Madrid - “Un país, salvo casos excepcionales, no se jode en un día” y los países latinoamericanos “han vivido un largo proceso en el que han ido perdiendo oportunidades”, aseguró ayer el escritor Mario Vargas Llosa, y agregó: “nuestra responsabilidad en el fracaso de Latinoamérica es gigantesca”. Así lo señaló el Premio Nobel de Literatura este martes en Madrid en la presentación de su nueva novela, Tiempos recios (Alfaguara), en la que relata el golpe militar que acabó en 1954 con un gobierno democrático en Guatemala, auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA.
“Mi impresión es que si Estados Unidos en vez de derrocar a Jacobo Árbenz hubiera apoyado sus reformas, probablemente otra sería la historia de América Latina”, ya que esa operación radicalizó a Fidel Castro y “llevó a jóvenes de Latinoamérica, yo entre ellos, a pensar que la democracia era imposible y que había que buscar el paraíso comunista: eso nos retrasó medio siglo más”. Por ello, el Nobel dijo que es una obligación para los latinoamericanos reivindicar la figura de Árbenz. Eso sí, admitió que este episodio no es suficiente para cambiar la Historia porque “un país no se jode en un día”.
El escritor recordó en una multitudinaria rueda de prensa que se ha prolongado durante más de una hora en la Casa América de Madrid, cómo surgió la idea de escribir esta novela, que sale en 20 países con una primera tirada de 180.000 ejemplares. Fue en una cena hace unos tres años en República Dominicana, cuando un conocido le dijo que tenía una historia que contarle para que escribiera una novela algo que, recordó, le hizo pensar: “¡Dios mío, otra más no!”, porque, aseguró, basta que le cuenten algo para que lo escriba para no hacerlo. Pero por primera vez, la historia le dejó muy intrigado: se trataba de la implicación del general Trujillo -el dictador dominicano que protagonizó su novela La fiesta del Chivo- en la caída de Jacobo Árbenz y cómo apoyó el golpe militar de Carlos Castillo Armas, para tres años después implicarse en el asesinato de este último.
En su novela hay muchos hechos históricos “y dónde había blancos, vacíos o controversia he puesto la imaginación”, e insistió en que su obra es una novela, no un libro de historia. Pero investigó mucho porque “hay que investigar para poder mentir con conocimiento de causa”, comentó, y reconoció que ha reconocido que esta historia sobre Guatemala, un país que conocía poco, no le habría atraído de igual forma si no hubiera escrito antes La fiesta del Chivo. Una historia que expone una América Latina “odiosa, detestable, de dictadores, de violencia política, que afortunadamente ya no existe, ya que hoy no hay dictaduras militares, aunque sí ideológicas, como Cuba o Venezuela”, indicó. Y aunque hoy en día haya democracias imperfectas, corruptas o haya populismo o demagogia o estragos del nacionalismo en América Latina, la dicotomía existente en el pasado entre dictaduras militares y revolución comunista ya ha desaparecido, señaló.
El golpe de Estado en Guatemala, en tiempos de la Guerra Fría, tuvo una enorme repercusión en toda Latinoamérica. Y -recordó- fue dramático porque Jacobo Árbenz, que quería imitar para su país la democracia de Estados Unidos, fue acusado de ser un agente soviético por la CIA. El golpe de Estado contra este presidente, que “no era comunista, sino anticomunista”, remarcó Vargas Llosa, - Efe