Es una potente película que suena para los Oscar y cuyo director asegura que estos activistas negros y radicales buscaban una transformación absoluta de la sociedad. “No estaban interesados en cambios superficiales (...) Para ellos, la revolución significaba un cambio integral”, dice a Efe. Judas and the Black Messiah, que se ha estrenado este fin de semana en cines y HBO Max, viaja al Chicago de finales de los años 60 y se centra en Fred Hampton, el carismático líder de los Panteras Negras que planteaban una revolución socialista, antirracista, popular y multicultural. Señalados como el enemigo número 1 de Estados Unidos por la Oficina Federal de Investigación (FBI), los agentes lograron introducir en los Panteras Negras a William O’Neal, un criminal de poca monta, para que les entregara a Hampton. Con unos excelentes Daniel Kaluuya (Hampton) y Lakeith Stanfield (O’Neal) y una narración muy contundente, King recuerda la lucha del black power, ataca la violencia policial en Estados Unidos y se une a otras cintas abiertamente políticas de los últimos meses como Da 5 Bloods. Hermanos de armas o El juicio de los 7 de Chicago.
¿Fue difícil conseguir que un gran estudio de Hollywood (Warner Bros.) apoyara una película tan política?
—Nada difícil, sorprendentemente. Teníamos un proyecto bastante bueno: Ryan Coogler (Black Panther, 2018) y Charles King (Fences, 2016) como productores, Daniel Kaluuya y Lakeith Stanfield como protagonistas... Teníamos buenas piezas en juego. Y creo que lo que ayudó específicamente con Warner Bros., que fue el único estudio que al final hizo una oferta respetable, fue que ahí trabaja Niija Kuykendall, una de las pocas personas negras con puestos ejecutivos a ese nivel. Ella había intentado hacer una película sobre los Panteras Negras desde hace más de una década (...) Debatimos sobre un sinfín de asuntos de la película, pero el componente político de la cinta no fue uno de ellos.
El FBI decía que los Panteras Negras eran terroristas. Ellos se definían como revolucionarios. ¿Qué era la revolución para los Panteras Negras?
—Ellos se consideraban revolucionarios porque buscaban afectar significativamente a la sociedad, cambiarla permanentemente. No estaban interesados en cambios superficiales o en abordar las cosas de modo fragmentado. Querían cambiar las cosas a nivel estructural: para ellos, la revolución significaba un cambio integral.
¿Por qué Fred Hampton era un líder tan icónico y especial?
—Por infinidad de cosas. Ante todo, se consideraba un verdadero hombre del pueblo: no le pidió a nadie hacer algo que él no estuviera dispuesto a hacer. Salía a la calle a vender periódicos en medio del frío (...), trabajaba sin descanso en el programa de desayunos gratuitos, daba clases en los cursos de educación política. Era incansable, su energía no tenía freno. Y era humilde. Insistía en que no había un trabajo para las bases: él también hacía ese trabajo como líder. Obviamente, también sus dotes como orador en público. Vino a este mundo pudiendo hacer eso mejor que nadie. Sus palabras, su capacidad para tomar ideas muy amplias y convertirlas en algo increíblemente accesible, inteligente, divertido y entretenido. Su valentía, ya que era intrépido... Era una combinación de un carisma real y joven con una tremenda seriedad de un alma vieja y una muy poderosa, enorme y sabia presencia. Es raro encontrar esa mezcla de cualidades en una persona, y lo es aun más en alguien de 21 años.
El título de la película ya señala a O’Neal como Judas, como traidor. ¿Cómo intentó evitar la caracterización típica del villano?
—Nos llevó un tiempo al coguionista Will Berson y a mí acceder al retrato matizado que ves en la película porque nos resultaba difícil no juzgarle. Al principio nos referíamos a él como un sociópata, pero eso era desdeñoso: no te permitía como espectador contextualizar sus acciones e, idealmente, verte en él si fuera posible. Cuando reduces su comportamiento a una persona que está motivada exclusivamente por su propio interés, que era lo que hacía, puedes encontrar eso en diferentes puntos de tu vida en los que probablemente solo te hayas basado en tu propio interés. Eso te permite examinar a estos dos hombres que existen en los polos opuestos de la Humanidad y preguntarte a dónde perteneces, dónde encajan tus acciones. Creo que eso funciona en el subconsciente del espectador.
¿Cuál es el legado de los Panteras Negras en movimientos como Black Lives Matter?
—Eran luchadores por la libertad que, por encima de todo, se veían motivados por el amor a su gente. Es así de simple: eso es lo que eran y por eso queríamos hacer una película sobre ellos.
Cincuenta años después de los hechos de la película, Estados Unidos sigue lidiando con muchos problemas de racismo y brutalidad policial. Una de las peticiones ahora es ‘Defund the Police’ (recortar fondos a la Policía). ¿Qué opina sobre esto?
—No hay otra manera de hacerlo. Yo, de hecho, creo en Defund the Police con la meta final de la abolición de la Policía. Pero creo que defunding es el comienzo.
Durante el casting, Stanfield pensaba que iba a hacer de Hampton, no de O’Neal.
—Lakeith es increíblemente cautivador (...) y para O’Neal queríamos una interpretación con muchas capas y alguien con quien, aunque sea complicado, pudiera identificarse el espectador de algún modo. Lakeith parece una persona real incluso con personajes locos y extraños: les infunde una humanidad real (...). Y también es un bromista, un embaucador (...) Enfrente, y como he dicho antes, está esa combinación de madurez y seriedad en Fred Hampton que es raro encontrar en una sola persona, pero Daniel (Kaluuya) la tiene.
“Hampton era un líder especial. Un verdadero hombre del pueblo: no le pidió a nadie hacer algo que él no estuviera dispuesto a hacer”
“Era una combinación de un carisma real y joven con una tremenda seriedad de un alma vieja y una poderosa, enorme y sabia presencia”