Vitoria - Con David Mengual al contrabajo y Toni Vaquer al piano, Gonzalo del Val regresa mañana a la capital alavesa tras pasar hoy por Miranda de Ebro, donde ofrecerá un concierto especial junto a la Orquesta de Cámara Gregorio Solabarrieta, una actuación que también se producirá en Vitoria en el marco de Ondas de Jazz, aunque eso será el próximo mayo. Lo cierto es que la agenda del músico y compositor tiene muy pocos huecos para este 2020, sin perder de vista el camino formativo que desarrolla en el Centro Superior de Música Liceu de Barcelona. Así que la ocasión de volver a verle mañana en el Dazz a partir de las 19.00 horas es inmejorable.
Conoce a la perfección el Dazz, a donde regresa mañana. ¿Qué ofrecen a los músicos estos lugares tan íntimos y cercanos?
-Una de las mejores cosas que hay es tener al público tan cerca. Obviamente, nuestra carrera profesional tiene que girar en torno a diferentes escenarios y claro que nos gusta llegar a grandes audiencias y queremos tocar en festivales en los que tu trabajo puede llegar a más gente. Pero en cuanto a la calidez del mensaje, la sensación que tienes en estos lugares más pequeños es más intensa. Hombre, también hay que decir que hay muchos locales, pero no hay tantos como el Dazz. Me refiero a que allí se cuidan todas las cosas importantes por las que un músico se siente a gusto desde que llega hasta que se va. Eso significa que hay un trato especial hacia la música. Y no sólo por parte del local. Allí ves al público quedarse por completo en silencio desde la primera nota esperando a disfrutar de lo que va a pasar. No creas, eso no es tan común por otros sitios.
En esta ocasión, ¿qué se va a encontrar el público?
-Con este trío llevamos unos diez años desarrollando una línea, aunque es verdad que el pianista titular es Marco Mezquida. Es un repertorio de originales compuestos tanto por mí como por Marco y David. Y sumaremos algún standard. Pero hay que tener en cuenta siempre cómo te sientes en el espacio en el que tocas. Incluso hay ocasiones que en la prueba de sonido es cuando decidimos qué vamos a tocar justo en ese lugar. Al final, es una excusa para juntarnos y poder tocar. Se trata de eso
Pero hoy hace un tipo de concierto, mañana otro, luego se va con el Anders Bergcrantz Electric Bass Trío, con Eddie Mejía, con... ¿No es un poco complicado no volverse loco con tantos repertorios diferentes en la cabeza?
-(Risas) Es una de las capacidades a las que el músico tiene que estar dispuesto. Un músico de jazz tiene que estar dispuesto con cada proyecto que le llegue a sus manos a dar lo mejor, a adaptarse y a hacer que esa música sea la mejor posible desde su parte. En los últimos años tengo la suerte de poder participar en muchos proyectos, además de diferente calado, y eso exige ser consciente de todo lo que tienes que trabajar, de las diferencias estéticas y musicales. Hoy tocamos como trío pero con una orquesta de cámara de 18 intérpretes en un teatro. Eso nos va a llevar a tocar muy diferente con respecto a lo que vamos a hacer mañana en el Dazz.
En mayo volverá a Vitoria con ese proyecto con la Orquesta de Cámara Gregorio Solabarrieta. ¿Qué puede adelantar de esa propuesta?
-Es un proyecto que nace de mi encuentro con el director de orquesta Asier Puga. Los dos somos de Miranda de Ebro, pero él estuvo una temporada viviendo en Barcelona y aquí nos juntamos. Llevábamos tiempo diciendo que teníamos que hacer algo juntos. Quedamos en hacer este proyecto. Le comenté que tenía a la persona indicada porque Toni es un gran arreglista y compositor, así que nos juntamos los tres y fuimos hacia adelante con esta idea de juntar a la orquesta que él dirige y en la que hay músicos de Burgos pero también del País Vasco, Navarra y otras zonas del norte, con el trío de jazz.
Todo ello sin olvidar su faceta didáctica. ¿Cuesta mucho transmitir lo que uno hace, en realidad, casi de manera natural?
-Como todas las profesiones, enseñar es complicado. Me encanta enseñar, poder compartir. Me interesa trasladar todas las experiencias que uno tiene en los escenarios. Nunca he trabajado para ser profesor pero sí que realmente me gusta dar clases y trato de compartir todo lo que se aprende en las tablas.
¿Qué cree que encuentran los jóvenes en el jazz siendo en 2020 un género que para nada es mayoritario?
-Eso nos ha pasado a todos los que nos dedicamos a esto. La música no tiene nada que ver con las ventas, con lo que se lleva o no. Nos atrapa un género, un estilo, y te da igual qué se lleva por la tele o lo que la gente escucha de manera masiva. Cuando quieres dedicarte a una música el resto de tu vida, lo demás da igual. Los alumnos que tengo ahora no piensan en si sus amigos están escuchando trap o si sus familia les mira con los ojos raros. Supongo que pasa lo mismo con un poeta. ¿Qué te lleva a escribir poesía si realmente vas a vender muy poco? Es que es algo que te atrapa. Lo único que sabes es que no puedes vivir sin ello. Cada vez que subo a un escenario es un día especial. El resto... bueno, ya sabes que son malos tiempos para la lírica.
Pero uno que sabe lo duro que es el mundo profesional, ¿cómo traslada a esos jóvenes la ilusión por meterse en él?
-La única forma de animarse es escuchar discos. Cuando escuchas y ves qué cosas tan maravillosas se pueden construir, cuando ves qué puedes hacer con la música, eso es lo que más anima. A partir de ahí, tienes que saber que si no das el 100%, no lo vas a tener nada fácil.