Tres semanas después de ponerse en marcha, la Red de Teatros termina de abrir este viernes todos los escenarios de la programación invierno-primavera. Lo hace con las tablas del Félix Petite, las únicas que por ahora aguardaban al público. La excusa perfecta vendrá de la mano de la compañía vasca Kabia, que regresa a la capital alavesa para presentar su última propuesta, Alicia después de Alicia (Premio Ercilla 2017 a la mejor producción teatral vasca). Como suele ser habitual, el encuentro con los espectadores en el centro cívico de Ibaiondo se producirá a partir de las 20.30 horas, quedando todavía entradas a la venta por un precio único de 15 euros.

Quienes acudan se encontrarán con una propuesta multidisciplinar en la que la compañía ha querido abordar esos momentos de crisis vital, laboral y emocional que pueden desembocar en consecuencias más peligrosas para la salud, como la depresión. “Nos interesaba ver cómo nos relacionamos con lo que queremos pero no podemos conseguir”, con aquellas situaciones de tensión en la que la cuerda llega a tensarse tanto que lo más normal es que se rompa, según explica Borja Ruiz, director del espectáculo. “No pasa nada por estar triste en un momento dado, si eso nos sirve para afrontar lo que parece que nos frena y para seguir adelante”, apunta la actriz Juana Lor, quien da vida a la protagonista de una historia que pudiera ser real, salvo por el hecho de que transcurre en el mundo de los sueños.

Ella da vida a Alicia, una mujer de 40 años que entra en un bache importante por dos cuestiones. Primero, por la muerte de su madre. Segundo, por la imposibilidad de llegar a ser violinista profesional. Así, la crisis vital y el deseo incumplido se unen para crear una especie de tormenta perfecta, cuya descarga se produce mientras la protagonista sueña. A ese universo imposible, Alicia traslada a sus conocidos y cercanos, solo que transformados en los personajes de Alicia en el país de las maravillas, la novela de Lewis Carroll que su progenitora ahora fallecida le leía de pequeña.

Para hacer todo ello posible, Kabia se sirve de la ilustración, la animación, el audiovisual y la música, sin olvidar, por supuesto, el trabajo interpretativo del elenco. “El equilibrio entre ambos lados, entre lo técnico y lo actoral, es una de las cosas que más nos ha preocupado en todo el proceso”. Eso y no trasladar la sensación al espectador de que la temática de la obra impide que el humor haga acto de presencia sobre las tablas. Al contrario.

Estrenada a finales de octubre de 2017, la pieza llega ahora a la capital alavesa con la intención de seguir creciendo dentro de un camino en el que el Premio Ercilla ha sido “una gran alegría; es también un respaldo a nuestra apuesta por los nuevos lenguajes”.