Dentro del ya asentado camino de KunArte, el centro de innovación artística dirigido a la ciudadanía más pequeña creado por Paraíso puso en marcha el año pasado un programa de residencias artísticas orientado a creadores de las artes escénicas, una línea de trabajo que se mantiene este curso pero en la que también se ha querido dar un paso más allá, ahondando en esa idea de innovación permanente que el grupo de Abetxuko no para de desarrollar.
En esta ocasión, eso sí, el Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud ha buscado no encerrarse en un campo determinado de la creación, sino todo lo contrario, contaminarse con otras artes, aprovechando para ello el pabellón que, como almacén, tiene en la calle Artapadura. “En esa idea del mestizaje que siempre hemos tratado de impulsar y pensando también en la función que deben tener las Fábricas de Creación, hemos creído que podíamos encontrarnos, frecuentarnos y contaminarnos con otras artes y artistas”, describe Pilar López, responsable de la compañía.
Por ello, cuando Alazne Payueta, Andoni Ramos y Sara Rodríguez llamaron a la puerta de Paraíso preguntando si conocían algún espacio al que pudieran acceder para poder desarrollar su camino creativo tras salir de la Facultad de Bellas Artes de la UPV, el grupo no lo dudó. “No puede ser que alguien que quiere empezar a hacer algo, no tenga realmente una oportunidad. Es triste”.
A mediados del pasado enero, Ramos, Payueta y Rodríguez entraron en el pabellón, donde ocupan una de las salas del piso superior. Tras acondicionar el lugar, llevan algo más de un mes en sus proyectos, aunque, como describen, “es imposible tener un trabajo individual cuando estás con otras dos personas en el mismo espacio. Estás en relación y de repente, te das cuenta de que algo que estás haciendo aquí traza una línea recta sobre el trabajo de la otra persona y al final se crea un común que ni podemos ni queremos evitar”, procesos en los que el reciclaje de materiales tiene también un papel importante.
Además y en paralelo, los artistas van a intervenir en el pabellón, en concreto, en la escalera metálica de entrada que les conduce a su nuevo taller. Aunque algunas ideas están asomando para cumplir con este encargo del grupo de teatro, “creemos que todavía tenemos que habitar más el espacio antes de saber cómo intervenirlo. Lo que tenemos claro es que queremos que el sitio nos diga qué hacer ahí y para eso necesitamos familiarizarnos. Es enorme y tiene muchos detalles”, describen.
A esta doble acción hay que añadir, asimismo, el camino que se va a abrir para relacionar a los tres con el foco de atención principal de KunArte, es decir, la infancia. “Con ellos también queremos que, de alguna manera, todos nos impregnemos de esa mirada que tienen los más pequeños, que es una mirada, desde el punto de vista artístico, muy interesante, limpia, intensa...” dice López.
De todas formas, tanto los tres creadores como Paraíso saben que esta primera residencia la están construyendo según caminan de manera conjunta. “Nosotros nunca habíamos hecho algo por el estilo y estamos aprendiendo”, apunta López, quien admite que “cuando estás con alguien de artes escénicas, las cosas son más fáciles porque el lenguaje es compartido. Con ellas es otra cosa, es aprender”, una “contaminación mutua” de la que obtener muchos beneficios.