Vitoria - “La culpa la tiene Ángel Martínez Salazar, que fue quien me metió en esta embolada”, dice Rafa Gómez. De hecho, aunque por desgracia el editor y escritor ya no está, son sus palabras las que a modo de prólogo abren Con la música a otra parte 1975-1995: “en todo aquel acto que se denominara musical, ahí estaba de una forma u otra” el ex representante y promotor de conciertos. Bajo esa premisa se ha construido un libro que bien podría definirse como un quién era quién y, en algunos casos, todavía sigue en activo sobre los escenarios, “aunque también hay unos cuantos que se quedaron en el camino”.

La publicación, eso sí, no pretende ser tanto un repaso pormenorizado de todo y todos, sino un reencuentro de Gómez con aquellos músicos y grupos con los que trabajó a lo largo de dos décadas que supusieron para Gasteiz “una revolución musical” en un “ambiente que hoy sería imposible”. Desde formaciones que inundaban las verbenas hasta los protagonistas de la escena punk y rock, la lista de nombres propios que jalona este libro parece por momentos interminable. Y es que el autor no sólo se ha limitado a hacer una descripción de la época, de sus protagonistas, de quienes se movían en torno a las tablas y de las anécdotas varias que guarda en su memoria, sino que además presenta una extensa relación de grupos e intérpretes, algunos de ellos repetidos en diferentes proyectos musicales.

Aunque el paso de los años, y eso sucede siempre, tiende a dulcificar los recuerdos, Gómez reconoce que llevar a cabo esta apuesta en forma de libro ha supuesto una vuelta a la realidad, a unos viejos tiempos con lo bueno y también con lo no tanto. Aún así, el ex representante y promotor de conciertos reconoce que “aquella fue una buena época” para un sector del que se alejó a partir de mediados de los 90 “porque el ambiente y la situación empezaba a no ir conmigo”.

Más de 200 bandas se pueden rastrear en estas páginas que también se jalonan con no pocos testimonios fotográficos. Se conforma así una publicación que ha sido posible, en gran medida, gracias a la colaboración de los propios protagonistas, más allá de que alguno haya preferido no participar. Excepciones a un lado, Gómez revive así unas décadas de efervescencia en la capital alavesa. “Para mí, la mejor época fue del 80 al 85”, apunta el autor, aunque cada uno tendrá sus preferencias.