Vitoria - No hay una fórmula mágica para enfrentarse a aquello que la vida propone, a lo que sucedió y con el tiempo se descubre, a lo que de repente sale a la luz y trastoca todo. Sobre esa base, Charo Polentinos presenta la novela, Cuando Dios vino a verme (Círculo Rojo), un título en el que la escritora y docente se dirige por primera vez al público adulto después de haber propuesto tanto cuentos como obras de teatro pensados para los más pequeños. “Al principio me daba un poco de reparo; me siento cómoda inventando historias para niños y niñas, pero cuando me vino la idea para este libro, no podía resistirme, me apetecía mucho”, lo que ayudó a romper esa barrera inicial.

El resultado es una obra relatada en primera persona por una mujer de mediana edad “que no soy yo”, ríe la autora, una protagonista obligada a tomar decisiones sobre su propia vida al descubrirse una determinada situación de la que Polentinos prefiere no dar más detalles. “Es como si hago un truco de magia y antes de empezar, enseño cómo me meto la carta en la manga”. Ante esto, la también profesora de iniciación a la música en la Escuela Luis Aramburu describe que “lo importante no es tanto qué sucede sino cómo nos comportamos ante determinados hechos de nuestra vida, qué decisiones tomamos a partir de lo que nos sucede, si decidimos comprender, juzgar, enfadarnos con el mundo...”.

En ese camino personal, la escritora, nacida en Castilla y León y residente en la capital alavesa desde niña, espera que los lectores se sientan identificados con algunas de las situaciones y partes que componen la novela. “Me gustaría que haya algo en concreto que te emocione, que te llegue, por las circunstancias que sea; de hecho, es lo que ya me están transmitiendo que está sucediendo”.

Aunque dice haberse sentido cómoda en esta primera experiencia de cara al público adulto, confiesa que “escribir para niños es hacerlo sobre unas emociones que conoces, que ya has vivido, que dominas, en teoría; hacerlo para mayores, para quienes son como tú, me ha resultado más complicado, me ha obligado a desnudarme mucho más”. Con todo, no sabe de momento si repetirá experiencia o si volverá a dirigir sus pasos hacia los más pequeños. Ya se verá.

Tal vez se tenga que dar el instante de inspiración que le llegó en febrero del año pasado volviendo de un viaje. Fue la chispa que puso en marcha un proceso de creación que, en el origen, se valió de los amigos y del móvil para compartir las impresiones iniciales. “Escribía a mano, hacía una fotografía y lo mandaba. Cuando terminé el primer capítulo, alguien me dijo que tenía que darle forma de verdad a lo que estaba empezando a relatar y me puse a ello muy en serio”. De ahí se llegó al pasado día 20, cuando Arlekin acogió una presentación que se repetirá a mediados de mayo en Elkar. Entre medio, su labor en Luis Aramburu reclama atención. “La música y la literatura están muy ligadas. Sea en una o en otra o en la pintura o..., se trata de expresar emociones, de transmitir”.