Vitoria - Va a ser un viaje relámpago en el que la cantante, compositora y productora bilbaína -aunque lleva ya unos años instalada en Madrid- se estrenará en Gasteiz. En concreto, será mañana a las 20.00 horas cuando Noa Lur se encuentre con el público del Dazz, una cita en la que mirar a sus discos y proyectos (los álbumes Badakit y Troublemaker y la propuesta Jazz For Children), aunque también habrá tiempo para alguna que otra sorpresa.
¿Primera vez en Vitoria, verdad?
-Eso es. En Bizkaia sí he actuado más y en distintos escenarios pero todavía no había estado en Álava.
¿Qué le va a ofrecer al público en este primer encuentro?
-La idea es proponer temas tanto de Badakit como de Troublemaker y hacer algún guiño a Jazz For Children. Claro, vamos en un formato, con Tony Pereyra a la guitarra, que no tiene mucho que ver con Troublemaker, que es un disco con muchos músicos y con una producción muy grande. Me apetecía reencontrarme un poco con esta parte más íntima, que además conecta con mis inicios. Badakit es un disco, por ejemplo, a piano y voz, con un planteamiento aparentemente minimalista. De todas formas, no se trata de hacer algo excesivamente sencillo, por así decirlo, a guitarra y voz porque, hoy en día, hay una parte que la tecnología nos facilita, unos recursos que también nos ayudan a jugar, a experimentar con los sonidos y las texturas. Se trata, por tanto, de explorar zonas nuevas de temas que ya están ahí. Y haremos alguna otra cosita...
¿De su próximo disco?
-No, no en ese sentido. Sino que ofreceremos canciones con las que, de alguna manera, ahora mismo estoy conectada... y alguna canción vasca pasada por mi tamiz personal.
Le decía lo del próximo álbum porque seguro que su faz de compositora no se detiene.
-Bueno... hay temporadas (risas). Hay momentos en los que te da más por componer y otros por cantar. Estoy escribiendo cosas nuevas, claro, pero ahora mismo me encuentro más en esa etapa de cantar. También sucede que para escribir cosas nuevas te tienen que pasar cosas nuevas. Y vengo de cinco años sin parar, en los que he grabado tres discos y ha sido una locura. Por eso, ahora necesito esa sensación de estar en el papel de la intérprete.
¿Se llevan bien la cantante, la productora y la compositora?
-Se llevan bien pero es verdad que la productora siempre es la más tocapelotas (risas). Claro, es la que está marcando tiempos, presupuestos... la que está manejando la parte, por así decirlo, menos divertida o creativa de todo esto. A veces tengo un poco de sensación de Gollum, hablándome a mí misma. Pero las tres convivimos bastante bien. Soy muy organizada y no me cuesta tanto. Hay músicos a los que les cuesta bastante darle forma a esa parte de la producción, la promoción... se les hace muy cuesta arriba. A mí, sin embargo, me encanta. Hoy en día, en la música, los papeles están muy desdibujados y los músicos tenemos que hacerlo todo nosotros. Ahora, en este campo, hay que ser muy todoterreno y desarrollar habilidades sociales, artísticas, organizativas... Hay que estar muy preparado como persona y como profesional para moverse en el mercado.
Y hacerlo en un género que no es precisamente el mayoritario hoy. ¿Qué le ofrece el jazz para haber optado por su camino para expresarse artísticamente?
-El jazz es un espacio de absoluta libertad en el que poder expresarte, en el que no hay barreras y en el que, cuando de alguna manera controlas el lenguaje después de formarte y aprender, te encuentras con una música que te hace libre. Puedes jugar. Que una canción pueda tener una forma distinta cada vez que la tocas es absolutamente mágico. Eso es el jazz. Eso, en otros géneros que son más estructurados, que siempre se interpretan de la misma manera, no se produce. Puedes terminar con la sensación que tiene alguien con un trabajo repetitivo, monótono. Los jazzistas somos gente espontánea, que necesita tener esa sensación de salto al vacío cada vez que vamos a un escenario. No saber qué va a pasar, teniendo las herramientas para poder lidiar con la incertidumbre. Eso es lo que nos engancha al jazz. Vamos a jugar, sabiendo dónde voy a empezar pero sin tener muy claro dónde voy a terminar.
Mañana juegan en un lugar íntimo como el Dazz.
-Y te relacionas con el público de otra manera por el mero hecho físico de tener a las personas más cerca. Eso ya influye. Ver la cara de la gente, sus gestos, sus reacciones... es mucho más directo y todo el rato. No puedes escapar de eso y es algo que a mí me encanta.