y amplios.

Con todo lo que está pasando y ante un escenario tan poco propicio, ¿por qué dar el paso de crear Komedialdia?

-Porque es el momento. Es ahora o nunca. En verano empezamos a darle vueltas y ya en otoño aparecieron las primeras dificultades. Ahí ya supimos, a nivel de apoyo institucional, que el evento que queríamos hacer no iba a tener el presupuesto deseado y que, por lo tanto, íbamos a tener que financiar nosotros toda esta locura. Llegamos a febrero y tuvimos las primeras reuniones con las instituciones, que tenían ya aprobados sus presupuestos. Nos dijeron que éramos unos valientes pero nos remitieron a las ayudas ya creadas, que son por concurrencia competitiva. Y nos preguntaron: ¿os habéis planteado posponer? Todo el mundo pensaba que esto era una locura muy bonita pero que nos íbamos a dar de bruces con la realidad, y que eso iba a suponer o cancelar y esperar a tiempos mejores, o posponer para tener más plazo. En febrero estuvimos pensando qué hacer, pero vimos que posponer unos meses no tenía sentido. Habíamos elegido finales de mayo precisamente para no coincidir con ningún otro evento grande que pudiera darse en junio, julio o agosto. Y tampoco queríamos esperar a otoño porque somos conscientes de la necesidad que hay ahora mismo de reír, de tener presente el mensaje de resiliencia, de no dejarse llevar por esa sensación de otro año en blanco. El principal valor que tiene este festival es el humor como herramienta de resiliencia. Nacemos con la idea de consolidar el proyecto aunque sea en tiempos precarios.

Imagine que la primera edición ya se ha realizado. ¿Qué tiene que haber pasado como mínimo durante esa semana para que pueda decir: objetivo cumplido?

-Tenemos que haber sido capaces de conseguir que toda la ciudad se entere de que la última semana de mayo es la semana del humor. Que la gente esté ya pensando que en 2022 la última semana de mayo habrá otra edición del festival. Y que la ciudadanía espere más, que quiera más. Ahí está el mínimo.

El humor es una palabra muy amplia. Habrá tiempo en futuras ediciones de explorar diferentes partes del concepto, pero ¿qué ha sido lo primero que les ha interesado para este año?

-Contextualizarlo en el momento que estamos ahora y asociarlo al concepto de salud. Queremos que el festival permanezca entre nosotros y cada año iremos vinculando el humor, que es infinito y transversal, a diferentes cuestiones. En este marco, el certamen lo hemos vinculado esta vez con el elemento más importante que nos está faltando ahora, que es la salud. En otras ediciones probaremos otras uniones, como puede ser humor y género, humor y gastronomía, humor y ciencia. Podemos hacer las combinaciones que queramos porque el humor es una herramienta que se puede unir a cualquier tema central de nuestras vidas. El humor nos va a permitir hablar de otras cosas importantes de la vida pero desde otras claves. Y también es un fin en sí mismo porque la idea es que cada año en el festival haya diversidad de espacios en los que la gente pueda ir a reírse, que no es poco.

Pero estamos en unos momentos, también por el peso de las redes sociales, en los que hacer determinados tipos de humor está acarreando determinado tipo de consecuencias. Tantas que son muchos los profesionales que hablan, por ejemplo, de la autocensura. ¿Tiene el festival sus límites?

-Está claro que los límites los pone quien escucha, el que recibe. En esta primera edición también queremos reflexionar sobre qué es, cómo nace y ha evolucionado el humor. De qué nos reímos y de qué no, también viene determinado por el contexto en el que estamos en cada instante. Ahora podemos recriminar ciertos tipos de humor que en otros países y en otros contextos son perfectamente válidos. Podemos ver cómo ha evolucionado nuestra propia sociedad observando de qué nos reíamos hace 50 años, hace 20 y hoy. Es un reflejo muy interesante de nuestra propia evolución. El humorista tiene libertad para hacer humor con lo que quiera pero tendrá que asumir las consecuencias porque la sociedad va cambiando y algunas cosas ya no hacen gracia. La libertad creativa debe estar, como le pasa a cualquier otro artista. Su trabajo, al fin y al cabo, es buscar una respuesta en el público y la puede buscar a través de la aprobación pero también de la reprobación o incluso el rechazo, porque también es una manera de promocionarse. La sociedad va evolucionando y en esa evolución es donde cada uno encuentra su público. A nosotros nos gustaría encontrar el tipo de humor que no tenga que ofender para ser divertido, que sea lo más amplio posible. Se puede hacer humor sin buscar siempre el ofender, pero no estamos marcando límites a nadie. Cuando tienes el poder, reírte del que no lo tiene lo entiendo como un abuso. Mientras que al revés lo entiendo como una defensa.

Mirando al público, ¿qué se va a encontrar en el festival? ¿Estamos hablando solo de monólogos o de qué formatos?

