venecia - El director Luca Guadagnino provocó ayer división de opiniones en la Mostra con su perturbadora Suspiria, una revisión del clásico de terror en la que retrata lo “terrible” de la feminidad y de las relaciones entre personas. Guadagnino (Palermo, 1971) compite por el León de Oro con esta adaptación de la obra de Dario Argento de 1977, con la que dividió a la crítica en su estreno entre aplausos y abucheos, y con la que se aleja de la estética luminosa de Call me by your name (2017).
Todo para narrar la oscura historia de una bailarina, a la que da rostro Dakota Johnson, que llega al Berlín de la década de 1970 para inscribirse en una prestigiosa compañía de danza a las órdenes de la misteriosa coreógrafa Madame Blanc, interpretada por Tilda Swinton. Pero la joven pronto descubrirá que la academia es en realidad el escenario de horribles crímenes y el centro de poder de un grupo de brujas que encaran un profundo conflicto interno entre ellas. “Ciertamente es una película sobre lo terrible de las relaciones entre personas, lo terrible de lo femenino y lo terrible de la historia”, resumió el realizador.
El hilo conductor de esta historia dividida en seis actos y un epílogo es la danza moderna -y no clásica como en la versión original-, presentada como el verdadero motor de los delirantes rituales esotéricos que se suceden. “Lo crucial era que la danza no fuera un adorno y que pudiera ser utilizada como personaje, como lenguaje de la trascendencia de la magia”, subrayó. La Suspiria de Guadagnino es una trama de poder entre mujeres ambientada en un 1977 que, recordó, “fue un tiempo muy importante para las revueltas feministas sobre todo en Europa” y que llega en un momento, el actual, con este tema candente con el Me Too. “Desde el punto de vista de los hombres y como europeo encuentro muy interesante un movimiento como el MeToo, tan femenino y americano. Es evidente que se trata de un hito del que no se regresa y que ha agitado las conciencias”, consideró.
Como inspiración, “al 100%”, ha tomado al “maestro de la crueldad”, Rainer Werner Fassbinder, que en aquella década presentó decenas de cintas “con personajes femeninos increíbles, mujeres no reconciliadas, atormentadas, pero jamás derrotadas o víctimas”. Y por otro lado esta Suspiria abandona la escuela que limitaba a la original de Argento, entre un delirante decorado de inspiración expresionista, para salir al exterior y adentrarse en un Berlín que aún no ha olvidado la pesadilla del nazismo y de la Guerra Mundial.
Dakota Johnson, que ya trabajó para Guadagnino en A bigger splash (2015), dijo que pese a lo oscuro de la cinta, su rodaje “no fue traumático, sino que mayormente fue divertido”. “Ha sido un proyecto soñado que se ha hecho realidad”, destacó.
Todo gracias a un reparto con el que se sintió bien, pues “tener a gente simpática al lado” es importante cuando se interpretan papeles “oscuros” como el que le ha tocado, y más considerándose “una persona muy permeable” a los sentimientos ajenos, puntualizó. “La película aborda temas que amo como la danza, las brujas y la magia. He crecido amando estas cosas y fascinada por esos grupos de mujeres, sintiendo el misterio y la magia. Tener esa mirada desde dentro fue algo místico para mi”, celebró la actriz. En el mantenimiento del suspense juega un papel importante la música, encargada al cantante del grupo británico Radiohead, Thom Yorke, que se estrena en la realización de bandas sonoras. “Cuando vinieron a buscarme pensé que estaban locos porque nunca antes había hecho música para cine y la de Suspiria es legendaria”, apuntó el solista.
Se tomó algunos meses para pensar en la idea y finalmente dio con la clave durante unas sesiones de trabajo en su estudio en las que tampoco falto la magia: “Suena estúpido pero pensaba que estaba haciendo embrujos”, reconoció. “Es uno de esos momentos en la vida en los que quieres escapar corriendo pero sabes que, si lo haces, te arrepentirás”, zanjó. Además, la película ha generado expectación a causa del rumor de que Swinton ha podido interpretar también al anciano doctor Jozef Klemperer, un psicoanalista que trata a las jóvenes bailarinas e interpretado por Lutz Ebersdorf, de quien poco se sabe.