Tras casi dos décadas perdidos en las darklands, los hermanos Jim y William Reid han vuelto a juntarse en los estudios de grabación para editar un disco nuevo de The Jesus and Mary Chain (TJMC), Damage & joy (Warner). Tras pasar por el Bilbao BBK Live, los iracundos escoceses actuarán en septiembre en el Kutxa Kultur Festibala donostiarra para presentar un álbum de regreso fiel a su historia, un solvente ejercicio de estilo entre la furia ruidista y las melodías infecciosas.
La confirmación de la publicación del disco de TJMC casi dos décadas después Munki, un CD que no adquirió (casi) nadie cuando todavía se compraban discos, causó una gran conmoción entre los fans a la música de los hermanos (Jim, al micrófono, y William, azote del mástil de su guitarra), considerados a mitad de los 80 como “la mejor banda del mundo” por el NME y creadores de un sonido híbrido entre la melodía de los grupos de chicas de los 60 y Beach Boys y el rock descarnado de la Velvet y Stooges.
El dúo ha utilizado la expresión de júbilo Damage and joy para titular su nuevo disco. Puede que nadie lo esperara, ya tras su regreso a los escenarios en varias ocasiones en los últimos años y los rumores sobre la existencia de temas nuevos que nunca llegaban a concretarse en directo ni en disco.
El replanteamiento de grabar el repertorio inédito surgió tras su última gira, que pasó por Bilbao y se concretó en la interpretación íntegra de su debut, el seminal Psychocandy, un caramelo envenenado, todo melodía y ruido y envuelto en estribillos encantadores reventados con una distorsión aterradora, cuando se cumplían tres décadas de su publicación.
La grabación comenzó en septiembre del 2015, con el productor Youth (de Killing Joke) en estudios de Londres, Dublín y Granada. Y los Reid, cuyo historial de trifulcas y desencuentros solo pueden igualar los Gallagher de Oasis, entraron en razón. “Empezamos escuchándonos el uno al otro algo más. En los dos últimos años hemos enterrado el hacha hasta cierto punto. La mayoría de la gente que nos conoce diría que no nos hemos suavizado. Tiene que ver con el hecho de que la sabiduría llega con la edad. Vivamos y dejemos vivir, y tengamos las opiniones del otro en cuenta”, dice Jim.
ejercicio de estilo El CD no se acerca a sus obras maestras, pero no suena innecesario, especialmente para esos fans que vivimos con agrado que vuelvan a enchufar sus guitarras, aunque casi un tercio del álbum sean retales editados en alguna antología previa o en solitario por Jim.
TJMC tiran de ejercicio de estilo, cruzando luz y oscuridad, melodía y ruido, y una atmósfera malsana y turbia muy reconocible en la que los más jóvenes (esos que disfrutan con The Raveonettes, por ejemplo) deberían perderse entre fucks y shits, chicas con curvas, LSD, crisis existenciales...
Vale, Amputation suena a conocido en sus “ouh ouh ohu” y su mezcla de melodía infecciosa y ruido bastardo. Pero nos encanta... Y lo mismo pasa con la ya conocida All things pass, que añade algún ritmo electrónico, al igual que el final de War on peace. La vertiente salvaje pervive en Facing up to the facts y el blues Get on home, con guiño a The Stooges, y la más pop y encantadora en sus duetos con féminas como Sky Ferreira e Isobel Campbell, como en la preciosa Always sad.
Súmale los arreglos orquestales y psicodélicos de Los Feliz-Blues and greens, sus dardos sobre el desamor (”siempre estaré triste porque tú eres lo mejor que he tenido”); USA (”en la tierra de la libertad desearía que todos estuvieran muertos”); ironías sobre su relación (“odio a mi hermano y él me odia/se supone que así debe ser”); y provocaciones directas (”asesiné a Kurt Cobain/le disparé directo al cerebro y su mujer me dio la droga”), y queda un disco más que apañado.
Jim canta “una vez brillé, pero ahora estoy viejo/¿y qué si huyo, hacia dónde debería correr?”. El dúo de cincuentones añorará la adolescencia y su fiebre, pero es consciente de que está lejana. Les/nos queda el rock, las melodías pop y cierto sentimiento de felicidad.