american dream, de LCD Soundsystem, fue uno de los discos destacados de 2017. En estos tiempos de sueños y pesadillas, que Estados Unidos proyecta mundialmente tras el triunfo de Donald Trump, David Byrne proporciona reflexión y una música, tan contemporánea como exótica, en American utopia (Todomundo/Nonesuch), disco que se edita el viernes y que el exlíder de Talking Heads presentará en julio en Bilbao en el festival BBK Live. “Me aferro a un poquito de esperanza”, asegura.
American utopia es el décimo primer álbum como solista del ex Talking Heads, grupo con el que dotó de un halo arty y más tarde exótico a una escena punk en la que nunca llegó a formar parte musicalmente. Grabado entre el estudio casero de Byrne en Nueva York y en Londres, es el sucesor de Grown backwards (2004), aunque su autor ha estado lejos de aburrirse en esta larga década.
Ciclista habitual, el escocés nacionalizado estadounidense ha aprovechado los últimos años para escribir un libro sobre “los contextos que dan forma y afectan a la música”, componer dos musicales sobre “mujeres poderosas como Imelda Marcos y Juana de Arco”, y colaborar con músicos como Brian Eno, Fatboy Slim, De la Soul o la emergente St. Vincent, con quien compartió el recomendable Love this giant.
El ex Roxy Music Eno también está presente en el disco que Byrne edita esta semana, al igual que Oneohtrix Point Never, Jam City, Doveman o Jack Peñate. “Me encanta trabajar con otras personas. Aunque a veces hay bifurcaciones en el camino, la mayor parte del camino enrevesado vale la pena, ya que los colaboradores a menudo terminan en algún lugar que no se esperaba”, reflexiona Byrne, que compartirá su gira con Juana Molina, Lisandro Aristimuño, The Mexican Institute of Sound o Benjamin Clementine, entre otros músicos. “Estoy familizariado y amo su música, quiero exhibirlos”, explica.
Ritmo y reflexión Bilbao BBK Live servirá de escenario a la presentación vasca de American utopia en un concierto del que Byrne adelanta que tendrá “un escenario despejado completamente” y que será “el espectáculo más ambicioso” desde la filmación del concierto/película Stop making sense. Defensor de que las canciones “pueden expresar sentimientos internos en formas que van más allá de las palabras”, ya que “nos ayudan a entender las formas de una manera diferente”, el ex Talking Heads sirve ritmo y reflexión en su decena de canciones nuevas.
Enmarcado en una operación artística que denomina Reason to be cheerful (razones para estar alegres), cuyo origen es la canción homónima de Ian Dury, American utopia es un disco de música bailable y festiva (pop, étnica, funk, electrónica...) que tiene sus cumbres más hedonistas y rítmicas en el latido africano de It’s not dark up here; el imparable Everybody’s coming to my house, que aúna rock, funk y hip hop; y el caribeño Every day is a miracle. El resto baja el diapasón pero no su atractivo, con detalles étnicos y contemporáneos, con un medido uso de la electrónica en This is that o Doing the right thing y hasta algún sitar.
Respecto al título, Byrne niega que sea irónico, sino una mirada que busca “describir un mundo con el que no estamos satisfechos”. Una sociedad en la que, según canta, “la verdad no significa nada” y en la simplemente “somos turistas”. Un mundo “donde la realidad es ficción” y donde “el presidente dice a la prensa qué decir”.
Esperanza Son solo unos ejemplos de unos textos analíticos que diseccionan, a través de hechos y situaciones (algunos tristemente) cotidianos, esta sociedad desoladora, violenta (Bullet resulta brutal) y tecnológica (“puede eliminar la interacción humana”, previene) en la que chapoteamos para no hundirnos en su fango hediondo. Por ello, al final, Byrne se aferra “a un poquito de esperanza” para no caer por completo en “la desesperación o el cinismo”, al creer que la música “ayuda” al ser “una especie de modelo que, a menudo, nos dice o indica cómo podemos ser”.