espués de Adán llegó Eva y después del Frigodedo llegó el Frigopie, con su color rosita y cremoso. Y ahí estábamos un montón de criajos chupando pies con sabor a fresa -según la versión oficial-, a pinrel -según nuestras madres, que nos preguntaban con cierto gesto de asco cómo podíamos llevarnos eso a la boca-. La clase de anatomía se paró ahí en seco y no recuerdo un Frigobrazo ni la Frigopierna y me quiere sonar una Frigonariz pero seguramente lo habré soñado. Porque todos los veranos, entre anuncios de helados, que copaban la tele junto a los de Kas Naranja y Kas limón, Kas de día y Kas de noche, soñaba con helados, porque era lo mejor del verano. Ese atracón de frío y hielo que te electrocutaba la cabeza. Brrrrr. Luego aprendimos que la vida no es de color de rosa, como el Frigopie, y que un día tienes tu propia columna contando tu vida en el confinamiento y al otro te ponen a comentar helados en una esquina del periódico. J. Gorriti

Frigopie

Creado en 1983 a la estela del Frigodedo, que fue un éxito de ventas. Al contrario que el primero, hielo puro, se trataba de un helado cremoso de fresa, que apasionó a los críos. Todavía se vende.