La programación navideña de la Red de Teatros hace este viernes su única parada en el Félix Petite. Eso sí, quien no tenga su entrada ya en la mano para acudir al escenario del centro cívico Ibaiondo va a tener que esperar a mejor ocasión porque todos los pases disponibles para ver a Leo Bassi de nuevo en la capital alavesa volaron en pocos minutos cuando se pusieron a la venta. Es indudable el tirón que tiene el intérprete, que esta vez comparte con los espectadores su última propuesta, Yo, Mussolini.
“El auge de la vieja ideología fascista en el día de hoy, en muchos países, es un desafío directo a mi alma de bufón irreverente. Sentí una necesidad visceral de buscar las contradicciones en su retórica y divertirme con las consecuencias. Así fue cómo me surgió la idea de encarnar el personaje más emblemático del fascismo: Benito Mussolini”, apunta el creador sobre este montaje estrenado el año pasado. Cabe recordar que, con motivo de la pandemia, el horario de inicio de la cita será a las 19.00 horas.
“Yo, Mussolini mezcla el chiste y la provocación fácil con una reflexión profunda sobre la manipulación política, un ejercicio artístico que toca la esencia del arte bufonesco. Es una obra provocadora y divertida, pensada para generar optimismo y dar al público que sale del teatro ganas de resistir con inteligencia a la intolerancia. A la fin, el mejor antídoto contra al fascismo es la risa y el pensamiento positivo. Sin su capacidad de generar miedo, el totalitarismo se queda en nada”, dice el intérprete.
“Esta idea de que Mussolini era solo un payaso, una diversión sin importancia en el flujo de la historia era un concepto demasiado fácil. Mussolini y su partido fascista, igual que los nazis de su alumno pródigo Hitler en Alemania, fueron creados integralmente por una elite que tenía una tarea muy definida: impedir la contaminación de las clases obreras europeas y de EEUU por la onda revolucionaria bolchevique. El cinismo de este poder fue sin límites y consiguió evadir sus responsabilidades después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, fabricando el mito de que toda la culpa era de líderes malvados y locos”, recuerda.