- Recuerda Daniel Oyarzabal un concierto de la Orquesta Sinfónica de Euskadi hace más de dos décadas en el Conservatorio Jesús Guridi. En el programa, una de las creaciones de Gustav Holst. "La escuché y pensé: voy a hacer un arreglo para órgano y percusión de él... y aquí estoy más de 20 años después, dándole vueltas a la misma idea", sonríe el músico vitoriano. Fue el germen de un proyecto que se ha venido cocinando durante este tiempo a fuego lento, una apuesta que ahora da un nuevo paso con la publicación del disco Bolero. The Orchestral Organ (Odradek Records), una iniciativa que sigue abierta de cara a futuro.

"Como organista me encanta la música sinfónica y me apasiona la percusión. De hecho, recuerdo que en Vitoria, en la Banda Municipal, desde muy pequeño ya tocaba el bombo, el xilófono...", una triple curiosidad que se fusiona aquí a través de diferentes obras del propio Holst, Camille Saint-Saëns, Nikolai Rimski-Kórsakov, Jesús Guridi, Modest Mussorgski, Johann Sebastian Bach y Maurice Ravel. "Quien no haya escuchado discos de órgano se sorprenderá mucho y dirá: ¡no sabía que con el órgano se podía hacer esto, esta sonoridad tan orquestal, encima con el color de la percusión! Y los oyentes que sí están acostumbrados, en realidad, van a tener una percepción parecida, porque no se han encontrado nunca una sensación tan orquestal y con la ayuda de la percusión".

"Ha sido un proceso muy largo pero totalmente enriquecedor. Es un proyecto de más de 20 años que no he podido hacer antes básicamente por la agenda, pero que no va a para aquí". De hecho, mientras espera que a lo largo de 2021 y 2022 se puedan ir realizando conciertos con este repertorio por diferentes grandes salas de distintos países, tiene sobre la mesa un segundo álbum en la misma línea "con obras igual de interesantes pero tal vez menos conocidas por el público". Todo llegará. De momento, hay que saborear un disco materializado en los últimos años, siendo el acicate definitivo un recital ofrecido en el Auditorio Nacional de Madrid. "Ahí me puse las pilas" en un proceso que vivió otro hito importante en 2018 con la grabación de este trabajo en la Catedral de León. "Es absolutamente excepcional y tenía claro que el registro tenía que ser allí". Dicho y hecho. "Es un repertorio que te exige estar muy concentrado, que requiere, y a muchos niveles, un gran virtuosismo".

Hasta llegar a ese instante, eso sí, hubo un trabajo "muy laborioso" para llevar las partituras a su campo. "El proceso que tengo de hacer los arreglos es distinto al de otros compañeros. La gente coge la partitura de orquesta y va escribiendo. Yo no lo hago así. Dejo la partitura orquestal encima de la mesa. Conozco muy bien las piezas. Y con cada una voy probando, buscando esa sonoridad. Es un proceso absolutamente maravilloso, lo que pasa es que requiere mucho tiempo. Es algo que hay que tomarse con tranquilidad. De hecho, eso es lo bonito del disco, que se ha hecho con cero estrés. Como es un proyecto personal, no ha habido presiones externas y eso ha hecho que todo fuese funcionando bien. Se ha hecho con cuidado y sin prisa. Un proyecto tan vital como éste hay que hacerlo con cariño", una senda en la que ha sido fundamental, además, el aporte desde la percusión de Juanjo Guillem y Joan Castelló. "Ellos nunca habían hecho algo así, aunque los percusionistas tocan en millones de propuestas de todo tipo". En este sentido, Oyarzabal apunta que la percusión es un mundo que le fascina. "Por ejemplo, cuando amigos con hijos queriendo hacer música me preguntan qué recomiendo, siempre digo que se apunten a un coro y que toquen percusión. ¿Por qué? Porque ahí está un sustrato enorme de la música".

Entre los tres se ha afrontado una aventura en cuya primera entrega discográfica tenía que estar sí o sí el Bolero de Ravel. "La primera vez que toqué algo en esta línea de cara al público fue el Bolero y en la Catedral de León hace cuatro o cinco años. No puedo describir la emoción que me produjo ese instante", recuerda el intérprete, al tiempo que explica que el listado de compositores y obras que tiene en mente para aplicar el mismo proceso es casi interminable. "Daría para muchas más partes", describe mientras juega con la idea, para la segunda entrega, de incluir, por ejemplo, alguna pieza de Sergei Prokofiev. "Pero es un proceso largo, de años..., así que ya veremos cómo avanza".

De hecho, Oyarzabal reconoce que este tiempo de confinamiento obligado por la pandemia no le está dejando muchos huecos libres. "Estamos en casa sin parar de hacer cosas con los niños", ríe el intérprete vitoriano, quien desde hace ya unos años reside en Madrid. Eso sí, el covid-19, como en el caso del resto de compañeros del sector cultural, ha dejado su siempre intensa agenda en el aire. "A corto plazo, el panorama lo veo muy mal. Pero no tengo capacidad para imaginar qué va a pasar de aquí a seis meses, por ejemplo. Sí que sé que de aquí a septiembre, el golpe a la cultura va a ser tremendo. Demoledor. Pero a partir de ahí es imposible saber. Además, cuando se puedan empezar a hacer cosas, ¿la gente va a ir a los conciertos al principio? ¿va a poder económicamente? ¿va a querer o va a tener miedo?... Se me escapa qué puede pasar", reflexiona. "Además, no soy buen adivinador. Me acuerdo que cuando salieron las carcasas de colores para los móviles, pensé ¿y esto, quién lo va a querer, si el móvil es para llamar y punto?".

No pierde de vista tampoco a quienes se están formando en la música, a esas nuevas generaciones que también en estos tiempos han visto como su educación cultural se ha visto trastocada. Sea como fuere, "siempre les suelo decir a los jóvenes: si realmente te ves a ti mismo como músico dentro de diez años, porque es algo que lo sientes dentro, jamás se te ocurra dejarlo a un lado. ¿Te ves como músico? Sí, pues no puedes dejarlo porque si lo dejas es algo de lo que te vas a arrepentir seguro. Si lo sientes, tienes que intentarlo. Hay que luchar. La felicidad está totalmente unida a hacer lo que te gusta. El no intentarlo no es una opción. Luego ya veremos qué pasa, pero inténtalo".

"Éste es un proyecto que tenía pensado desde hace más de 20 años y que no para aquí"

"Si eres joven y te ves dentro de diez años como músico, ni se te ocurra dejarlo, hay que luchar"

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