La última fase de ensayos se producirá en el mismo Principal que el 17, 18 y 19 acogerá el estreno de la tercera producción de la compañía alavesa Arké. Más de cien personas -entre cantantes, músicos, técnicos...- harán realidad esta nueva versión de la ópera cómica L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti, aunque desde ayer, parte del equipo se encuentra en el Jesús Ibáñez de Matauco del centro cívico Hegoalde afinando no pocos detalles. El trabajo es continuo desde hace meses, pero el momento de la verdad se acerca y nada puede quedar al azar, más allá de que a la suerte tampoco hay que negarle su papel. Hay que estar a la altura de los dos montajes anteriores (El Caserío 2.0 y La flauta mágica), del potencial del tejido cultural local implicado y de lo que se quiere seguir haciendo de cara a futuro para revisar, actualizar y acercar a la realidad contemporánea las obras elegidas. Además, en este 2017, por primera vez se saldrá a otros escenarios tanto de dentro como de fuera del territorio. Un nuevo reto.
De hecho, será el 21 cuando la producción alavesa se encuentre con el público de Arrasate, sin olvidar que a lo largo de la primavera se llevarán a cabo más representaciones en otros teatros. “Arké primero tiene que conquistar a los vitorianos y alaveses pero no para que nos acepten, sino para que nos reconozcan. Así es más fácil romper fronteras hacia otros lugares”, apunta Mikel Gómez de Segura, responsable de la dirección de escena junto a Josean de Miguel. “Somos una buena marca de Álava y Gasteiz” añade Iker Sánchez, en cuyas manos se encuentra la parte musical.
Esta vez su propuesta a los espectadores es una ópera cómica del siglo XIX que hasta quien no tiene interés por la escena en ninguna de sus vertientes reconocerá, como mínimo, por el aria Una furtiva lagrima. Enredos, amores, intrigas... se viven en un pueblo de Iparralde donde el elixir del amor se sirve en copa. Pero ni los tres ni el productor ejecutivo José Rafael Ruiz de Azúa quieren dar más detalles. Averiguarlo es cosa de quienes acudan a las representaciones previstas.
“Lo principal es acercar la ópera al público actual. Arké se ha caracterizado desde el inicio por no hacer una ópera arqueológica. Queremos acercarnos a la juventud y también que la gente se sienta identificada con lo que ve”, describe De Miguel. “Es ahí donde incidimos. La música se respeta al 100%, pero es en lo visual, en lo escénico, donde le damos la vuelta a la cosas”, comenta Sánchez. Al fin y al cabo, “es intentar eliminar la connotación de ladrillo que la ópera tiene para algunos” suma Ruiz de Azúa. “Respetando lo de ayer, lo contamos hoy para que siga vivo mañana” remata Gómez de Segura.
Para alcanzar esa meta, la compañía cuenta en esta ocasión con la Gasteizko Ganbara Orkestra, los coros Nurat y Samaniego, y los solistas Miren Urbieta-Vega, Marc Sala, Elias Benito, Mikel Zabala y Ana Gabriella Schwedhelm. Personas y grupos que hasta ahora han trabajo por separado y que en estas dos últimas semanas están ensamblando y puliendo cada instante de la ópera. “En los dos años anteriores colaboraron Jare Dantza Taldea o el Conservatorio de Danza José Uruñuela; pero que no estén en esta producción no significa nada porque volveremos a encontrarnos. Hacer red, de hecho, y crear con todas las herramientas culturales que tiene Vitoria siempre ha sido nuestra intención”, dicen Gómez de Segura y Sánchez.
Todos los mimbres son necesarios para llegar a buen puerto, aunque el director musical apunta que para él esta propuesta ha cumplido sus expectativas antes del estreno. “A nivel artístico y personal esto es positivo ya por la conexión que significa Arké”. “Tener la sensación de ser útil en una emoción colectiva es lo mejor para mí”, comenta el productor ejecutivo, quien coincide con Gómez de Segura cuando señala que “de las 2.000 personas adultas que el año pasado estuvieron en el Principal viendo La flauta mágica, estoy seguro de que más de la mitad fue la primera vez que iba a la ópera, y eso es lo mejor para nosotros”.
