Vitoria - No se trata sólo crear, producir y distribuir lo propio, que también. Dentro de las señas de identidad de Paraíso, Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud, se encuentra la vocación de investigar, desarrollar y compartir en torno al teatro en particular y la cultura en general, una apuesta que tiene en Europa un territorio fecundo. Pasó así con el programa Small Size Performing Arts for Early Years -del que la compañía de Abetxuko fue parte fundamental-, que completó sus objetivos hace un par de años. Y viene sucediendo de la misma forma desde 2018 con el proyecto Mind the Gap, pensado para trabajar en el acceso a la educación y la cultura para la generación de capacidades en el territorio transpirenaico, aunando los esfuerzos y el conocimiento adquiridos por los doce socios participantes, entre los que se incluye el grupo vitoriano.

Una de las labores derivadas de este plan pasa por acoger a diferentes componentes del proyecto, algo que Paraíso ha hecho durante las dos últimas semanas con un grupo de jóvenes llegados desde Burdeos de la mano del Centro de Capacitación en Métodos de Educación Activa (Cemea) francés. Son, en concreto, una veintena de personas que están en pleno proceso de formación para poder trabajar en el sector cultural y de mediación socio-cultural. “No tenemos algo parecido en nuestro sistema”, se lamenta Pilar López, responsable de Paraíso.

Pero más allá de las diferencias en cuanto a titulaciones, los jóvenes participantes, como ellos y ellas explican, han acudido a tierras alavesas buscando conocer diferentes ejemplos de organización y gestión de espacios sociales y culturales, un objetivo que les ha llevado, por ejemplo, a adentrarse de lleno en la red de centros cívicos. “Hemos hablado sobre el sistema, sobre sus bondades y deficiencias, y hemos hecho una visita al proyecto del Beñat Etxepare y sus 25 años de historia, viendo un espectáculo con los niños y las niñas”, apunta López, mientras varios de los participantes en esta experiencia destacan edificios como el de Zabalgana y el hecho de que los centros cívicos “estén abiertos a toda la ciudadanía. Hay mucha mezcla de gente”, dicen.

También han acudido al Centro de Salud Mental para conocer la existencia de los grupos de teatro, pintura, textil y demás... con los que han compartido hasta alguna que otra taza de chocolate. O han estado en el colegio Nazareth, en el EPA Paulo Freire, en... Asimismo, para tener la referencia más allá de la ciudad, han acudido a Laguardia y Lapuebla de Labarca, acompañando a Paraíso en su programa de teatro escolar por Álava.

“Ellos ya saben cómo funcionan las cosas en Francia porque casi todos trabajan en una organización o en una asociación mientras están estudiando. Pero venir aquí les sirve para ver otras formas de hacer, desde lo institucional pero también desde el trabajo de calle”, describe Franck Buijtenhuijs, del Cemea. “Cada uno ha tenido un lugar para observar, entender y después hacer propuestas de proyectos”, a lo largo de esta estancia de dos semanas que concluyó ayer.

Han sido jornadas intensas de trabajo en un territorio en el que, en contra de lo que pudiera parecer, ellos y ellas detectan mayor desarrollo en el acceso a la cultura aquí que en su lugar de origen. “Trabajan en la mayoría de los casos en barrios periféricos, no en el centro de Burdeos, donde hay mucha oferta y espacios para la cultura, pero están destinados a la elite. Pero en los centros sociales, que serían semejantes a vuestros centros cívicos, no hay tanto dinero para el acceso de la cultura de toda la gente”, señalan los jóvenes, que también apuntan que en su ciudad “a veces hay tantas cosas gratuitas a la vez que es complicado saber qué hacer”.

De todas formas, en la maleta de regreso a casa se llevan muchas ideas, conversaciones (incluso algún dibujo creado con el grupo de pintura del Centro de Salud Mental) y propuestas, el gran objetivo de esta visita en el marco del proyecto Mind the Gap, en el que Paraíso cuenta aquí con el apoyo del Ayuntamiento de Gasteiz y la Fundación Vital. “El intercambio es fundamental” coinciden López y Buijtenhuijs, más allá de que los estudiantes también apuntan que a lo largo de estas dos semanas ha habido tiempo de desconectar de la agenda entre, por ejemplo, las calles del Casco Viejo.