GASTEIZ - Elvis Presley tendría hoy 82 años si el 16 de agosto de 1977 no hubiera fallecido a causa de un infarto agudo de miocardio tras una ingestión de pastillas. Son ya cuarenta años sin El chico de Tupelo, el considerado por todos Rey del rock, casi su inventor al apropiarse de la pulsión r&blues negro y acariciarla con el aroma del country. Mientras Graceland, su casa-museo, se convierte de nuevo en lugar de peregrinación, sale a la venta una caja con todas sus grabaciones juveniles en los estudios Sun Records, con rarezas y un inédito en vivo.

Ayer, como en los cuarenta últimos 16 de agosto, Graceland volvió a convertirse en lugar de peregrinación de miles de seguidores del conocido como Rey del rock. Una reunión a la luz de las velas y las socorridas ofrendas florales, mientras se entonaron sus canciones, sirvieron para rendir homenaje al ídolo, cuya voz se apagó cuando solo contaba con 42 años.

Da igual lo que pase porque los fans vuelven cada año a guardar turno para acercarse a su tumba, situada en los terrenos de la que fue su casa, Graceland, reconvertida en museo. La segunda residencia más visitada de Estados Unidos, solo superada por la Casa Blanca, ofrece a los fans el cementerio familiar (además del roquero reposan sus padres y su hermano gemelo, fallecido al nacer); el Heartbreak Hotel, destinado a las lunas de miel de enamorados; y objetos como discos de oro, trajes, cervezas con su nombre, coches, talones entregados a la beneficencia...

“¿Qué tipo de cantante eres?”, le preguntó a Elvis la empleada de Sun Records Marion Kesiker en el verano de 1953, a lo que él contestó: “Canto de todo”. “¿Cómo quién suenas?”, insistió. “Como nadie”, fue la arrogante respuesta de un Elvis jovencísimo de 18 años y con tupé que por entonces trabajaba de camionero cuando llegó al mítico edificio en el que (casi) se creó el rock’n’roll y que también descubrió a figuras como Roy Orbision y Johnny Cash.

Elvis había acudido al estudio, ubicado en el 706 de Union Avenue, en su ciudad natal, Memphis, en el estado de Tennessee, para grabar unas canciones destinadas a sorprender a su madre, a cambio de 18 dólares. Esos primeros cuatro temas abren la caja, la colección más completa con las primeras grabaciones de Elvis, disponible en una edición de tres CD (física y digital) con todo el material grabado en aquellos estudios (el publicado y el inédito, con parones y conversaciones entre los músicos), además de interpretaciones en directo y para la radio como Shake, rattle and roll, Hearts of stone, Good rockin’ tonight, I got a woman...

primeros pasos del mito Este lanzamiento, cuya edición de lujo incluye un libro de 120 páginas con imágenes, recuerdos, textos y un calendario con la evolución de Elvis entre 1954 y 1955, se presenta en una caja de lujo que arranca con los míticos acetatos que grabó en julio de 1953 (las dos primeras) y enero de 1954 (el segundo par), justo antes de firmar para Sun Records. Son My happiness, That’s when your heartaches begin (con recitado incluido), I’ll never stand in your way y It wouldn’t be the same (without you), todas con un sonido desnudo (solo voz acústica lejana y voz) y herencia country.

La caja, que incluye un material fundamental para valorar a Elvis y su impacto en la música y cultura popular, ofrece también temas dulces como Harbor lights y I love you because (con silbidos incluidos), con una instrumentación mínima que resalta la voz superlativa del Elvis joven, y que van dejando paso al rock con That’s all right, Mystery train, Trying to get to you o Blue moon of Kentucky, ya con la introducción de batería, contrabajo y la guitarra eléctrica del maestro Scotty Moore, que le acompañó durante década y media, a blues como Milkcow blues boogie y baladones como Blue moon o Tomorrow night.

Además, A boy from Tupelo-The complete 1953-1955 recordings contiene cada una de las interpretaciones en directo y grabaciones para la radio ya conocidas y pertenecientes a ese periodo. Aquel joven, en apenas dos años, revolucionó la música con su mezcla de blues, pop, swing, country y hillbilly. Sus posteriores hijos putativos -de Bono a Springsteen, que saltó la valla de Graceland en su adolescencia, y grupos vascos como Santiago Delgado & The Runaways Lovers o The Bilbobillies- siguen reconociendo su influencia como “el rey, el único y verdadero; es como el primer amor”, explicaron a DNA.

La caja, resultado de más de 1.500 horas de trabajo de restauración y casi 200 de remasterización, ofrece canciones grabadas hasta diciembre de 1955, cuando el cantante dejó Sun Records para grabar con RCA. Ahí fue cuando el mito explotó tras sus controvertidas apariciones televisivas y número 1 incuestionables como Heartbreak Hotel, Blue suede shoes, Jailhouse rock, Hound dog, Love me tender, It’s now or never, Viva Las Vegas, In the ghetto, Suspicious mind o Always on my mind.

Elvis, el joven de origen humilde que adoraba la comida basura, grabó esos éxitos mientras su fama crecía tras enrolarse en el ejército, se volcaba con el cine (El rock de la cárcel, King Creole, Chicas, chicas, chicas, Viva Las Vegas...), lograba tres premios Grammy, se aficionaba a las anfetaminas, se casaba con Priscilla, disfrutaba del kárate y el coleccionismo de armas y placas de policía o protagonizaba en 1973 el primer concierto transmitido vía satélite, para unos 1.500 millones de personas.

Deteriorado físicamente, y casi con 150 kilos, Elvis murió en su baño, hace cuarenta años, de un infarto aunque sufría de glaucoma, hipertensión arterial, el hígado y el colon. Un tercio de los estadounidenses creen que está vivo y el resto del mundo no alberga dudas sobre la vigencia de su obra.