málaga - Alberto López y Alfonso Sánchez, los compadres, presentaron ayer en Málaga El mundo es suyo, una continuación, seis años después, de su debut en el cine, El mundo es nuestro (2012), que mantiene su esencia irónica, aunque ha crecido en medios económicos y en crítica social.
“Hay que ver pa tó lo que da España”, dijo el actor y director de la cinta Alfonso Sánchez, a modo de resumen de la película, una sátira que no deja títere con cabeza y agita todos los sectores: de la política a los narcos, pasando por los pijos de Sevilla, los futbolistas, el periodismo, las feministas y los gays. Los compadres, antes el Cabesa y el Culebra, reyes de YouTube con más de 20 millones de visionados y protagonistas de Patente de corso, una obra de teatro que dio la vuelta a España, López y Sánchez aseguran que la cinta no solo no “traiciona” a la anterior, sino que es continuación necesaria “con un poquito de recao”. “Esta es la película que queríamos hacer y no hemos parado hasta conseguir hacerla; es cierto -apunta Sánchez- que cuando apareció la Warner entramos ya de otra manera. Nosotros que venimos del polígono norte”, bromea el actor y director, que ha agradecido “la libertad creativa total y respeto a lo nuestro”, de la major. “Espero que el público disfrute y lo pase bien”, comenta sinceramente el actor, que borda al compadre más egoísta, vividor y sinvergüenza, en el fondo, “buena persona”, según dice él de él mismo, que lleva al amigo una y otra vez al borde del abismo.
Fali (López) tiene la misión de ir a la tintorería a buscar el traje con el que su hijo hará la primera comunión en la finca de su suegro; a pesar de que el cometido parece fácil, no lo va a ser, porque su amigo Rafi (Sánchez), que se ha presentado en su casa con una maleta, tiene 24 horas para pagar una abultada deuda a un peligroso capo ruso.
Una película con persecuciones en coche, chalets de lujo, champán y hasta “cigalas perno” que han respaldado también Canal Sur y Atresmedia. La película llegará a los cines el próximo 22 de junio.
división de opiniones El veinteañero Pedro Cruz protagonizó con 11 años su única película, Ojos de madera, un cuento de fantasmas que ayer compitió en el Festival de Málaga y cuyo director, Roberto Suárez, escribió para él, aunque, según confiesa el joven actor uruguayo, no sabe qué quiso contar. “Le pregunté y no me explicó, sé que es un niño al que se le han muerto los padres y sus tíos lo adoptan y, desde ese momento, empieza a ver cosas”, comentó el uruguayo.
Ojos de madera resultó tener tantas explicaciones como personas la vieron en el certamen; del entusiasmo de los que ven un homenaje a Ángeles sin paraíso (1963), de John Cassavetes, a la sinceridad de su protagonista, compartida por otros: “Me pareció muy buena, pero un poco aburrida y muy lenta”. Rodada en blanco y negro, a su creador le costó más de nueve años sacarla adelante, tantos, agrega Pedro Cruz, que hoy se le hace “raro” verla. - Efe