Vitoria - Dentro de la prolífica y premiada trayectoria profesional de Vera Mantero también hay tiempo para compartir conocimientos. Es, de hecho, lo que está haciendo a lo largo de esta semana en su primera visita a Vitoria. Con Artium como lugar de trabajo, está desarrollando un taller que también se va a completar esta noche con un encuentro con el público (el acceso es libre hasta completar el aforo). Todo ello gracias al programa danZálava que impulsa el colectivo alavés Altraste Danza.

¿Cómo plantea su encuentro con los espectadores que hoy a las 20.00 horas acudan a verla?

-Tampoco lo tengo muy definido (risas). No se trata ni de ofrecer un espectáculo ni una conferencia más formal y todavía estoy dándole forma. Tendremos vídeo, hablaré, veré si se genera el ambiente para danzar...

Uno de los objetivos que tienen estos encuentros es ayudar a romper la barrera que siente el gran público de aquí cuando escucha las palabras danza contemporánea. ¿Qué más hay que hacer para salvar ese problema?

-La mejor manera de romper con ese miedo es mostrar mucho trabajo y que la gente se habitúe a ver con familiaridad estos trabajos. Si no tienes libros en tu casa, no vas a leer nunca. Con la danza, igual. O el cine. Pero cuando hay oferta, la cosa funciona. Incluso en lugares pequeños. En Portugal, por ejemplo, hay varios bailarines y coreógrafos importantes que vienen de pueblos o lugares pequeños, gente que cuando ha tenido una trayectoria ha vuelto a sus localidades de origen para llevar la danza contemporánea. Es un camino que hay que alimentar de manera constante, una labor de programadores y organizadores, con el objetivo de trabajar un público.

La cita de hoy se enmarca en el curso de formación que está desarrollando esta semana. ¿Da tiempo en cinco días para mucho?

-Pero ya estamos acostumbrados a estos formatos, incluso de un fin de semana. Intentamos dar herramientas y abrir posibilidades a los asistentes. En este taller me estoy encontrando con un grupo muy variado, pero más allá de quién acude, tengo como un plan para cuando estos encuentros duran una semana. Se trata de ir dando posibilidades de experimentar determinado tipo de procedimientos.

¿Qué se lleva usted de estos talleres, de estas convivencias?

-Intento sacar cosas para que todo esto no termine siendo una repetición. Y hago pequeños experimentos. Por ejemplo hoy [por ayer] he mezclado dos prácticas que no había unido hasta ahora y me ha encantado lo que ha pasado. Hace tiempo que quiero hacer un libro con cosas que escribí en su momento, con las herramientas que uso para mi práctica y que me gustaría que quedasen plasmadas por si hay gente que quiere conocerlas y aprovecharlas. Me está ayudando una chica, que es una teórica de los estudios de la performance, a darle forma, pero estos días en Vitoria, este taller, me está ayudando a repensar sobre los contenidos del libro.

¿La danza todavía tiene que enseñarle algo, sorprenderle?

-Todos, en nuestras áreas, debemos tener estrategias para no cristalizarnos, para permanecer interesados e interesantes, y eso es todo un trabajo que también tenemos que desarrollar en nuestra vida íntima, para no quedarnos parados en el sofá, sin ganas. Y es un trabajo hacerlo en un mundo que cada vez parece más difícil. Necesitamos esperanza, idea de futuro, idea de que las cosas son posibles, que esto no es algo sin sentido... Tenemos que inventar nuestros caminos para permanecer en una perspectiva de que todo esto merece la pena.

Seguro que en talleres como éste, en charlas y demás, hay gente joven que quiere dedicarse de manera profesional a la danza contemporánea y le pide consejo.

-Sí (risas). En primer lugar, diría que, para empezar, hay que intentar conocer mucho, ver obras, familiarizarte con lo que se ha hecho en el pasado y en los últimos tiempos. Como en el cine o en la literatura, tienes que conocer lo que ha pasado hasta ahora porque si no, crees que estás inventando la pólvora. Tienes que conocer la historia de la danza, de la performance, del teatro experimental... e ir a ver. Ver las obras es importantísimo, también las pasadas dentro de lo que puedas encontrar que está filmado. Ten en cuenta que la historia de la danza moderna empieza casi al mismo tiempo que el cine. Es verdad que hay cosas preciosas que no fueron filmadas, como pasó con Nijinsky, pero sí puedes encontrar otros materiales. En segundo lugar, tienes que conocer las otras áreas artísticas, la historia del pensamiento, leer a los teóricos, a los filósofos, a los historiadores... enterarte de cómo, hasta ahora, hemos intentado comprender dónde estamos y lo que somos.

Eso es difícil...

-Sí, pero fundamental. Si no, estaríamos haciendo un trabajo superficial. Y cuando eres joven tienes mucho tiempo (risas). Bueno, cada vez menos, me parece. Mira, en este sentido, te diría que también es importante darse tiempo para experimentar, para sentir, para dejar crecer las necesidades y los deseos. Por último, recomendaría estar atento a lo que llamo problemas ético-estéticos.

¿A qué se refiere?

-Un trabajo puede ser arte, estar bien construido, tener una composición interesante... pero si ese trabajo sufre, por ejemplo, de vanidad, no me interesa. Hay problemas que son éticos que se terminan convirtiendo en ético-estéticos y me parece importante que un joven se de cuenta.

Por cierto, ¿le ha dado tiempo a ver algo de Vitoria?

-Muy poco, pero he estado caminando por el Casco Histórico y no sé si lo sabes, pero es muy bonito (risas). Espero tener tiempo para ir a la Catedral porque me parece muy interesante esa idea de visitarla mientras se está trabajando en ella.