- El Zinemaldia arranca el viernes con la película que Woody Allen rodó el año pasado en Donostia, Rifkin's Festival. Es una edición, la 68ª, llena de incógnitas, derivadas de las incertidumbres provocadas por el covid-19, y que su director, José Luis Rebordinos, intenta despejar en esta entrevista. Lo más importante, está claro, es que habrá películas y que se proyectarán en salas.
¿Qué tal duerme el director del Zinemaldia últimamente?
-A pesar de la tensión, duermo bien, pero no mucho. Probablemente, en los diez años que llevo como director, este es el más complicado, sin lugar a dudas.
¿Consigue desconectar?
-Intento llevar parte del trabajo a casa, pero también intento desconectar, aunque no siempre puedes hacerlo del todo. Cuando tengo algo de tiempo libre y puedo parar, intento ver películas que no había visto, por ejemplo, la película que Charlie Kaufman ha realizado para Netflix, Estoy pensando en dejarlo. Intento ver cosas que me apetecen, incluso, cosas divertidas no trascendentales como Orígenes Secretos; es una cosita pequeña pero la he visto a gusto.
La de Kaufman es una película con opiniones muy polarizadas.
-Nosotros queríamos pelear por ella para que compitiese en el Zinemaldia, pero Netflix no nos la dejó ver porque la plataforma ha decidido este año no ir a festivales. Soy bastante fan de Kaufman y creo que esta película exacerba todas las cosas que más me gustan de él y las que menos. Es decir, tiene un punto pedante a veces excesivo, aunque hay citas maravillosas; y luego tiene un punto de sorprender todo el rato, un planteamiento estético muy imaginativo que parece brutal. Es una película interesante, con una tendencia a que sea difícil verla, porque además es larga, pero me ha gustado verla con sus luces y sus sombras.
¿En las últimas semanas, con la aparición de los rebrotes, ha temido por la suspensión del Zinemaldia?
-Siempre hemos tenido muy claro que había que hacerlo y siempre que hemos hablado con el presidente del consejo, el alcalde Eneko Goia, y él también lo tenía claro. Si había una mínima opción de hacerlo, había que hacerlo. Pero, hace 15 o 20 días, cuando surgió un rebrote no esperado con algo más de intensidad, sí que tuve algo de miedo. En Euskadi creo que se está estabilizando, pero es verdad que nos están perjudicando mucho todas las noticias que salen del Estado hacia el exterior.
¿Lo dice porque repercute en las estrellas y presencias que iban a venir a la ciudad de Donostia?
-Están haciendo que se nos caigan muchos invitados, todos los días se nos cae alguno.
¿Prevé que esta semana que se inicia el Zinemaldia continúe esa tendencia?
-Dependerá mucho de la evolución del coronavirus y de las noticias que salgan al exterior. El star-system español y algo del europeo lo tenemos más o menos confirmado; latinoamericano, muy poquito. Además de Viggo Mortensen, tenemos un par de estrellas muy bonitas que están confirmadas y que van a estar en Europa en esas fechas. Tenemos la esperanza de que puedan venir, pero depende de muchas cosas, de cómo estén las fronteras, los confinamientos... Seguridad, ninguna. Esta misma semana se han caído Naomi Kawase y Hirokazu Kore-eda. ¿Por qué? Con Kawase tenemos mucha relación y Kore-eda es amigo personal, y nos han transmitido que han aguantado lo que han podido, pero es complicado.
A Matt Dillon le hemos podido ver en Venecia presentando una película que se exhibirá en la Sección Oficial del Zinemaldia. ¿Podremos verle en Donostia?
-Ojalá (ríe). Matt Dillon es alguien con el que tenemos muy buena relación. En la cena de inauguración de Venecia estuvimos un rato juntos y es alguien que quiere mucho a la ciudad desde que fue Premio Donostia. De hecho, una actriz importante que estaba allí me dijo que Matt Dillon le había recomendado que viniese a Donostia, que era estupendo. Vamos a ver si Matt Dillon se puede confirmar.
