- Gracia Querejeta es una de las pocas directoras españolas de cine que pueden presumir de haber rodado una decena de películas y otras tantas series de televisión; si no se hubiera producido la pandemia, ahora estaría terminando de rodar para RTVE la ficción Ana Tremel. “Todo va a ser raro durante un tiempo”, dice la directora madrileña en una entrevista, en la que asegura que no ve posible retomar los rodajes con normalidad hasta que no haya una vacuna.

Están “bien”, ella y su hijo Ian, en este confinamiento ya largo de Madrid, un poco tristes, porque no pueden ver a la abuela que está en una residencia; una mujer muy especial, Maiki Marín, diseñadora de vestuario de cintas tan míticas como El sur, Tata mía, Mi querida señorita, Historias del Kronen, Los lunes al sol y de sus películas Héctor y Siete mesas de billar francés, entre otras. La pandemia dejó a la directora de 15 años y un día a una semana de empezar el rodaje, de nuevo con Maribel Verdú, su “musa” de tantas cintas. “El caso es que estamos sin saber exactamente cuándo vamos a retomar y sin tener muy claros los protocolos que hay que cumplir, aparte de los que dicta el sentido común”, señala. En su opinión, las normas que especificaba el BOE el sábado con indicaciones generales para los territorios que pasaban a la fase 1 y que dejan la seguridad en manos de los productores no se ocupan de un “tema peliagudo”: la protección de los actores. “Si los demás vamos con mascarillas, estamos más protegidos, pero ellos van a pelo, mucho más vulnerables. En escenas de proximidad, e incluso de cama, no creo que haya demasiados actores dispuestos a jugársela, aunque se hagan test”, cree.

“Todo va a ser raro durante un tiempo, pero mientras no haya una vacuna que proteja de verdad, no creo que nada vuelva a ser como era antes, porque un rodaje de cine es ...una especie de hormiguero -compara la directora- donde todos se mueven, interactúan, se tocan”. También ve “complicado” calcular el tiempo que se tardará en adoptar las medidas -“hasta que no llevemos un par de rodajes no podremos hacer previsiones un poco rigurosas”, dice-, ni contempla que haya quien escriba específicamente para poder rodar durante la pandemia sin riesgos, si acaso “adaptarán un poco lo ya escrito”.

“Creo que todos hemos pasado por momentos de incertidumbre, es inherente a la profesión, pero ahora -se preocupa Querejeta- se suma esta otra inseguridad más”. Su última cinta, “Invisibles”, es su “hija” más deseada, nacida ya en los tiempos convulsos de crisis. “Cuando se reabran los cines -que no sé si alguien querrá ir al cine, comenta-, la película estará en las salas, nos queda una segunda bala aunque sea una bala incierta, antes de llevarla a las plataformas”.

Hace unos días, la Fundación AISGE le pidió a la cineasta su colaboración para ayudar a actores encerrados en sus casas. “Elegí explicar un poco las self-tapes”, explica: esas pequeñas grabaciones caseras en las que los intérpretes se presentan a los directores de casting, o ahora, participar en colaboraciones no presenciales, una “pildorita”, dice con generosidad. Son consejos tan sencillos y útiles como grabarse con luz natural donde te encuentres cómodo, mejor, en interior; llevar ropa y maquillaje sencillos -nada de rayas, flores o colores estridentes-; tomar dos versiones del texto en planos corto y medio -si se puede, montar ambos- y si hay réplica de diálogos, que sea fueran de plano. Y cuidar el sonido, recuerda Querejeta. “No hay nada más angustioso que ver una secuencia y no oír”. “Para mí son cosas importantes, pero esto es muy subjetivo, igual a otros directores les parecerá otra cosa”, apunta la directora de Felices 140, también profesora de actores desde hace años.

La cineasta regala una última reflexión: “Hace mes y medio estaba tan impactada con lo que ocurría que pensé que esto nos iba a cambiar y nos haría reflexionar. Pero según pasa el tiempo tengo la extraña sensación de que todo esto quedará como una dolorosísima anécdota, sobre todo para la gente que ha perdido a familiares, pero los demás -indica-, me parece que volveremos adonde salimos”. “Y me parece lamentable. Tanta pérdida de vidas, tanto esfuerzo y tanto sufrimiento deberían servir para reconsiderar, al menos, algunas cuestiones de índole social”.

“Cuando todo acabe volveremos adonde salimos, y me parece lamentable”

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