La respuesta es clara: “que todos los días llegue aquí gente de Álava y de todo Euskal Herria para ser creativa”, subraya Amaia Gabilondo. Crear desde la mezcla y el trabajo conjunto, crear estableciendo nuevas relaciones para favorecer cualquier manera de pensar abierta, crear porque todas las personas tienen algo que enseñar y que aprender, crear desde el ámbito rural y con la naturaleza, crear para innovar manteniendo vivos los legados recibidos, crear también más allá de la expresión artística pura... Se hace complicado resumir el sueño de Garaion, aunque en ir cumpliéndolo se lleva trabajando cada jornada desde hace ocho años en Otaza.
Bueno, en realidad, hay que echar la vista un poco más atrás. Como cualquier proyecto, desde la idea inicial a su concreción tuvo que pasar un tiempo. “Dicen que una lengua tiene una buena vida cuando crea, que su máximo esplendor es la creación. Nosotras pensábamos que al euskera le faltaban espacios para hacerlo”, una base sobre la que ir cimentando una propuesta que encontró ese lugar preciso en el pueblo de Ozaeta, en unas 60 hectáreas pertenecientes a una cooperativa del grupo Erkop (Corporación Mondragón). “Sólo usaban las tierras pero la casa-torre, que es del medievo, estaba destrozada y el pajar también estaba roto. Nos plantearon la posibilidad de ir y...”, recuerda Gabilondo, que hoy se encarga de la gestión de la asociación cultural junto a Julia López, Ainara Arrieta y Arantza Arrien, “aunque en estos años hemos contado con el trabajo y el apoyo de muchas personas”. A eso hay que añadir otro factor fundamental, la complicidad encontrada en las abuelas de la zona, “que siempre nos han tratado de una manera especial y a las que siempre intentamos reconocer”.
Los tres pilares básicos Conocidos los objetivos y encontrado el espacio llegó el momento de definir las bases del proyecto, para lo que las responsables de Garaion Naturartea Elkartea utilizan una metáfora que se traduce en tres manzanas.
Una de ellas se ejemplifica en impulsar la creatividad en la sociedad “porque si queremos un pueblo innovador necesitamos una sociedad creativa”. ¿Cómo hacerlo? “Trabajando desde la infancia, para que también los más pequeños se sientan muy creativos”. Otra es la relación con la naturaleza. Sí, puede que la sociedad actual cada vez esté más concienciada en cuestiones medioambientales, pero “no necesitamos cuidar la naturaleza sino mejorarla, ponerla en un estado de mejora continuo”. La tercera se refiere al patrimonio social, entendiendo esto como el trabajo en pro del euskera pero también de la recuperación de oficios “viejos”, la mezcla de personas distintas, la labor en auzolan... es decir, qué se puede aportar a un capital común, vital, humano.
A partir de ahí se ha ido construyendo un camino que cada año comparten cientos y cientos de personas de todas las edades y con intereses muy distintos. “Cada semana es una locura”, describe López, que apunta que “por ejemplo, llevamos desde junio del año pasado hasta ahora con dos días de vacaciones y sin casi descansar de lunes a domingo”. “Pero es que esto es una droga dura”, ríe Gabilondo.
Residencias de artistas (ahora mismo se está desarrollando una de danza contemporánea), talleres, cursos, representaciones (el espacio escénico está ubicado en el antiguo pajar y tiene capacidad para unas 300 personas)... aunque la actividad va dependiendo también de la época del año. “Desde aquí ves el Gorbea, Aitzgorri, Guebara... estamos en el centro de Euskal Herria y hemos llegado a tener en verano a científicos porque es un lugar de paso de aves”.
No todo ocurre dentro del espacio físico de Garaion -que en la casa-torre cuenta con 45 colchones-, puesto que la asociación también se desplaza a centros educativos y otros lugares donde poder desarrollar su labor o encontrarse con otros. “Sabemos que somos capaces de generar vivencias que marcan porque hay mucha gente que, de verdad, quiere compartir su sabiduría”, un aporte que sólo necesita ser estimulado.
En plena crisis Por supuesto, para sostener el proyecto hace falta financiación y a Garaion le ha tocado, como a otros proyectos de dentro y fuera de Álava, hacer su camino de arranque en una situación económica muy complicada para la sociedad en general y casi desastrosa para la cultura en particular.
En estos momentos, a la propuesta se aporta, por ejemplo, desde la consejería de Cultura del Gobierno Vasco a través de las Fábricas de Creación. Asimismo, Lanbide colabora para sostener algunos de los cursos que se organizan en colaboración con el Servicio Vasco de Empleo. A ello se añade “lo poquitito” que suma el área de Cultura de la Diputación Foral de Álava, “aunque con la parte de Euskera sí tenemos más relación”. Asimismo “intentamos que las empresas cooperativas, desde sus fondos sociales, establezcan colaboraciones con nosotras”, sin olvidar algunos encuentros puntuales con instituciones como el Ayuntamiento de Gasteiz para hacer realidad el espectáculo Zirk Zark.
Eso sí, la crisis está suponiendo una cuesta arriba constante. “Por eso ha habido personas en estos años que han aportado mucho esfuerzo y trabajo, pero que se han ido quemando”. Además, tampoco hay que ocultarlo, en una Álava donde a veces parece que sólo existe Vitoria no es fácil encontrar eco cuando se camina desde fuera de la ciudad. “Álava es rural y no sólo hay que invertir en las carreteras, también en las personas. El medio rural también es cultura y también tiene que tener cultura. Nosotras tenemos claro que dentro de 10 o 12 años van a salir unos cuantos artistas de Ozaeta porque estamos invirtiendo en ello”, apunta Gabilondo.
Por suerte, eso sí, el dinero no lo es todo. A Garaion le ponen el apellido de sorgingunea “porque es el espacio de las brujas, es decir, en euskera, de las personas que crean”. “Cuando vienen los pequeños, nadie quiere ser sorgina; cuando se marchan, todos y todas quieren”. Es el resultado de pasar por un proyecto donde son posibles los laberintos en los maizales o donde se quiere habilitar un camino de unos dos kilómetros alrededor de la casa en el que la electrónica se ponga al servicio de la naturaleza para “que te hablen las raíces o juegues con las hormigas”. Experiencias que sumar, en definitiva.