El que seguro no viene es Woody Allen.
-Es una pena porque hasta hace no mucho estaba intentando venir. Estábamos buscándole un avión privado para que viniera y él quería hacerlo, pero los ecos que les llegan del Estado no son buenos y él tiene más de 80 años. Estamos trabajando para que venga parte del elenco a defender su película.
¿Era importante que el Zinemaldia se llevase a cabo?
-Sí, era muy importante en un momento en el que los festivales presenciales han empezado a no hacerse o a hacerse on line; había que dar un golpe en la mesa. Hay que tirar hacia adelante. Hay que revitalizar el sector y que las películas pasen por festivales ayudará a las salas. Venecia y Donostia hemos luchado contra los elementos y Berlín, si todo va bien, el año que viene lo tendrá un poco más fácil, aunque no será igual. A Cannes le ocurrirá lo mismo, probablemente lo tendrá aún más fácil. Eso será así hasta que llegue el momento en el que hayamos salido de esta. Si esto se para se van a cerrar salas, productoras y distribuidoras.
Ha citado Venecia. Hace unas semanas estuvo allí con sus principales homólogos europeos.
-Es muy bonito lo que Barbera ha hecho en Venecia, el invitar a los directores de ocho de los diez festivales más importantes de Europa. Dijimos que nosotros pensamos que la mejor manera de presentar las películas es en una sala de cine y festivales como los nuestros van a seguir siendo presenciales. Queremos hacer una comunidad donde la gente hable, promocione sus películas y haga negocio; eso solo se puede hacer bien de forma presencial.
¿Cuál es el sentido de los festivales 'on line'?
-Tienen sentido para películas que ya vienen de otros festivales, para un tipo de materiales que tienen difícil llegar a las salas... ¡Claro que tienen sentido! Hubiese preferido ver la película de Kaufman en pantalla grande, pero prefiero verla así a no verla.
¿Qué talante le han demostrado el resto de directores? ¿Cuál es su estado de ánimo de cara a 2021?
-El hecho de que se haya hecho Venecia, creo que nos ha dado a todos mucho subidón. En la inauguración diría que estábamos todos un poco eufóricos, había optimismo. Los festivales vamos a pelear. Berlín es consciente que va a ser un festival con restricciones. Y es probable que en septiembre del año que viene tengamos que seguir manteniendo protocolos por el covid-19, aunque esperemos que no sean tan duros.
Hablando de Berlín, ¿qué opinión le merece que de cara al año que viene haya decidido eliminar la distinción de género de los premios a Mejor actor y actriz? ¿El Zinemaldia se plantearía hacerlo de cara a futuro?
-Si alguien lo tenía que hacer era Berlín, por su tradición con el movimiento LGTBIQ+. Si me preguntas a mí, estoy de acuerdo, pero tendría que hablarlo con el equipo. Conozco la complejidad del debate que hay ahora, incluso dentro del propio feminismo con la cuestión trans. Yo no sé, pero creo que así como el sexo es algo que nos es dado genéticamente, tengo la impresión que el género es algo social, cultural... no sé si al 100%, porque también lo determina tu propio físico. Tengo la impresión de que hay una parte de elección que podemos hacer cada ser humano de a qué género queremos adscribirnos. Leo argumentos a favor y en contra de gente sensata. Leí a alguien algo que me gustó mucho: ante la duda, estoy con la minoría que sufre. Ante la duda, lo tengo muy claro, estoy con la persona trans. Creo que la prudencia hace que de la misma manera que no hay un premio a mejor director o directora, sino a dirección, haya un premio a la interpretación, que no dividamos entre hombre y mujer. Cuando hacemos nuestras encuestas hay gente que se define con el género masculino, el femenino y, cada vez más, hay quien se define como no binario. No hay un premio para los no binarios, se quedarían fuera. Tenemos alguna película donde la protagonista es trans. ¿A qué categoría pertenece? Es un debate que hay que hacer, nosotros lo tenemos que hablar en el equipo. Desde este puesto veo una cosa que me cansa mucho, hay poco sitio para el debate real y mucho para el insulto, para odiar al que no está contigo. Nosotros asumiremos este debate con calma y tranquilidad y es posible que hagamos algo de cara al año que viene, pero tengo que hablarlo con el equipo.
