madrid - Tras conseguir 9 nominaciones a los Goya con su debut, 1898. Los últimos de Filipinas, el director madrileño Salvador Calvo pone cara y cuerpo, voz y emociones al drama migratorio en torno a la valla de Melilla en Adú, con la ayuda de un reparto encabezado por Luis Tosar y Anna Castillo.
Producida por Telecinco Cinema y rodada entre Benín, Melilla, Marruecos, Murcia y Madrid, la película ofrece una visión poliédrica de la inmigración, centrada en las dificultades de sus protagonistas, sin olvidar la perspectiva de la Guardia Civil que trabaja en la valla ni la de los occidentales con sus propios problemas. “El acierto de la película es ese, no es maniquea, sino que defiende con dignidad a cada personaje con sus postulados”, afirma Tosar, que da vida a un trabajador de una ONG que protege a los elefantes pero tiene problemas para empatizar con los humanos.
Tanto Tosar como Álvaro Cervantes, que interpreta a uno de los guardias civiles, participaron en la primera película de Calvo. Fue durante aquel rodaje, en Gran Canaria, cuando empezaron a oír historias de inmigrantes que llegaban en patera a la isla que les pusieron los pelos de punta. Por un lado, el caso de un niño de seis años que había sido engañado para destinarlo a la venta de órganos en el mercado negro. Por otro, un niño somalí de 15 años violado sistemáticamente por su tío, un señor de la guerra, que huyó y consiguió llegar a Canarias prostituyéndose para reunir el dinero necesario para pagar la patera. Calvo y su coguionista Alejandro Hernández decidieron juntar a esos dos personajes en la ficción. Para el papel principal hicieron un casting en Benin y al cabo de muchas semanas encontraron al pequeño Moustapha Oumarou, que es la imagen de la película. “No encontrábamos a nadie con la chispa y el carisma necesarios y la directora de cásting propuso que nos acercáramos más a la frontera con Níger, aunque era más peligroso”, explica Calvo.
Efectivamente, allí se cruzaron por la calle con un niño no escolarizado que les dijo ‘oye, blancos, ¿que estáis haciendo?’, y ése terminó siendo Adú.
Según datos de ACNUR que se recuerdan en un rótulo al finalizar la película, más de 70 millones de personas abandonaron forzosamente sus hogares por guerras, persecuciones o pobreza en el año 2018 y la mitad de ellos eran niños. “Verlo en ficción te coloca de manera más real en el lugar en el que deberíamos estar más a menudo”, señala Tosar, “las noticias nos insensibilizan, por volumen o por repetición, estamos anestesiados”.
En un momento en que, con el auge de la ultraderecha, el miedo al inmigrante se azuza públicamente, el equipo de Adú confía en que los votantes de Vox acudan a ver esta película, que llega a los cines el 31 de enero.