Reconocer la calidad
De hecho, la respuesta del público es fundamental por muchos motivos, también por el económico. “Si no cubrimos el 100% del aforo en el Principal, perdemos”, partiendo de la base de que la producción de esta ópera es más barata que otras del mismo título, de que el apoyo público cubre un 20% de las cuentas y de que todos los participantes en el montaje “nos auto-explotamos” puesto que nadie cobra lo que debiera.
“Cuando pedimos la implicación de las instituciones y el apoyo a estos proyectos es porque cada espectáculo quema a gente. Hay muchas cosas que tenemos que renovar cada vez. No podemos estabilizar cuestiones como la iluminación o la escenografía porque no podemos ofrecer una garantía económica, empezando por nosotros mismos”, describe Gómez de Segura.
Partiendo de la base de que hay que rechazar el “estigma” de que “lo local siempre es menor”, como apunta Sánchez, Gómez de Segura argumenta que “las administraciones no nos tienen que ayudar a que crezcamos, tienen que reconocer que hemos crecido. Y que como lo hemos hecho, tenemos la capacidad de juntarnos desde distintas disciplinas para hacer proyectos mayores. Tenemos capacidad profesional en Álava para hacer una ópera en muy buenas condiciones”. “En Arké debes tener claro que tienes que dejar en casa el orgullo y sacar la dignidad”, apunta el codirector escénico, más allá de que “no queremos dar pena quejándonos, pero sí tenemos que contar las cosas. Esto es rentable en muchas otras cosas y hasta ahora hemos sido capaces de hacer realidad tres milagros, y de hecho vamos a plantear un cuarto. Esta compañía es como los árboles, que lo arrancas y no te puedes imaginar la cantidad de raíces que tiene”.
En este punto, Ruiz de Azúa comenta que una propuesta como L’elisir d’amore “es un esfuerzo titánico que sólo se puede entender de verdad si estás dentro”, una apuesta personal y profesional que, por el momento, no encuentra colaboración de patrocinios privados. Un ejemplo, en esta versión de la ópera de Donizetti el vino tiene su papel. La compañía ha estado ya con siete bodegas de Álava buscando su complicidad. “Y a todos les parece estupenda la idea pero nadie se ha comprometido a nada con lo que tienes un montón de reuniones y esfuerzos que acaban en cero”.
Fuera de toda duda está, en el otro lado de la balanza, la entrega por ejemplo de los cantantes profesionales que toman parte en este montaje en los papeles solistas, varios de los cuales repiten tras La flauta mágica. “La palabra clave, como en el resto de los casos, es generosidad”, apunta el director musical. “Hemos conseguido que personas que están cantando en los mejores teatros, vengan a trabajar con nosotros con la mejor de las sonrisas y con ganas”, intérpretes que, por cierto, estos días van a ensayar con testigos, es decir, ante los estudiantes de canto que Urbieta-Vega tiene en el Conservatorio de Música Jesús Guridi.
Así, antes, durante y después, L’elisir d’amore dará diferentes frutos. Y vivirá, a buen seguro, momentos únicos como el que Gómez de Segura recuerda tras el estreno de El Caserío 2.0, la tarjeta de presentación de Arké (arkhé en griego significa comienzo): “se bajó el telón y con el público todavía aplaudiendo al otro lado vimos a cien personas sobre el escenario saltando, abrazándose y casi llorando de alegría. Y estamos hablando de un equipo que tenía una edad media de 30 años. Ese momento de emoción no tiene precio y se repitió el año pasado y creemos que pasará así éste”. “Uno de los motores de la compañía es el contacto humano. Esto funciona porque sabemos el esfuerzo que supone y el riesgo que conlleva. Para nosotros, además de poder ofertar a la ciudad algo interesante y de calidad, está también el aprendizaje mutuo que venimos desarrollando”, completa Sánchez.