Vitoria - Reconoce que este poemario es posible ahora, tras más de 40 años escribiendo. “No podía haberlo hecho antes. Ahí estaba la exigencia de la forma, que me hacía prácticamente un eunuco intelectual, no conseguía soltarme de ella”. Y necesitaba romper esa cadena para, tras 20 años exiliado, volver a su pasado, a las personas y lugares que le ayudaron a componer su biografía, su personalidad, su huella. “Durante años me negué a escribir sobre Cuba porque no quería meterme en ese tipo de nostalgias, no quería ahondar en la herida”. Sin embargo, de vez en cuando venían recuerdos a su mente que el escritor y editor afincado en Gasteiz trasladaba a poemas, escritos que esperaban su momento. Hace un año, Roberto Lastre volvió a su tierra natal y en ese instante Los perros al sol (Arte Activo) se hizo realidad.
Este martes a las 20.00 horas, la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa será el escenario para la presentación oficial del nuevo poemario del autor, que estará acompañado por el periodista y escritor José Manuel Cámara. Se leerán algunos versos, se hablará sobre la literatura, se visionarán algunos vídeos del, por así decirlo, Nodo cubano... “y sé que en el turno de preguntas me cuestionarán sobre la situación política y sobre qué va a pasar; intentaré responder, pero no me gustaría que eso tapase el libro”. Seguro que no.
“En cierta manera, el exilio te genera una pesadilla. Tienes que resolver tu pasado de alguna forma, cerrar heridas abiertas. Cuando te exilias, empiezas a reconstruir tu identidad y encuentras que has dejado, en ese proceso, cuestiones imprescindibles de una parte de ti, de cómo eras, de cómo concebías el mundo”. En cierta medida, el poemario sirve para intentar cerrar un capítulo, aunque “el tiempo dirá si necesito un libro más”, sonríe. “Este título podría tener muchos más poemas, pero aquí está la esencia de una biografía. En este sentido, el libro es existencialista, ahonda sobre la existencia humana, lo único que está contado personificando en un individuo”, dice.
Recuerdos de la infancia, de la juventud, de la madurez, de la familia, de las amistades... de esa La Habana que es “una protagonista más” se unen para “saldar la deuda que tenía con mi memoria”. “Son poemas que cuentan, que quieren conmover y hacer reflexionar”, en los que el lector, aunque nunca haya pisado Cuba, no se va a sentir ajeno. “Trato temas universales porque todos somos hijos, padres, hermanos, amigos... lo que pasa es que los singularizo en mi propia experiencia. Como decía Machado: no me hables de la flor, háblame de tu flor”.
El punto de inflexión Hace más o menos un año, Lastre estuvo en Cuba. “Vi todo muy mejorado. Me sorprendió”. Un día, mientras sus sobrinas y su nieto estaban en el jardín guarecidos bajo un árbol, vio que los perros estaban al sol. “Los cubanos hemos estado durante 50 años como ellos, disfrutando el ahora sin preocuparnos, porque no lo podíamos hacer, de lo que fue y de lo que será. El tiempo era un círculo en el que vivías y tratabas de vivir lo mejor posible. No había vínculo con el futuro y mucho menos con el pasado. El cubano se crió durante la Revolución como una especie de víctima de un suceso que le obligaba a vivir el carpe diem de una manera total, que es lo que salvó al Gobierno de revueltas y protestas. Nunca importó la hora”.
Con todo, Lastre defiende que, aunque aquí haya poemas “duros y tristes”, él no quiere entrar a criticar: “no enjuicio si algo fue malo o bueno, digo lo que yo sentía. Y sentía que estaba preso. En el mundo actual de corrupción del mercado del libro, la poesía es lo único que se ha mantenido incorruptible. No vas a vender ni más ni menos libros de poesía. Vas a vender los mismos. La poesía no juega con el mercado y como no lo hace, tienes que ser sincero”.
Sin perder de vista una frase que leyó cuando tenía 12 años del escritor Eliseo Diego, “quiero dar testimonio de mi paso por la tierra”. “Lo que hace que uno tenga una identidad es que tiene una biografía. Que seas el hijo de, el nieto de, el hermano de... hace que te reconozcas. El exilio es duro porque te rompe de manera muy brusca la sucesión de historias de tu vida, tu sucesión biográfica. En ese sentido, he dado testimonio de que pasé por allí, de que fui, de que estuve en esas calles, entre esos edificios, en ese mundo... siendo feliz e infeliz, igual que aquí”, apunta el autor.