Madrid - Así lo subraya el veterano músico de manera vehemente en los minutos iniciales de una entrevista en la que no solo echa la vista atrás, “a los treinta y tantos” discos de estudio que lo saludan, sino a su futuro musical, con un posible álbum al que anda dando vueltas, y, cómo no, al presente político de Cataluña.

Si no se retira, ¿por qué ahora esta discografía?

-No hay una razón especial. Hubo unas conversaciones con la discográfica, que pensó que era buen momento. Me pareció bien porque es un producto que no existía, especialmente la versión reducida de vinilos (que aún una selección suya de álbumes en castellano y en catalán).

En esa caja hay al menos un disco por década. ¿No ha tenido época mala?

-Ha habido malas canciones en buenos discos, pero sin las peores no se harían las mejores. Hay canciones poco valoradas, algunas porque son muy largas y eso reduce mucho su difusión y escucha, incluso su memorización.

¿También Joan Manuel Serrat ha padecido su ‘Bohemian Rhapsody’, ese trabajo rompedor que no fue entendido de primeras?

-En esta misma compañía tuve un director artístico que repudió un álbum completo. Para mí fue realmente violento y tuve que pelear mucho para que se publicara y para cantarlo. No diré cuál. También me ha pasado que me dejaron hacer un álbum sin ninguna convicción porque era un capricho mío, el de Antonio Machado, de 1969, que fue un éxito.

¿Ese disco fue más decisivo para usted que ‘Mediterráneo’ (1971)?

-El más importante en cuanto a abrir caminos fue el disco blanco (Mi niñez, 1970), con grandes canciones más de concierto que de bolo.

Miguel Hernández, Antonio Machado, León Felipe... ¿se le ha quedado la espina clavada de musicar a otro poeta?

-He musicado dos discos de Hernández, uno de Machado, uno de Salvat Papasseit, otro de Benedetti y poemas sueltos... No digo que no lo vaya a hacer, pero siempre los he hecho como resultado de una llamada del libro. Nunca ha sido el cerebro el que me dijo que buscara ahí. No sé qué pasará, pero tal y como vienen dadas las cosas...

¿Por qué lo dice?

-Por mí, por la edad, por el tiempo... Si no hay algo que me mueva de una manera extraordinaria, lo más natural es que lo próximo que aparezca sean canciones mías, que por otra parte me está costando mucho escoger y ordenar. Además, son unos tiempos complicados para publicar. La forma de distribución de la música ha cambiado mucho y la mejor manera que tenga para defender esas canciones no es Spotify, sino mi presencia directa en concierto, por eso mi próximo proyecto tendría que ir muy unido al escenario.

Hay roqueros que dicen que no se compone igual según el nivel de testosterona...

-También se dice que cuando uno está triste, se escriben canciones mejores que cuando se está contento. Yo no estoy de acuerdo. Cuando uno es feliz, escribe unas canciones cojonudas. Para mí, lo que determina escribir mejores canciones es el compromiso del artista con ellas, no esperar los tiempos favorables, sino escribir ordenadamente con gran exigencia diaria, echando carbón todos los días a la máquina para que permanezca engrasada. Sabes que acabará funcionando si persistes.

¿Nunca ha sido de brotes de inspiración súbita?

-Son pocas las canciones que me han salido de un tirón. Casi siempre son fruto de mucho tiempo. Soy un pintor que pinta muy despacio, fijándome mucho en los detalles y no siempre para bien.

A su amigo Joaquín Sabina le vino muy bien trabajar con un músico joven como productor, Leiva, quien en otra entrevista comentaba que usted debería hacer algo parecido con Love of Lesbian. ¿Cómo lo vería?

-Sería un desafío muy grande para los dos. Yo espero más el resultado de la experiencia para sacar conclusiones. Pienso que Joaquín es más manejable, da más confianza, y le ha ido muy bien. Quizá lo suyo era la crónica de una dicha anunciada... Y tampoco hay muchos Leivas.

Se edita también una caja con los 20 CD en castellano de su carrera, tras la que se lanzó a primeros de año con los 12 álbumes en catalán. ¿Hay un Serrat diferente si escribe en uno u otro idioma?

-No, ni siquiera al cantar. Lo que sí es diferente es escribir textos en castellano, donde la palabra llana impera, respecto al catalán, en el que mandan los monosílabos y las palabras agudas. La acentuación es muy importante porque marca las inflexiones de la melodía.

Después de tantos años de aquellos primeros álbumes en catalán que usted ayudó a normalizar como lengua musical, ¿por qué no hay mayor flujo de discos en otros idiomas españoles fuera de las comunidades donde son cooficiales?

-Las cosas que han sucedido políticamente han ayudado poco a esto. Ahí está la frase de Manolo Vázquez Montalbán de “contra Franco vivíamos mejor”. Contra Franco había un pensamiento de respeto de la España pluricultural que se perpetuó varios años después, pero que en un momento determinado sufrió gran deterioro. En los años 80 se proclamaba el rock catalán, el vasco, gallego... No sé si estamos en una época de decaimiento artístico o de declive de la comunicación de estas cosas.

Los días 18, 19 y 21 de diciembre actúa en el Auditori de Barcelona y públicamente se quejó de lo mucho que le costó cerrar estas fechas. ¿Cómo espera encontrar el auditorio?

-Está todo vendido.

¿Ha dejado de seguirle público por sus opiniones respecto de la cuestión catalana?

-Lo ignoro, porque nadie se ha acercado a decírmelo. Me parecería muy bien si me seguían por mis opiniones. No me interesa esa relación de maestro y discípulo, pero evidentemente se ha producido un problema grave de dos Cataluñas que no se ven, no se hablan y no se entienden.