- "Claro que hay que salvar la economía, pero hay que salvar la de todos, incluso la cultural, que es sumamente importante. Y si no, yo sería partidario de que la cultura se parase completamente, que, por una vez, demostrásemos que sin cultura no se puede vivir". Así lo apunta Joseba Cabezas mientras tiene sobre la mesa el cierre de la actual edición de Ondas de Jazz y los planes para el decimoquinto aniversario del programa cultural y educativo.

Casi la mitad de la programación de Ondas de Jazz se ha quedado congelada en el limbo por la aparición del coronavirus. ¿Sensación de tristeza o...?

-Sensación dolorosa, mala... Aquí se ve, además, la diferencia entre un programador grande y uno pequeño. El gran programador, con esos carteles espectaculares que tiene y que cuentan con un apoyo económico importante también desde el punto de vista institucional, sufre, como no podría ser de otra forma. Pero al pequeño, que tiene menos recursos humanos y económicos, le duele todavía más. Has estado todo un año trabajando para que al final pase algo como esto y es muy doloroso. Nos hemos quedado sin poder dar la Makila de Honor a Ricard Miralles, aunque nos gustaría poder entregársela en algún momento. Nos hemos quedado sin las fechas de los combos de Luis Aramburu y Jesús Guridi, y de las big bands, que son momentos muy especiales para ellos y para nosotros, para la filosofía de lo que es y representa Ondas de Jazz. Y sin la clausura, que era algo también muy interesante con Gonzalo del Val, Marco Mezquida, David Mengual y la Orquesta de Cámara Gregorio Solabarrieta. Era un cierre maravilloso. A mí me gustaría que ese último concierto estuviera en la programación de la próxima edición. De hecho, estamos mirando la posibilidad de que sea el primero, que sea la audición que abra el quince aniversario del programa.

Para hacer posible la cita es indispensable el trabajo de la asociación Jazzargia, pero también el apoyo del Ayuntamiento de Vitoria. ¿Qué le han trasladado desde la institución?

-La relación ha sido buena. Cuando no quedó más remedio que tomar la decisión de suspender, hablé con el departamento de Educación, que es del que dependemos, para ver si podíamos posponer todo más allá de las fechas límite del convenio que tenemos firmado. Nos dijeron que sí. La idea es acercarnos a noviembre para intentar acabar con el ciclo de alguna manera. No nos quisiéramos despedir de esta edición y pasar a la siguiente sin más. Nos gustaría hacer algo. Además, creo que a la ciudad le hace falta. La concejal Estíbaliz Canto nos hizo la propuesta, sin perder nunca de vista las medidas de seguridad e higiene, de salir a la calle, de hacer un Ondas de Jazz en la calle, que es algo que hasta ahora no hemos hecho nunca. No me pareció mala propuesta, todo lo contrario. Pero claro, para eso no nos podríamos ir a noviembre, tendría que ser a finales de este mes o en agosto o septiembre. Estamos en ello, viéndolo cómo poder hacerlo y además bonito, incluso pudiendo llevar a cabo la entrega de la Makila de Honor. Todo se está hablando y un poco en el aire, pero la predisposición por parte del Ayuntamiento es muy buena. En el Consistorio nos han atendido desde el minuto uno y hemos podido intercambiar propuestas.

¿Pero cómo se empieza a pensar en lo que se pueda hacer ahora o más adelante cuando la situación sigue dibujando un panorama de incertidumbre tan grande? ¿En qué escenarios está trabajando?

-Pero es que no hay muchos. No vamos a inventar nada. Por ejemplo, yo soy un consumidor de directos en streaming y Jazzargia, en esto, fue pionera. Nosotros llegamos a tener a más de 4.000 personas enchufadas a nivel mundial a nuestras retransmisiones. Si quitamos el streaming fue por una cuestión de recortes presupuestarios, no por otra cosa. Pero ahora estamos viendo como grandes nombres como Bruce Springsteen están compartiendo conciertos y no pasan de uno o dos millones de visitas en todo el mundo. Son datos que para esas bandas son un fracaso, con todos los respetos. Y estamos viendo como otras iniciativas a nivel más cercano están llevando a cabo iniciativas por el estilo y no están obteniendo números para amortizar el gasto del streaming. Eso quiere decir que el público no ve todavía clara esa vía, no la quiere consumir como tal. Hay otras propuestas que pueden ser más factibles como hacer actuaciones en directo desde autocines. Podría ser. Pero no veo las cosas tan fáciles. La desconfianza social está presente y es imposible que hagas algo sin pensar en eso. ¿Cómo puedes ir a una discoteca a bailar sentado? Me parece ridículo. No entiendo cómo podemos ir en el AVE todos apiñados y luego vengamos con ciertas cosas. Claro que hay que salvar la economía, pero hay que salvar la de todos, incluso la cultural, que es sumamente importante. Y si no, yo sería partidario de que la cultura se parase completamente, que, por una vez, demostrásemos que sin cultura no se puede vivir. En ese caso, tendríamos que lanzarnos el reto de no hacer nada, ninguno, y que nadie se venda. Y no me refiero a parar 24 o 48 horas. No, parar hasta que haya una solución. En caso contrario, vamos a vivir situaciones que no entiendo, como que en el Principal se vayan a hacer espectáculos pero no el Festival de Jazz. Seguramente tenga su explicación, pero yo no la conozco.

¿Estaría planteando un Ondas de Jazz en qué condiciones?

