como gato panza arriba se manifiesta la mayoría de comentaristas y periodistas hispanos a la hora de posicionarse en el espinoso y difícil asunto informativo del procès catalán, que ingenuos como Rajoy, Rivera y Sánchez creían finalizado con la aplicación traumática del art. 155, que cercena, suspende e invalida autonomía de las instituciones catalanas. El amplio abanico de comentaristas y profesionales de los medios, se dispara como engrasado resorte presto a saltar cuanto aparecen sobre la mesa, temas tales como unidad de España, problema territorial español y organización del estado. Es como el viejo grito de la histórica batalla de Clavijo, de “Santiago y cierra España”, en versión moderna para cercenar cualquier atisbo de desviacionismo periodístico que ponga en duda la mencionada cuestión. Cuando esto ocurre en radios o teles, se aísla al sarraceno heterodoxo y se muele a palos al apestoso hereje, de momento de manera dialéctica, que apenas buscas racionalidad y orden mental en un asunto complicado que rápidamente levanta ampollas. Razonamientos simplistas, exposiciones acaloradas y descalificaciones múltiples en cuanto aparece Catalunya por el escenario de la actualidad y su comentario. En el pasado, se han sucedido actuaciones deplorables de comentaristas cortados por un mismo patrón con similar baterías argumentales y partidarios de que todos pasemos por el aro, en un ejercicio de escasa madurez democrática, que por cierto, se la trae al pairo con tal de defender la sacrosanta unidad del actual estado. No hay derechas o izquierdas, los comentaristas se posicionan indefectiblemente en un escenario de todos contra uno. Periodistas curtidas como Griso o Quintana se presentan como adalides de una determinada opción política que debiera someterse a debate mediático sin carga añadida de pasión, tensión y hasta violencia verbal y no aparecer como trompeteras de una manera sesgada, manipulada y proterva de tratar la actualidad y sus conjuntos.