-Dices festival y cada persona se imagina cosas diferentes. Nuestro festival debe tener ese carácter de llegar a todos los rincones, un carácter popular. En ese contexto, buscamos diversidad para llegar al máximo de públicos posibles. Cierto es que este año nacemos locales y en pandemia, y vamos a tirar de todo el capital creativo que tenemos aquí. Vamos a tener muchas artes escénicas porque Álava es un territorio muy rico en este campo. Vamos a contar con monólogos y humoristas, porque también contamos con gente muy buena en ese sentido. Y no queremos dejar de lado otros ámbitos como puede ser el humor gráfico, que me parece fundamental y más estando en Álava. Vamos a hacer, por ejemplo, una exposición para ver el humor que se hacía en el siglo XIX con los canales de comunicación que había entonces.

¿Cuándo podrá la gente comprar entradas y perderse entre el programa?

-La primera semana de mayo podremos decir todo lo que va a haber para que la semana del 10 de mayo se pongan a la venta todas las entradas. Estamos un tanto condicionados por la situación general, por si hay cambios en los horarios y en los aforos si termina el estado de alarma, por ejemplo. Tendremos además tres espectáculos que pueden ser de calle pero que tienen su plan B porque estamos en Vitoria y nunca sabes qué puede pasar con el tiempo.

En el caso de las jornadas del Europa, ¿cualquier persona puede sentirse interesada o están más dedicadas a expertos y profesionales?

-Cuando hablamos de este tipo de actividades a todos nos suena a algo técnico, profesional, a que solo están llamadas a esas sesiones personas que tengan un conocimiento previo de las temáticas a tratar. Eso parece que restringe. Pero creo que lo que hemos planteado en nuestro caso puede interesar a cualquiera que sienta un poco de curiosidad por lo que se va a hablar. En los encuentros habrá perfiles muy variados y creo que la gente en general puede sacar rendimientos interesantes. Al final, vamos a hablar de cuestiones que nos afectan como sociedad así que seguro que salen muchas cuestiones interesantes en torno a la cultura, la salud y el humor.

Por si fuera poco, en esta primera edición han querido tener un apartado solidario específico.

-Era algo que teníamos en mente para futuras ediciones porque nos parece importante que todo evento tenga un apartado solidario. Pero en el planteamiento inicial de esta primera edición eso no estaba recogido. Pensábamos, si me permites, que nosotros ya éramos una causa benéfica en sí misma porque nace desde un menos muchos miles de euros. Sin embargo, uno de nuestros patrocinadores nos puso esta cuestión sobre la mesa y volvimos a pensar en ello. Ahora pensamos y sabemos que es imprescindible. En la sociedad alavesa, el tejido de asociaciones es muy rico porque la gente es muy participativa y solidaria. No sé si los propios alaveses sabemos la capacidad de solidaridad que tenemos. Y el festival tiene que estar en ese contexto. Es bueno que la gente sepa que el tejido de asociaciones funciona y que ayuda mucho donde no cubren las instituciones. Si en el festival queremos hablar de salud y de la importancia de la salud mental, esta parte solidaria tiene que estar presente sí o sí.

En estas semanas, ¿cuánta gente le está preguntando por nombres?

-(Risas) Muchas. De hecho, en las redes sociales del festival estamos colgando vídeos de apoyo de personas como Goyo Jiménez o Dani Mateo. Claro, todo el mundo pregunta si van a venir. Bueno, hoy por hoy no. Esta primera edición queremos que sea local. Pero no hemos dejado de plantearnos que de aquí a mayo de 2022 podamos hacer eventos puntuales a lo largo de los meses. Y no nos podemos olvidar que en Álava tenemos gente buenísima haciendo humor, aunque haya parte del público que no conozca a unos o a otros. Yo que consumo cultura local y también foránea puedo decir que aquí tenemos mucho y muy bueno.

Organizando un festival de humor en plena pandemia, ¿una no sé si se ríe mucho?

-(Risas) Hay que tener mucho humor para meterte en esto. Sabía que todo el camino iba a ser cuesta arriba. Y que ahora iba a estar frente a una pared vertical. Pero no estoy sola. Ni mucho menos. Aquí hay gente que está aportando muchísimo. Así que no vamos para atrás ni siquiera para tomar impulso. Ahora solo nos queda llegar a la cima y triunfar para que la gente pueda disfrutar, y nosotros también disfrutemos. Vengo del mundo de los eventos y sé que se sufre mucho en estas historias, pero también conozco ese momento de abrazo cuando salen bien las cosas. Es un salario emocional que merece la pena.

"Podemos ver cómo ha evolucionado nuestra sociedad observando de qué nos reíamos hace 50 años, hace 20 y hoy"

"No hemos dejado de plantearnos que de aquí a mayo de 2022 podamos hacer eventos puntuales a lo largo de los meses"