¿Qué opina de los nuevos criterios para acceder a los Óscars?
-Soy contrario a las cuotas, pero en este caso tendría que analizar lo que ha presentado la Academia de Hollywood para tener una opinión formada.
¿Con un aforo del 50% el Zinemaldia sería sostenible?
-Cuando hablé con las instituciones les dije que creía que por debajo del 50% no podíamos hacer el Zinemaldia. Lo más triste de este año va a ser el Kursaal con un 50% de aforo, pero con un máximo de 600 butacas. Toda la parte de arriba estará prácticamente vacía y la de abajo al 50%. 600 butacas en una sala de 1.800. Es muy triste, pero es lo que hay. Pensamos que la seguridad debe primar por encima de todo.
¿No cree que la limitación a 600 butacas del auditorio Kursaal es excesiva? Hay informes europeos que dicen que los teatros serían seguros con 100% de aforo si todo el público portase mascarilla.
-Nosotros no sabemos de sanidad y por eso lo que nos digan las autoridades lo vamos a hacer y nos va a parecer lo mejor. El Zinemaldia confía en el Gobierno vasco. Hubo un momento en el que les planteamos que nos permitiesen llegar a las 1.000 personas en el auditorio Kursaal. Ellos nos dijeron que en la Quincena Musical no lo habían permitido, pero que lo hablaríamos. Nosotros mismos llegamos a la conclusión de que era mejor quedarnos en 600. ¿Por qué? Hay que sacar a la gente en poco tiempo, hacerlo sin que se junten... 600 nos da mucha más seguridad. Claro que se va a quedar mucha gente fuera y que es una pena, pero vivimos una pandemia que a mucha gente le arruina la vida y a otros muchos los mata. La subdirectora del Festival, Maialen Beloki, es la que está hablando con el Gobierno vasco para redactar protocolos que cumpliremos.
En esta época, el Zinemaldia suele tener en torno a 600 trabajadores. ¿Se reforzará la plantilla?
-Entre voluntarios, eventuales y fijos rondamos los 560. Aún no sabemos cuánta gente vamos a ser. Hay que tener en cuenta que se han caído lugares como el Velódromo o San Telmo; y ahí ha habido un ahorro de personas que se contrataban solo para eso. Obviamente, en seguridad y en personal de sala va a haber muchísimo más. Andaremos en un poquito más de personal, pero no va a ser mucho más.
¿Los patrocinadores han mantenido su apuesta?
-Se han portado, a excepción de alguno que se ha caído. Es normal, si patrocinas la fiesta de inauguración y este año no hay, es difícil mantenerse. El resto se han mantenido en muy buenas condiciones. Se han negociado también algunas bajadas, debido a que alguno ha perdido algo de presencia, pero estamos agradecidos.
Las entradas se han puesto a la venta hoy, exclusivamente en Internet y, por primera vez, de forma escalonada y con butacas preasignadas por el sistema.
-Es un experimento que nos va a servir para ciertas cosas. Para nosotros es un drama que en el auditorio Kursaal las butacas estén preasignadas. También hubo un momento en el que queríamos negociar con el Gobierno vasco que una zona no la estuviese. ¿Por qué? Porque te puedes encontrar con patrocinadores que tienen entradas y no van y se pueden repartir. El riesgo de este año es que va a haber calvas, porque va a haber entradas preasignadas que no van a venir; es una pena. Pero hubo un momento en el que concluimos que si va a haber calvas, que las haya. No podemos estar como un año normal.