buenos aires - Mientras trata de afrontar con serenidad el furor mundial que ha supuesto su novela Patria (2016), Fernando Aramburu visita por primera vez Argentina, donde conversa con Efe sobre el valor de la Cultura para amansar a las personas y sacar al “troglodita brutal” que todos llevamos dentro.

“Los libros abren horizontes, nos demuestran que el mundo no termina en la calle en la que vivimos”, asegura el escritor vasco, nacido en Donostia en 1959, el mismo año que se fundó ETA. En ese sentido, admite que la literatura fue una de las causas que lo liberaron de “sucumbir al fanatismo”, como sí les ocurrió a personas de su generación. La otra fue que su educación estuvo marcada por el afecto. “En mi casa nunca hubo violencia, nadie me inoculó el lenguaje del odio”, asegura antes de insistir en que gracias a esto, nunca antepuso las ideas a las personas. Aramburu defiende que el periodista, el escritor, el artista y todo aquel cuya labor se desarrolla en el espacio público y “tiene la posibilidad de intervenir en las conciencias de sus semejantes”, debe aportar otros criterios y no explicar la realidad solo desde el discurso político que difunde “el profesional del poder”.

El autor está convencido de que la cultura “nos amansa: saca de nosotros el troglodita brutal”, nos hace ser más tolerantes y, además, “mientras uno está leyendo, no está cometiendo atrocidades por ahí”.

Aramburu reside desde hace 30 años en Alemania, donde cree que, aunque tuviesen que pasar cuatro décadas desde la época “atroz” del nazismo para lograrlo, hoy en día se vive una situación muy positiva en torno a la memoria histórica gracias a que se abordó lo ocurrido con “intencionalidad pedagógica”, tanto en los colegios como en el día a día, con documentales constantes en la televisión.

Por eso ve diferencias con el caso del franquismo en España, donde, apunta, eso último no se ha dado con “suficiente intensidad” y todavía “hay numerosos cuerpos enterrados en fosas comunes, en zanjas, en cunetas”. “No estamos esforzándonos por desactivar aquel conflicto”, denuncia. En ese sentido, confiesa que no quiere que ocurra lo mismo en el País Vasco. “Es una de mis motivaciones a la hora de escribir: me gustaría contribuir un poco a que no se eche una capa de olvido a lo que nos pasó”, admite antes de contar que, pese a todo, cuando el pasado enero pudo visitar su ciudad natal, su sensación principal fue de “alivio”.

“La ciudad que yo conocí, particularmente en los años setenta y ochenta era una ciudad con las paredes y las casas pintarrajeadas con inscripciones a menudo amenazantes”, apunta. Sin embargo, admite que esa es “la fachada”, lo que se ve a primera vista, y advierte que “no podemos ignorar que todavía hay muchas heridas abiertas” y gente “a la que se le hizo mucho daño”. Aramburu se encuentra en el país austral para participar en ciclos de conferencias y presentar su exitoso Patria. - Irene Valiente