Vitoria - Tras ponerse en marcha hace justo una semana, la cuadragésimo segunda edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz se cita de nuevo hoy con el público desde el escenario del Principal, cuyas tablas reciben en esta ocasión a una compañía que no debiera necesitar de muchas presentaciones. El sello de su fundador, Marcos Morau (Premio Nacional de Danza), ya lo dice todo. La cita será a partir de las 20.30 horas, quedando todavía entradas disponibles -esta vez no se pone a la venta el anfiteatro segundo- por 24 y 16 euros.
La excusa perfecta para perderse entre las butacas de la calle San Prudencio será Voronia, espectáculo que la compañía con sede en Barcelona estrenó hace un par de años en el Grec y con el que sigue trabajando aunque en este tiempo ha sumado nuevas producciones. Cabe recordar, además, que la visita de La Veronal al certamen de la capital alavesa va a abrir el ciclo de conferencias con artistas, unas charlas que se producen tras el espectáculo en el mismo teatro pero para las que es necesario retirar invitación previa.
Será una muy buena oportunidad para compartir las sensaciones sobre un espectáculo que toma por nombre la que está considerada como la cueva más profunda del planeta, un lugar que a Morau y sus bailarines les sirve para adentrarse en el mundo de la maldad a través de la danza contemporánea. Así, ese lugar profundo que pudiera estar cerca del supuesto infierno se convierte, según explica la propia compañía, “en una alegoría de lo indecible: un vacío, incluso el lugar de una aterradora indiferencia, donde toma forma la apasionada tendencia de la humanidad a usar el pretexto del bien y de la inocencia para alcanzar todo tipo de violencia. Un vacío, un centro de gravedad donde el Dios único de mil religiones se convierte en la mejor razón para hacer lo peor; donde una humanidad alucinada, casi sin darse cuenta, va bajando todos los niveles de su abismo moral, todos los círculos de su Hades, sin parar de festejar y festejarse; acompañada de todos los ídolos y símbolos y rituales y decálogos que se ha inventado para creer”. Así, a lo largo de poco más de una hora, La Veronal convierte en movimiento al ser humano y su condición para el bien de los espectadores.