madrid - Considerada una de las cien personas más influyentes del mundo según Time, la geobióloga Hope Jahren cree que hoy importa poco “la posición que cada uno tenga sobre el cambio climático, porque el clima, simplemente, está cambiando”, y alerta de que “ya no existe opción de vivir en un planeta limpio y virgen”.
Esta científica del Medio Oeste rural de EEUU que reside en Oslo sostiene que el verdadero reto en la actualidad “es vivir dentro de las contradicciones, porque ya no existe la opción de vivir en un planeta limpio y virgen, lo que no significa, sin embargo, que tengamos que seguir talando todos los árboles que hay por el camino”. Participante en el festival literario Kosmopolis, Jahren, con tres premios Fulbright en Geobiología y la única mujer a la que se le ha otorgado la Medalla para Jóvenes Investigadores en Ciencias de la Tierra, también ha debutado en la narrativa con el libro La memoria secreta de las hojas (Paidós), superventas de The New York Times, donde explica su día a día en un laboratorio y cómo llegó a convertirse en científica. Tras residir en varios países de todo el mundo y, finalmente, recalar en Oslo, donde dirige su laboratorio dentro del Instituto de Biología de la Universidad, deja claro que su rol en la vida “no es decirle a la gente lo que debe pensar y hacer”, sino compartir lo que sabe y confiar en que esas personas luego tomen sus propias decisiones. Asevera, contundente, que le produce “una gran incomodidad que quienes hablan del cambio climático sean a menudo personas que tienen mucho que ver con esta problemática, con la huella del carbono en la tierra”. “Yo no quiero implicarme en ese tipo de discurso”, apostilla. Reflexiona que si todos “estamos de acuerdo en que no hay nadie que le pueda decir a una mujer el número de hijos que debe tener, también debemos aceptar que el mundo que ahora tiene 7.000 millones de habitantes dentro de veinte años tenga unos 9.000”. “Si todos estamos de acuerdo en que tenemos derecho a tener electricidad para poder leer cuando llega la noche y así aprender, y luego un servicio sanitario correcto, una buena alimentación o una buena vivienda, lo que vemos también es que necesitamos muchísima energía para ello y yo realmente no sé cómo se puede cambiar la dirección que llevamos, pero los números no salen”, agrega. - Efe