Madrid - Jon Plazaola, de un tiempo a esta parte, no sabe ni donde vive, a consecuencia de los continuos viajes entre Sevilla, Madrid y Euskadi que le exige su agenda laboral. No en vano, se encuentra en uno de los momentos más exitosos de su carrera profesional y no es cuestión de desaprovecharlo. Colaborador estival de Zapeando (LaSexta); en gira teatral con la comedia Mandíbula afilada de Carles Alberola, tanto en castellano como en euskera; protagonista junto a María León en la serie de éxito Allí abajo (Antena 3); y recién salido de la piel de Gorka Intxausti, el protagonista masculino de La pequeña Suiza, una comedia costumbrista de tintes berlanguianos, que se desarrolla en un pueblo ficticio de Burgos (Tellería), pero ubicado en el corazón de Euskadi, y que termina pidiendo su anexión a Suiza. El largometraje -dirigido por el director alavés Kepa Sojo y producido por Nadie es Perfecto- cuenta además con un elenco de lujo formado por Maggie Civantos, Ingrid García Jonsson, Enrique Villén, Secun de la Rosa, Maribel Salas, Ramón Barea, Pepe Rapazote, Kandido Uranga, Lander Otaola y Mikel Losada, entre otras colaboraciones especiales como Karra Elejalde y Antonio Resines.

Actor, humorista, presentador, director, guionista? ¿dónde se siente mejor, delante o detrás de las cámaras?

-En ambos lados me siento genial, pero ahora mismo estoy en racha en lo que a dar la cara concierne y tengo que aprovechar a surfear la ola antes de que rompa, ya habrá tiempo de estar detrás.

¿Qué le atrajo del personaje de Gorka Intxausti para aceptar el papel protagonista de ‘La pequeña Suiza’?

-Me gusta su personalidad, un hombre de acción y un tipo impulsivo de esos de primero hago y luego ya pensaré; fuera a parte de que tenemos un importante punto en común: nuestras raíces. Ambos somos de pueblos pequeños -yo de Urretxu en Gipuzkoa y él de la ficticia Tellería, un enclave de Burgos en medio de Euskadi- de los que hemos tenido que salir para buscar metas más elevadas. Yo estudié Bellas Artes en la Universidad del País Vasco y luego marché al Instituto de Cine de Madrid a diplomarme en guión de cine y televisión, y técnico en procesos audiovisuales; y él Historia del Arte en Vitoria, y después un Master en Valladolid.

¡Vaya!, inicios muy coincidentes?

-¡Exacto! y, dejando de lado los enredos amorosos de la trama, al regresar al pueblo por trabajo y en un momento complicado como es el de la petición de anexión a Suiza, le empieza el conflicto. No quiere involucrarse con esas gentes primitivas y paletas, pero se da cuenta de que son sus paletos, su vida, y de que no puede escapar de ellos ni quiere, porque son sus raíces. Y en eso Gorka es igual que yo, el crecimiento que conlleva salir del hogar lo comparto siempre con los míos cada vez que regreso y al revés, todo lo que me han enseñado los míos desde la cuna lo llevo conmigo donde quiera que vaya, es inherente a mi persona, y orgulloso además.

Tengo entendido que ya conocía al director, Kepa Sojo.

-Sí, tanto Kepa como Sonia (Pacios, la coguionista) son amigos, y desde este rodaje mucho más. Les conozco de los festivales Humor en corto de Arrigorriaga y el Cortada de Vitoria. Para mi Kepa siempre ha sido mi maestro cortometrajista, además de una persona entrañable. De hecho, si la película tiene la mitad de la entrañabilidad que tienen estos dos, va a ser un éxito seguro.

¿Cómo ha resultado la experiencia de trabajar a las órdenes de un amigo?

-Ha sido un rodaje tranquilo a la par que divertido, en el que ha habido tiempo para hacer cambios y mejoras, pero también para disfrutar y echar muchas risas. Idílico diría, además, por el propio paisaje que nos rodeaba. Descubrir el Valle de Ayala con pueblos medievales como Artziniega o el paraje de Santa María del Yermo en Llodio ha sido una experiencia preciosa. Son enclaves que ayudaban a que todo fuera mejor y fácil de llevar, así que sí, deseoso de ver el resultado para ver si va en el mismo sentido, que estoy seguro de que sí.

Por cierto, terminar con Gorka y volverse a meter en la piel del chef donostiarra Iñaki, todo una.

-(Risas) Sí, ya llevamos rodando semana y media la quinta temporada de Allí abajo, que se dice pronto. Sinceramente creía que ya no quedaba nada por contar, y puedo adelantar que sí y mucho, y plagado de situaciones divertidísimas. Admiro de verdad, de corazón, al equipo de guionistas de esta serie. Una quinta temporada en este tipo de comedia es un auténtico regalo, así que los que estamos en ella nos lo hemos tomado como tal. Hay que aprovecharlo y pasarlo bien.

Antes ha dicho que de Gorka le atrajo su impulsividad, ¿y de Iñaki?

-Que nunca se rinde y siempre lucha por lo que quiere.

Y qué me dice de usted. ¿Cómo es Jon Plazaola en su día a día?

-Buffff? en estos momentos, alguien que ya no sabe ni donde vive porque se pasa la vida viajando para poder llegar a cada ensayo y rodaje. Pero sarna con gusto no pica y, como decía antes, hay que aprovechar esta buena racha. Por lo demás, un tipo muy disfrutón, risueño, feliz y contento, que intenta vivir a tope cada día y disfrutar de la gente que me rodea. Ah, y deporte, también practico deporte, no sé de dónde saco el tiempo pero se hace.

Además de una nueva temporada de ‘Allí abajo’, ¿qué otros proyectos tiene entre manos?

-En teatro, la gira de Mandíbula afilada, una comedia de Carles Alberola, dirigida por Mario Hernández, en la que comparto escenario con mis también compañeras de Allí abajo Noemí Ruiz, en castellano, y Aitziber Garmendia, en euskera. Asimismo, en televisión, hay vistas a volver de colaborador a Zapeando (La Sexta). Estuve en la temporada de verano sustituyendo bien a Quique Peinado o a Miki Nadal y todos terminamos bastante contentos. Fue una bonita experiencia compartir mesa con Frank Blanco y compañía. Eso, más seguir con Allí abajo y todo lo que venga.