bodas, cumpleaños y otras reuniones privadas son parte de las actividades que los ricos llevan a cabo por todo lo alto y de las que se encarga la productora y organizadora de eventos Fox Group, cuya gerente, Daphne Martínez, explica qué piden. “Cuando se les mete una idea en la cabeza, lo que quieren es que alguien la haga realidad, y nosotros somos un poquito expertos en eso: hacemos lo que casi nadie se atreve a hacer”, afirma la gerente de la empresa, que desde hace 25 años trabaja también en conciertos, giras, y galas benéficas, por ejemplo de Acción Contra el Hambre, y con el Circo del Sol.

Sus clientes de los eventos privados suelen ser empresarios de telecomunicaciones o inversores en propiedades -cuyos ingresos han crecido a base de explotarlas-, que figuran en la lista de la revista Forbes y a los que les gusta celebrar fiestas en verano en sus casas, también en hoteles de lujo, de Marbella, Málaga o Estepona. “Hay de todo”, asegura, puesto que el desembolso total para una ocasión así puede ir de unos 100.000 euros al millón. Unos clientes prefieren reuniones de unas 50 personas -la media está en 250 invitados- con algún grupo de música que ambiente el momento, mientras que otros son capaces de cualquier cosa sin importar los gastos, como hizo hace años uno que fletaba aviones desde Holanda para tener flores frescas. En otra ocasión, tuvieron que convertir un salón de congresos básico de hotel en uno de “cuento de hadas, con telas, árboles colgando y múltiples pantallas sobre el escenario”, añade. A los artistas les interesan los privados porque pueden llegar a cobrar un 20% más que con un concierto corriente, y también varían según los gustos del cliente pues pueden pasar de un grupo que se dedica a tocar en bodas o hacer versiones a músicos como Julio Iglesias o la cantante y actriz Toni Braxton. “La verdad es que es una suerte trabajar en eventos privados porque, cuando el cliente lo tiene claro y tiene dinero, te da una libertad de movimiento y de creatividad muy interesante”, resalta Martínez.