- Aitana Sánchez-Gijón, con más de media vida dedicada a la interpretación, ha logrado “cumplir un sueño”, ser una “chica Almodóvar”, al convertirse en Teresa, una de las Madres paralelas de la nueva producción de El Deseo en lo que supone su vuelta al cine tras varios años centrada en el mundo del teatro.

“Volver al cine de la mano de Pedro es un lujo -asegura la actriz en una entrevista con Efe-. Estoy que no me lo creo todavía y eso que lo sabía desde hace tres meses y llevamos trabajando en el proyecto un tiempo”, señala emocionada. “Estoy muy feliz de poder interpretar un personaje tan rico y tan lleno, de esos característicos de Pedro”, ha añadido.

La carrera de Sánchez-Gijón (Roma, 1968) se vio consolidada estatal e internacionalmente en la década de los noventa con trabajos como Boca a boca (1995), de Manuel Gómez Pereira, o El pájaro de la felicidad (1993), de Pilar Miró.

También rodó Un paseo por las nubes (1995), de Alfonso Arau; La camarera del Titanic (1997), de Bigas Luna, o Volaverunt (1999), también del director catalán, en un papel que le hizo alzarse con el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Donostia.

Algunos de esos títulos son los que repasa el libro, recién salido del horno, Aitana Sánchez-Gijón: cintas y letras (Sial Pigmalión). En palabras de su coordinador, el catedrático de la Universidad de Córdoba, Rafael Bonilla, “es un estudio en profundidad de la filmografía de la actriz, ahondando en sus personajes e incluso en ella como personaje”.

¿Cómo le llega la propuesta de escribir un libro sobre su filmografía y sobre usted?

—Rafael Bonilla se puso en contacto conmigo con esta idea y yo le dije que adelante. Quiero decir, esto es un proyecto tuyo, yo si puedo ayudarte en algo lo haré. Y la verdad es que he hecho poco, proporcionarle algunas fotografías y tener alguna charla sobre alguna película. Pero, ahora viendo el libro (864 páginas) me siento bastante abrumada y aliviada por otro lado.

Lleva más de media vida dedicada a la interpretación, ¿cree que, con el paso de los años, se está produciendo un cambio en la relación de la mujer de más de 50 años y el audiovisual?

—Yo creo que sí, que en los últimos años está habiendo un cambio importante y espero que vaya a más todavía. Todavía no es suficiente, pero es verdad que hasta hace muy poco los personajes femeninos de una cierta edad pasaban a ser la madre del objeto de deseo (actriz más joven) o a ser un satélite en la historia. Ahora por suerte no, y existen papeles para esas actrices. Y en eso nos llevan la delantera en los Estados Unidos, desde luego, haciendo series y películas desde hace ya un montón de tiempo, donde hay personajes femeninos de todas las edades y condiciones, muy ricos y muy potentes. Y eso, por fortuna, se viene reflejando también en nuestra ficción.

A pesar de ser un año catastrófico, con tanta afectación para la cultura, usted tiene muchos proyectos, ¿se siente afortunada?

— Sí, la verdad es que yo me había programado para no trabajar durante un año entero, o sea, gran parte de los sectores están paralizados y sufriendo mucho, incluido el nuestro; pero yo personalmente tengo la suerte de haber podido terminar una gira la semana pasada de Juana, y me están saliendo cosas muy interesantes y muy gratificantes. O sea que, sí, soy de las privilegiadas que afortunadamente están pudiendo trabajar.

En este sentido, como consecuencia de la pandemia son muchos los cines y teatros que están teniendo que echar el cierre porque no pueden mantenerse debido a la poca afluencia de público o por los confinamientos sanitarios, ¿cree que las ayudas del Gobierno son suficientes?

—Me parece un error garrafal el que algunos ayuntamientos o comunidades decidan cerrar o limitar el aforo de una manera extrema. Estamos dando a la sociedad un mensaje contradictorio diciendo por un lado que la cultura es segura y, por otro, dejando que se produzcan cierres. Entiendo que debe haber una limitación por seguridad, hasta ahí de acuerdo, pero hay lugares donde el aforo es un 30%. Es excesivo.

Políticamente hablando, ¿le da miedo hacia dónde está yendo la sociedad, cada vez más polarizada, insolidaria y violenta?

—Si da un poco de miedo. Esta visceralidad, esto de apelar a los bajos instintos que hacen que todo sea tan epidérmico, nos hace perder la capacidad de dialogar y de entendernos, y da bastante miedo. ¿Quién se iba a imaginar que íbamos a empezar el año con el asalto al Capitolio? Nadie...Vivimos en una crispación política, que también afecta a nuestro país. Yo intento hablar con mis hijos, ahora adolescentes, para que no se dejen llevar por ese rapto visceral, les digo que se paren a pensar y a razonar y que respondan con argumentos sin descalificar al contrario.

“Hasta hace muy poco las actrices de una cierta edad pasaban a ser la madre del objeto de deseo o un satélite en la historia”