- Este año solo trece películas compiten por la Concha de Oro.
-Son trece, no porque no pudiese haber habido más, sino que es por la cuestión del covid-19. Los horarios nos han determinado la cantidad.
¿Cómo describiría la selección del apartado principal?
-Diría que es muy similar a otros años, heterogénea. Desgraciadamente este año no se ha podido hacer el Festival de Cannes, es muy malo para la industria y para el cine. La Palma de Oro es una ayuda increíble para las películas. Nosotros hemos aceptado, sin ningún problema, poner películas con el label Cannes, nos parece un honor. En la inauguración le haremos un guiño. La Sección Oficial del Festival este año tiene un muy alto nivel y tiene varias películas que podrían haber sido, perfectamente, la Palma de Oro del festival más importante del mundo.
¿Qué películas se han quedado fuera?
-Algunas del cine latinoamericano y español que teníamos serias opciones de que compitiesen en Donostia se han visto perjudicadas por el covid-19. Algunas no se han empezado y otras no han llegado. Ahí nos ha sido más costoso encontrar films españoles y, sobre todo, latinoamericanas.
En la Sección Oficial este año vuelve a ver una competidora vasca, ‘Akelarre’, de Pablo Agüero.
-La buena noticia es que un año más tenemos una película vasca a competición en la Sección Oficial, rodada en euskera y castellano; y dos en Nuevos Directores, Ane e Hil Kanpaiak. Insisto, no tenemos cuotas ni en lo de género, ni en lo de vascas. Habrá un año que no habrá ninguna, porque es imposible que todos los años se mantenga el nivel.
¿El Sello Cannes es una manera con la que el festival galo ha marcado territorio?
-Obedece a dos cosas. A la necesidad del propio festival de decir Estuvimos aquí y estas fueron las películas de este año; marcar un poco territorio, que es normal. Por otro lado, también obedece a una necesidad de la industria, sobre todo francesa pero también mundial, de tener ese Sello Cannes.