madrid - Una semana después de la controvertida elección del cantante Manel Navarro como representante en Eurovisión, lo único claro es que el festival sigue vivo en el Estado, al menos como objeto de debate, hasta entre sus más acérrimos detractores. ¿Pero qué dicen los artistas?

Alaska, sin ir más lejos, se siente nostálgica de las míticas ediciones con Raphael como concursante y no puede evitar pensar que el actual proceso de selección no ayuda en la búsqueda de candidatos de peso. “Si fuese por designio directo, podrían llegar otros, pero que te tengas que presentar a tres programas, tus fans se peleen con los del otro candidato...”, denuncia. “Si de repente todo el mundo se pusiera de acuerdo y fuese algo en firme, con una propuesta que me apeteciese, por qué no”, afirmaba hace unos meses India Martínez, una de las voces más singulares del actual pop melódico nacional, el ámbito en el que suelen buscar los “eurofans”.

Malú, Chenoa, Sweet California... Se dejan querer, pero poco. Arguyen que “es una responsabilidad demasiado grande”, que no tienen “tiempo para prepararlo”, pero a fin de cuentas, ¿por qué habría de someterse un artista con cierto estatus al riesgo de un concurso que es denostado en el país, su mayor y natural mercado?

Quizás porque, a pesar de su condición nacional de evento “casposo”, Eurovisión es hoy “el mayor espectáculo de la televisión europea” por inversión, a la altura de las giras de U2 o los premios MTV, con una audiencia superior a los 100 millones de personas, turistas de medio mundo y más de 1.500 periodistas acreditados para asistir a galas en espacios que empequeñecen el Palau Sant Jordi.

Y a pesar de ello, en el Estado se mantiene salvo excepciones como un agujero en el tiempo al que suelen optar perfiles “eurovisivos”, como si de un género musical se tratara, artistas con más que ganar que perder, especialmente por el salto promocional que suponen cinco meses de televisión y una gran final que, aún hoy, es la emisión de entretenimiento más vista del año.

¿Sería descabellado apostar entonces por otro tipo de músicos, vigentes, relevantes e igualmente necesitados del apoyo de la gran industria, especialmente cuando la corporación pública incluye una emisora, Radio 3, dedicada a este ámbito y una de sus locutoras más conocidas, Virginia Díaz, participó este año como jurado?

El temor en el seno de RTVE es que “mucha gente no se sentiría representada” con este tipo de música, a pesar de que los festivales de música reúnen, según diversos informes, una asistencia anual que orbita entre los 2 y los 3 millones de personas.

“En los últimos años (demasiados), España está enviando verdaderos despropósitos que no aportan nada ni reflejan la escena musical que existe en nuestro país, con un proceso de selección nada transparente”, protesta la banda de pop alternativo Detergente Líquido, que participó en el reciente #Eurocasting online del que salió Leklein convertida en aspirante oficial.

En su opinión, “el proceso actual es un laberinto creado por RTVE para que finalmente salga el candidato que quieren desde el principio”, pero igualmente animan a otros “bichos raros” como ellos surgidos del ámbito del “underground” a plantarse “ante el gran público” y darle la vuelta a la tortilla.

“Hay mucha gente a la que nos hubiese sido muy difícil llegar de otro modo y de ellas nos hemos quedado con algunos nuevos y buenos seguidores”, destaca este grupo para el que “las condiciones son muchos más abusivas” en numerosos certámenes del circuito musical.

En opinión de Joe Crepúsculo, otro practicante del pop alternativo, “lo que frena a más artistas a participar es la forma de gestionarlo, con votaciones populares, que creo que no están ayudando a que salgan canciones como las de los años 70 y 80, que a a mí me gustaban mucho”.