Vitoria - No están todos los que son puesto que es imposible reducir a seis días la actual producción y la realización de Euskal Herria, a lo que hay que añadir que el certamen impulsado por la Fundación Vital tiende a dejar a un lado aquellos títulos de larga duración que en su vida en salas comerciales ya han tenido un eco y recorrido más que destacado. Pero sí son todos los que están, como es costumbre en una Semana de Cine Vasco que entre el lunes y el sábado vive su trigésimo tercera edición.
Así que la cita impulsada por José Luis Ramos, que en los últimos tiempos también está acompañado en estas labores por Txus Ruano, vuelve a reclamar la atención tanto de sus fieles -que son muchos- como del público en general. Lo hace sin novedades con respecto a la estructura de otras ediciones, asentado ya como está el ciclo paralelo que se dedica de manera específica a los documentales y que se lleva a cabo en otoño. Así que el punto de encuentro para unos y otros volverá a ser el Aula Fundación, ubicada en Dendaraba, donde cada jornada será a las 20.00 horas, proyectándose primero un cortometraje y después el largo correspondiente, completándose el día con el coloquio que se establece con los directores, productores e intérpretes invitados.
El certamen llega después de que hace un par de semanas, la Asociación de Productoras Audiovisuales Independientes del País Vasco presentase un estudio que asegura que la producción cinematográfica vasca devuelve más a las administraciones públicas vía impuestos que las subvenciones que recibe, y que genera un impacto económico en Euskadi de casi 62 millones de euros (según datos de 2014). Ayer, en la presentación de la Semana, tanto el realizador alavés Kepa Sojo (presente en el cartel con el corto Hileta), como la actriz Miren Gaztañaga (Igelak) y la directora Iratxe Mediavilla (Argi) valoraron de manera positiva el camino que está recorriendo el sector en los últimos años, incluso a pesar de la crisis y del IVA, pero también pusieron algunos matices a esta visión.
En concreto, Gaztañaga valoró que hoy sí hay más industria en Euskal Herria, aunque demandó, sobre todo mencionado a EiTB, la necesidad de apostar más por la ficción y, por lo tanto, por favorecer el trabajo de los intérpretes vascos en su propia tierra. Por su parte, Mediavilla comentó que más allá de la situación económica del sector, debería haber también una preocupación específica sobre la reivindicación del papel de la mujer, con la mirada puesta de manera específica en los apartados técnicos. “En la claqueta de Argi estaba el nombre de dos mujeres y eso hoy sigue siendo una excepción”, apuntó la realizadora.
A buen seguro, estas y otras cuestiones se pondrán sobre la mesa en los coloquios posteriores a las proyecciones de una Semana que esta vez no ha incluido ninguna sesión específica para el público infantil. Como es habitual, en la cita, tres serán los premios que se repartirán en la última jornada, la del sábado. El mejor cortometraje y el largo más destacado se llevarán los reconocimientos elegidos por el público a través de sus votos. Además, se volverá a otorgar el Uno de los Nuestros, con quien se busca reconocer a un profesional del séptimo arte de Álava.
En lo que se refiere a los largos, por la pantalla pasarán Acantilado de Helena Taberna, Igelak de Patxo Tellería, 100 años de perdón de Daniel Calparsoro, Gernika de Koldo Serra, Vientos de la Habana de Félix Viscarret y Argi de Iratxe Mediavilla. Los cortos serán Hileta de Kepa Sojo, Villa Mnemósine de Rubén Salazar, Tiempos Muertos de David P. Sañudo, False Flag de Asier Urbieta, Caminan de Mikel Rueda e Ihesa de Alejandro Díaz Castaño.