- El próximo día 5 de enero llegará a las salas españolas Que baje Dios y lo vea, una comedia con curas y fútbol donde se mezcla el afán de superación, la empatía y “la necesidad” para resolver un problema que requiere de una acción “divina”: evitar un desahucio. Así lo explica Curro Velázquez, director debutante de esta película, después de una amplia carrera como guionista. Su reto, “crear una película a partir de un hecho que, por mentira que parezca, tiene su origen en una noticia real”. Se trata de la Champium Clerum, una liga entre sacerdotes futbolistas que existe y que Velázquez ha utilizado para contar una historia con muchas aristas, todas ellas amables y con “humor blanco”.
Así, Velázquez ha organizado una gesta deportiva, con gritos a lo “marine” incluidos, donde los futbolistas entrenan con sotana y los campos se pintan con cal repartida por tractores no muy manejables que no hacen bien las líneas rectas ni las curvas. Pero “la vocación de la película es universal”, aclara el director, porque “de lo que hablamos es de un grupo de personas que tiene que hacer lo que sea por evitar un desahucio; aquí, unos monjes que lo más redondo que han visto es su vida es una oblea, tienen que ganar una liga”. Velázquez no se ha “cortado” con sus chistes; hay testículos golpeados, exhibición de culos y hasta el papa Francisco cogido en momentos “delicados”. “Es la marca de la casa de Curro”, explica Juan Manuel Montilla, el Langui.
Karra Elejalde justifica algunas de las escenas más histriónicas de la película en “la necesidad”. “Hay veces en la vida que una y una no son dos, y hay que asumirlo”, explica, metido en su papel de prior. Para el vasco, la relación de los dos personajes principales, su prior y el “nuevo” que llega de Sudamérica a “levantarle a sus chicos”, el padre Salvador, que interpreta Alain Hernández, es la de dos personas que “están en las antípodas en el modo en el cada uno ve que se debe ‘cocinar monjecitos’”. Hernández afirma que su personaje “hace falta” en ese monasterio que “necesita vuelta y media”, y él simboliza “la parte más gamberra”. De hecho, en una escena provoca al prior con un desnudo en mitad del desayuno del que Hernández se ríe pensando que no tardará en ver por internet convertido en un “gif”.
Para Langui, de todos los mensajes que lanza la película a él le “llega” el que “te dice que uno es capaz de sentirse útil, válido, que es lo que todos acabamos por querer”. Por su parte, Macarena García y Joel Bosqued son la “parte romántica” de la película, aunque aquí, dice García, “es la chica la que toma las riendas de la relación y quien tiene las cosas claras”. - Efe