El escritor John Banville se inventó a Benjamin Black para firmar sus novelas negras y ahora ha decidido abandonar el pseudónimo excepto para las ediciones en español, según anunció ayer el irlandés, que cree que es muy peligroso que la sociedad demande cada vez más violencia en la ficción.

Banville (Wexford, Irlanda-1945) comenzó a firmar como Benjamin Black sus novelas negras protagonizadas por el patólogo Quirke y ambientadas en el Dublín de 1950, una saga que lleva ya ocho libros, el último de los cuales,

Quirke en San Sebastián, presentó ayer en una rueda de prensa telemática.

Quirke en San Sebastián (Alfaguara) es el título de esta novela que llega a las librerías mañana y que, como novedad, está ambientada parcialmente en la capital guipuzcoana.

Banville recordó que, aunque le pone "enfermo" releer sus libros, tuvo que recurrir a uno de ellos para consultar unos datos para su nueva novela: lo escuchó en un audiolibro y pensó que, en definitiva, no estaba tan mal. "Me gusta pensar que algún día se publiquen de nuevo en el mundo angloparlante con mi propio nombre; me gustaría decir que son míos, que se note", señaló el irlandés.

Su nueva novela está ambientada en Donostia, una ciudad de la que se enamoró, recordó. En esta entrega, el doctor Quirke está felizmente casado con Evelyn, su querida psicóloga austriaca, y pasando unas románticas vacaciones en Gipuzkoa. Lejos están los casos y las investigaciones, hasta que cree reconocer en un hospital a una amiga de su hija a la que todos creían muerta.

Porque, lamenta, su protagonista "es una de esas pobres criaturas que todo lo que toca se convierten en tragedia, en parte por su culpa y en parte porque el mundo es lo que es". "Me gusta pensar que los lectores van a disfrutar, eso es lo único que pretendo que hagan", indicó el escritor, que explicó que escribe los libros que le gustaría leer: "Luego me ponen enfermo, pero eso es un problema mío".

Como Banville, explicó, lleva trabajando en una novela desde hace cuatro años y medio, que cree que será la última, dice. Entretanto, se dedica a sus obras policíacas.

No obstante, aseguró "odiar" la clasificación de géneros literarios. "Las novelas negras son negras porque hay un crimen pero no me gusta la idea de los géneros, no creo que signifique absolutamente nada. Para mí, lo que hay son libros buenos, los no tan buenos e incluso malos", afirmó el autor, que dice que él en su casa los coloca en orden alfabético.