-Hombre, en el aula magna del Conservatorio Jesús Guridi podemos organizarnos bien para mantener las distancias. En estos momentos estamos en un aforo de 500 butacas, llenando casi todas las audiciones. Bueno, pues tendremos que ir a aforos de 250 butacas con todas las medidas de seguridad. A partir de ahí, como te comentaba antes, me parece interesante cerrar esta decimocuarta edición y poder hacerlo en la calle, en el centro de Vitoria con el público sentado.

Entre los agentes culturales hay cada vez más preocupación por ese estigma que se está generalizando en torno a los eventos culturales como posibles focos de infección. ¿Cree que el público puede ser reacio a acudir a un conciertos, una obra de teatro...?

-Sí. Creo que hay mucho miedo. Es un miedo que está más que justificado porque estamos hablando de miles de muertos. También es cierto que tenemos que ver las horquillas de edad. Yo el otro día tuve una cena, salí y me encontré con mucha gente joven a la que le daba igual la distancia social, la mascarilla... Pero luego ves a personas de 30 para arriba que van con mucho más respeto. La gente no va a salir a ver un concierto si no se le garantizan unas condiciones. Si en la cultura solo nos interesa vender entradas, éste es el peor momento.

Dentro del sector, ¿cree que va a haber mucha gente que no va a poder salir de ésta?

-Va a haber mucha gente que no va a poder y mucha otra que va a sufrir mucho para salir. Analizando las ayudas que salen desde todos los entes, te encuentras con reglas que impiden que pequeños agentes, promotores, asociaciones y empresas puedan acceder a ellas. Nos les van a llegar las ayudas o lo van a hacer en menor medida. Estamos viendo como eventos con un gran nombre tienen garantizadas para el año que viene más partidas y apoyos. Vale, pero ¿y qué hacemos con los pequeños eventos, con las pequeñas estructuras, que son las que realmente sustentan la cultura de la ciudad, que se dirigen al público más cercano? Es algo que no entiendo. Si recortas abajo, recorta arriba. Es lo que estoy viendo que está pasando.

De hecho, hay temor en cómo se pueden producir recortes no solo para este año sino, sobre todo, pensando en los presupuestos del año que viene.

-Desde el departamento de Cultura del Ayuntamiento de Vitoria lo que se está diciendo es que el año que viene los presupuestos se van a mantener exactamente igual que este año. Es decir, que no va a haber recorte. Y me consta que en Diputación va a ser igual. ¿Eso quiere decir que lo que se comenta hoy se mantenga mañana? Va a depender de la situación. Si no hay una solución inmediata a la pandemia, los recortes estarán. Y ahí, el político va a tener que explicar muy bien la razón por la que el recorte es a unos y no a otros. De momento, a Jazzargia se le va a mantener el presupuesto. Y entiendo que todos vamos a estar igual. Gobernar esta situación es complicado, eso seguro.

Durante el confinamiento se ha hablado mucho de la idea de la cultura como salvadora...

-Nos hemos equivocado. Era el momento de hacer fuerza, de no haber ofrecido gratuitamente nada. Estamos peleando porque la cultura se ponga en valor y resulta que somos los primeros en salir y decir: esto es gratis. ¿Por qué? En este país hay muchos músicos y compositores que lo están pasando muy mal. Aquí se ve la cultura de la cultura. Hay que hacer apuestas por quienes tienen un proyecto, no por quienes se juntan una vez, dan un bolo y luego vuelven a sus trabajos. Hay músicos que no llegan a final de mes. ¿Dónde está la administración para ayudar a estos proyectos? A esta gente es a la que hay que ayudar, a la que está apostando por la música, por las artes escénicas, por... Es lo que está pasando y ahí se ve el valor de la cultura. Por eso creo que nos hemos equivocado ofreciendo cultura gratuita. Y el público consume gratis como si no pasase nada. La gente debería ser más solidaria. Veo un concierto gratis, vale, pero oye, cómo puedo hacerte llegar un dinero. Pero no, mejor gratis todo.

No se valora lo que se tiene hasta que se pierde.

-Eso es. Por eso te decía que soy partidario de parar todos y todo. Soy partidario de que toda la cultura en el País Vasco pare. No hacer nada. Cero. Cerrar. Y las salas y los bares también. Ya sé que estoy pidiendo una locura, pero imagina a la gente saliendo a la calle y que no tenga una terraza, que no tenga nada que escuchar. Así, la gente empezaría a valorar que si quieres algo lo tienes que pagar.

Jazzargia también lleva con la Catedral Santa María la programación de 'Abierto por Concierto' que este año no se va a poder celebrar.

-Teníamos una programación muy interesante. La idea es pasarlo todo al año que viene. Hay que decir, y reconocer, que la Catedral Santa María hace una apuesta por la cultura muy interesante. Y no es por ponernos medallas, pero es cierto que llevamos programando allí cuatro años y casi todo se ha quedado sin entradas. A la gente le gusta mucho el formato, lo ecléctico que es. Son apuestas muy importantes, aunque es verdad que a veces no veo a las instituciones suficientemente implicadas y no hablo solo de dinero, sino también de empatía.

Volviendo a Ondas de Jazz, si todo fuera bien en la situación general, ¿cómo le gustaría que fuera ese decimoquinto aniversario?

-Muy nuestro. Es decir, me gustaría que pasasen músicos de Vitoria o que han pasado por el Conservatorio Jesús Guridi y que se han marchado, que están triunfando fuera aunque aquí nadie se acuerda de ellos. Es lo que me imagino.

"Estamos peleando por poner la cultura en valor y resulta que somos los primeros en salir y decir: esto es gratis"

"Estamos viendo la posibilidad de hacer una audición de Ondas de Jazz en la calle y cerrar así la decimocuarta edición"