Vitoria - “La verdad es que el montaje ya viene con mucha fama, tanta que se está desparramando. No sé si está feo que lo diga yo, pero es que está muy bien, no nos engañemos. Aún así, siempre es muy satisfactorio llegar a un teatro y que esté todo ello desde hace tiempo”, dice Paco Mir. Eso sí, el director de Jazz Bodas de Fígaro no podrá estar hoy en la capital alavesa ya que sus compromisos como actor le tienen en Andorra. “Cuando puedo sí que voy a ver la obra porque me da la oportunidad de convertirme en espectador, que es algo que me gusta”.
En concreto, esta fusión entre la ópera y el humor se representará a partir de las 20.30 horas sobre las tablas del Félix Petite (centro cívico Ibaiondo). Eso sí, no hay ni un sólo hueco libre para dejarse llevar por esta singular propuesta. “La prueba del melómano con la ceja levantada y que viene a ver el espectáculo dispuesto a cargárselo ya la hemos pasado y ganado con creces. Nosotros no nos cargamos a Mozart, nosotros nos apoyamos en Mozart para crear un nuevo espectáculo, siempre desde la admiración por su genio. Los cantantes cantan tal cual cantarían en el Real. No cantan diferente. Pueden ser mejores o peores voces, pero la partitura es la misma. Lo único es que el acompañamiento, en vez de ser el de una orquesta, es el de un trío de jazz. Y eso, que parece una locura, resulta que es un valor añadido. Casa perfectamente, no hay nada raro. Es más, poco a poco los melómanos van entrando en algo que hacemos desde el respeto máximo a Mozart”.
Eso sí, la ópera no se representa como tal, sino que Mir, encargado también de la adaptación, cambia el contexto. “Hay una trama paralela que es la creación de un espectáculo desde el minuto uno, cuando los cantantes se encuentran con el director y leen por primera vez la obra, las Bodas de Fígaro. Y de ahí, les acompañamos hasta la noche del estreno. De esta forma, el espectáculo va creciendo de manera paulatina y se van añadiendo escenografías, atrezzo, vestuario, peluquería? de manera que, mágicamente, en el cuarto acto ves que todo está montado y que, por ejemplo, esos músicos que habían empezado en camiseta ahora llevan esmoquin”.
Todo ello lo verán y lo disfrutarán quienes tengan ya su entrada en la mano, compartiendo un montaje que “se va asentando” desde su estreno, consolidando una apuesta en la que, por supuesto, el humor tiene un papel protagonista junto a la música.