Justo nueve años después de su paso por el Principal en la versión en castellano (Un dios salvaje) de Le Dieu du Carnage, mañana regresa al escenario de la calle San Prudencio otro de los títulos de referencia dentro de la trayectoria de la escritora, dramaturga y actriz francesa Yasmina Reza. En este caso, eso sí, lo hace en su actual adaptación al euskera (Jainko basatia), un proyecto afrontado por Txalo, que ya hizo lo propio con Art, también obra de la autora de Nantes.
Pero las diferencias entre ambas producciones no se reducen al idioma. Dejando a un lado los énfasis pasados en personajes estereotipados, en esta propuesta se presenta al público una “comedia negra” en la que el humor nace de la propia tensión de una situación verosímil. Risas y reflexión se unen ligadas por Yasmina Reza de una “manera muy ágil”. “Es una obra con un ritmo que va creciendo de manera constante” partiendo de un supuesto conflicto entre dos niños que lleva a sus respectivos progenitores a juntarse un día para tratar de afrontar la situación de una manera, por lo menos en teoría, madura y responsable.
Será a las 20.30 horas cuando el público se encontrará con una obra que, además, abre el abono de euskera de la programación invierno-primavera de la Red municipal de Teatros. De momento quedan unas 60 entradas disponibles por un precio único de 15 euros (en este caso, no están disponibles ni preferente ni los dos anfiteatros).
Éxito desde su estreno En 2007 vio la luz en Francia un texto que en muy poco tiempo cruzó fronteras y que tiene una conocida adaptación cinematográfica protagonizada por Jodie Foster y Kate Winslet. De hecho, Tessa Andonegi apunta “que la película sí nos ha servido para marcar algunas emociones y sensaciones” a la hora de preparar esta producción dirigida por Begoña Bilbao Lejarzegi.
Ella, junto a Andoni Agirregomezkorta, forma una de las dos parejas citadas en la tarde de autos para tratar sobre el ataque vivido entre su hijo y el del matrimonio compuesto por Mikel Losada y Aitziber Garmendia. El encuentro, en teoría, debe servir para resolver el problema, pero en realidad se termina convirtiendo en el detonante de una pelea propia y ajena donde la frustración, los reproches y los males de la sociedad actual salen a relucir a golpe del creciente volumen de alcohol que van consumiendo las dos mujeres protagonistas.
“De todas formas, el éxito del montaje no está ni en el excelente texto ni en la trama, sino en el hecho de contar con un equipo de trabajo a la altura, como es nuestro caso”, presumo, desde Txalo, Xabier Agirre sobre esta versión estrenada en Durango. “Es fácil, o eso nos dice el público, identificarse con los personajes y con las situaciones por las que pasan” ya que al final, Jainko basatia no deja de ser un retrato, ácido e crítico, de la sociedad occidental contemporánea. “Nosotros nos llevamos bien, no nos tiramos los trastos”, advierte Garmendia. “Bueno, es que al final siempre hacemos lo que dice Tessa”, remata Agirregomezkorta.