El Palais Galliera, un palacio del siglo XIX, ubicado en el número 10 de la avenida Pierre 1° de Serbie, cuenta con una de las colecciones más importantes del mundo de más de 100.000 piezas de ropa y accesorios. “Teniendo en cuenta mi trayectoria profesional y personal, supone un reto y un salto cualitativo importante para mí. Es una oportunidad única que no podía rechazar”, confiesa Miren Arzalluz (Bilbao, 1978). La historiadora del arte y comisaria de exposiciones cuenta con más de doce años de experiencia en la conservación, el estudio y la exposición del ámbito de la moda.

Lleva un año al frente del Instituto Etxepare. ¿Le ha costado mucho tomar la decisión de marcharse?

-Me da mucha pena marcharme, tengo sentimientos encontrados. Ha sido una decisión muy difícil, Etxepare es un proyecto muy interesante. La proyección internacional de la cultura vasca siempre ha estado presente en mi historia. Siempre he sentido que he trabajado por ella. Para mí ha sido un honor estar este tiempo al frente de Etxepare, y agradezco muchísimo al consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, la confianza que ha depositado en mí. Y, por supuesto, al Instituto Etxepare con el que he trabajado tan bien. Pero el estudio de la moda siempre ha sido mi gran pasión, no solo a nivel académico, sino también la producción de exposiciones. Siempre me ha interesado la moda como patrimonio.

¿Cómo valora este año que ha estado al frente de Etxepare?

-Ha sido un año muy intenso y muy fructífero. Un periodo de reflexión, durante el que hemos establecido unas líneas estratégicas para seguir en el futuro. Ha sido muy interesante y lo podía haber seguido siendo. Se han emprendido nuevos caminos y ha sido un placer poder participar en este proyecto a favor de la cultura vasca.

Dirigirá una de las instituciones de moda más importantes del mundo...

-Es un referente en el ámbito internacional en los museos en general y en el moda, en particular. Pero más allá de la calidad de su colección, como museo es también muy puntero e innovador. En los últimos años, se han celebrado numerosas exposiciones sobre la historia de la moda, pero también secciones de performance... En el futuro, un proyecto que tendremos que acometer es crear una exposición permanente de moda, algo que hasta ahora no existía, porque fundamentalmente se realizan exposiciones temporales. Próximamente, se van a realizar algunos cambios en el edificio y se habituarán nuevos espacios. Y habrá que afrontar más retos que se desarrollarán en los próximos meses.

Ha sido elegida para el cargo tras un proceso internacional de selección. Pero anteriormente ya había realizado varias colaboraciones con el Museo de la Moda de París.

-He trabajado con varios museos, pero con el de París he tenido dos proyectos, uno en el Bellas Artes de Bilbao, en el que comisarié la exposición Los años 50. La moda en Francia, que recorría una época histórica para la moda parisina a través de 100 trajes del Palais Galliera. Y como investigadora, he colaborado con algunos proyectos como una exposición sobre todos los modistos de fuera de Francia que han contribuido a la alta costura parisina desde la perspectiva de la diversidad.

El actual director del Museo de París, Olivier Saillard, al que sustituirá, quedó encantado con su trabajo en la pinacoteca bilbaina...

-La verdad es que así fue, confesó que le había gustado más que la que se había presentado en París. Fue una exposición que atrajo muchas visitas al museo y que acaparó la atención de los medios.

Es autora de diversas publicaciones, incluidas algunas investigaciones sobre el propio Cristóbal Balenciaga. Además, desde 2006 a 2013 fue responsable de Colecciones y comisaria del Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria.

-Es uno de los diseñadores obligados y referentes en la historia de la moda del siglo XX. Por supuesto, el Palais tiene una gran colección del diseñador vasco. Recientemente, ha realizado la exposición Balenciaga, la obra en negro, enfocada sobre la pasión del célebre modisto por el negro. Indudablemente, el diseñador ha sido una figura importante en mi trabajo como investigadora y como comisaria. Además, ya como freelance, comisarié el año pasado una exposición en el Mode Museum de Amberes, en la que el modisto vasco jugaba un papel fundamental. Inevitablemente siempre estará presente en mi trabajo.

Hubo momentos difíciles también en el Museo Balenciaga.

-Pero una aprende de ellos, los momentos difíciles se dan en cualquier empresa y son parte del aprendizaje personal y profesional.

¿Qué opina de los que dicen que la moda no es cultura?

-Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho, ya cada vez hay menos gente que opina esto. La moda se ha introducido en los museos como expresión cultural. Aquella exposición sobre Armani que se hizo en el Guggenheim demuestra lo que estoy diciendo, al igual que la buena respuesta que tuvo la que celebramos en el Bellas Artes. Hay un creciente interés por la moda como expresión de creatividad y como fenómeno cultural, por la apreciación de la moda como patrimonio.

Y desde París, ¿va a seguir trabajando por la cultura vasca?

-Una gran parte de mi trayectoria la he realizado fuera, pero siempre ha estado muy presente. Allá donde esté y haga la que haga, siempre tendré presente la cultura vasca y su proyección internacional.