El diestro jienense Palomo Linares, de 69 años, falleció ayer a las 17.13 en Madrid a causa de una hemorragia cerebral, consecuencia del postoperatorio de la cirugía cardiaca que le fue practicada el viernes, según informó el hospital Gregorio Marañón, donde fue intervenido. El torero estaba conectado a ventilación mecánica, a la espera de realizarle un trasplante, según informaron a Efe fuentes sanitarias. El domingo, al hacerle un TAC, los facultativos comprobaron que había sufrido un derrame cerebral en una zona “muy delicada” y, cuando ayer le realizaron un electro comprobaron que “aún” tenía alguna actividad cerebral, pero muy disminuida. El matador de toros fue intervenido a corazón abierto el día 21 para hacerle un doble bypass, sustituirle la válvula mitral y repararle la válvula tricúspide, estaba sedado y con ventilación mecánica.

“Después de todas las cornadas que he sufrido, ¿cómo voy a tener miedo a esto? En peores plazas he toreado y en algunas hasta he resucitado”, aseguró a su llegada al centro sanitario y contó que se había sentido mal desde diciembre, pensando que era una gripe.

Sebastián Palomo Martínez, Palomo Linares, nació el 27 de abril de 1947 en Linares, Jaén, tomó la alternativa en Valladolid en 1966 y se retiró del toreo en 1985 y, desde entonces, se dedicaba a la pintura con cuadros como los que expone en una sala de Boadilla del Monte (Madrid) desde el jueves.

‘los guerrilleros’ Nacido en una familia muy humilde sin antecedentes taurinos, de niño, mientras trabajaba como aprendiz de zapatero, acudía a tentaderos y comenzó a torear como maletilla. Se distinguió pronto por un toreo valiente y de gran espectacularidad y formó pareja con El Cordobés, en la llamada campaña de los guerrilleros, llegando a torear juntos más de sesenta tardes. Esta fórmula mediática le sirvió para, tras tomar la alternativa en 1966, convertirse en un fenómeno taurino y social de la época, más aún después de que El Cordobés dejara su trono en 1971. El aficionado necesitaba un “revolucionario” de esta índole y encontró en el de Linares al heredero del V Califa del Toreo.

Llegó a emular también sus pasos en el mundo del cine, protagonizando dos películas: Nuevo en esta plaza, en 1966, y dos años después, junto a Marisol, Solo los dos. En 1971 despachó doce toros en un día en la plaza de Vista Alegre (Madrid) y 1972 fue su gran temporada. Ese año, el 22 de mayo, salió a hombros de Las Ventas en la Feria de San Isidro, en la que cortó las orejas y el rabo al toro Cigarrón de Atanasio Fernández. La concesión de ese apéndice, que no se otorgaba en esa plaza desde hacía más de treinta años, fue discutida por los aficionados, pero convirtió al de Linares en un fenómeno social. Aquello ayudó a que su fama creciera todavía más, convirtiéndose no sólo en el líder del escalafón de toda una década, sino también en una figura pública cuya imagen se extrapoló más allá de los ruedos.

En 1982 anunció en Medellín, en el transcurso de su última corrida oficial de la temporada, su retirada de los toros. Reapareció de nuevo en 1983, pero en 1985 se retiró definitivamente y en su finca de Aranjuez se dedicó a la cría de reses bravas y a otro arte, el de la pintura. En 1993 reapareció en los ruedos y participó en una veintena de festejos en España y en Latinoamérica. Triunfador como ganadero de la feria de San Isidro de Madrid en 1995, ese año se cortó definitivamente la coleta. El torero ha fallecido tres días antes de cumplir los 70 años.

Su noviazgo con la modelo colombiana Marina Danko, su boda en 1977 y los nacimientos de sus tres hijos coparon las portadas de los medios rosas de la época, como también su divorcio en 2011 y el inicio de una nueva relación sentimental con la jueza Concha Azuara.

conmoción El mundo del toro mostró ayer su conmoción. Especialmente emotivas fueron las declaraciones de José Luis Lozano, empresario, ganadero y apoderado de Palomo durante toda su carrera. “Ha sido toda una vida juntos, desde que mató su primera becerra siendo un niño hasta hoy. Hablábamos todos los días y tratábamos de juntarnos siempre que podíamos. No me creo todavía que jamás le volveré a ver”, reconocía entre lágrimas. Igual de afectado se mostró Jaime Ostos, padrino de su alternativa, al asegurar que la noticia “me ha caído como un jarro de agua fría”. “Coincidimos muchas tardes juntos y para mí fue un honor que me eligiera como padrino de alternativa, que era, precisamente, como siempre me llamaba cuando nos veíamos, padrino”. El ganadero Antonio Miura se enteró en pleno campo. El representante de la legendaria divisa dijo que “Palomo era un tío de una pieza, un hombre que siempre decía las verdades del toreo, aunque a algunos no les gustara, porque él era así: un torero de raza y con una gran capacidad de superación que nunca se dejaba ganar la pelea por nadie. Imagino que habrá luchado igual contra la muerte”, concluyó.