Vitoria - Con un humor digno de elogio a pesar de su apretada agenda, Ainhoa Arteta desprende pasión a raudales cuando habla de su profesión. La semana pasada actuó en Pamplona con La Voz y el Poeta, montaje sobre Federico García Lorca con el que acudirá a Vitoria en marzo de 2017 en el marco del ciclo Grandes Conciertos, que empezará a vender sus abonos el próximo 14 de diciembre.

Aterrizó hace unos días en Pamplona, en esta ocasión con un programa en el que rinde homenaje a Federico García Lorca. Aunque la pregunta sea básica, ¿qué tal se lleva su voz con la poesía?

-La verdad es que maravillosamente bien. Como digo yo, el cantar viene del alma, y la poesía también. Creo que es una expresión de arte sublime porque todo poeta, cuando escribe, deja un trocito de su alma ahí; por eso yo creo que se comunican tan bien. Y a la hora de expresar el canto con la poesía me parece que se llega a lo sublime. Para mí es apasionante.

En cualquier caso, el trabajo a la hora de preparar un repertorio de este tipo imagino que será muy diferente al de una ópera, por ejemplo, ya que cuando tiene entre manos textos poéticos digamos que el contenido, la poesía, se iguala un poco más en importancia con el continente, su voz, puesto que el público tiene que entender muy bien qué se está contando.

-Totalmente. Personalmente creo que el recital, como artista, me enriquece muchísimo más que la ópera, pero eso es una percepción mía. Y creo que es así porque, como decía antes, reúne lo sublime del texto con lo sublime de la música, a lo que se suma el estudio profundo de una misma para poder entender la poesía, el sentimiento... Y, además, es un ejercicio muy importante de cambiar de registros, incluso emocionales, ya que incluso dentro de un mismo recital hay un abanico extensísimo, a través de la poesía, de distintas emociones; no es una trama solo, son pequeñas grandes historias contadas en fragmentos de tres o cuatro minutos máximo. Y cada una de ellas es un mundo al margen del anterior. De alguna manera, dentro de un recital hay varios pequeños micromundos y eso enriquece mucho a nivel emocional y artístico a la persona.

¿Cuál ha sido el criterio a la hora de elegir los poemas de García Lorca que conforman este monográfico así como los compositores que han dado vida a sus poemas?

-El monográfico es sobre García Lorca porque yo soy una apasionada de su poesía y porque este año se conmemora el 80 aniversario de su muerte. Pero al margen de esto, lo que me parecía interesante era cómo habían musicado los textos, desde el propio García Lorca, que era un gran músico, hasta distintos compositores españoles de diferentes épocas; incluso diferentes versiones musicales del mismo texto. Ha sido un trabajo que he realizado con Rubén Fernández (el pianista que le acompañará en directo) de buscar los temas y compositores más interesantes o que nos parecía que podían mostrar algo nuevo. Por ejemplo, hay un ciclo de canciones infantiles Xavier Montsalvatge que es una auténtica maravilla, aunque no tiene nada que ver con el resto del programa. Creo que, en este sentido, es un recital ameno a la vez que tremendamente culto. Tocamos muchísimas aldabas que son muy interesantes y que el público va a disfrutar. El pianista, la bailaora y yo te puedo asegurar que los disfrutamos. Primero, porque vestir los textos de García Lorca es un lujo. Hay que tener en cuenta que el único instrumento vivo que existe es la voz y, en tanto en cuanto está dentro de nosotros y atraviesa el cuerpo para salir; esa música, acompañada de ese texto, cuando atraviesa tu cuerpo para plasmarlo frente al público, la verdad es que la sensación que se siente es muy grande y yo lo disfruto mucho. En este sentido, estoy en un periodo de mi carrera en el que me puedo permitir el lujo de disfrutar de lo que hago, así que me siento muy afortunada de poder hacer este ciclo.

Un ciclo que se ha hecho un hueco dentro una actividad frenética que le ha hecho, en los dos últimos años, disfrutar a su vez de diferentes primeras veces, como su debut en el Bolshoi de Moscú. ¿Cumplir sueños es un acicate para seguir pidiéndole más a su voz, a su carrera?

-No, yo ya no le pido más a mi voz, solo que siga como está. Lo único que le pido a quien haya que pedir es que me dé salud y energía para seguir disfrutando de estos maravillosos momentos, porque, como decía antes, tengo muchas cosas resueltas técnicamente, y me puedo centrar en saborear la música al 100% y eso es un lujo. Así que no me pongo metas, simplemente me gusta, quiero quedarme como estoy, pudiendo trabajar con mis recitales y mis óperas. Con esto ya estoy conforme, que sea aquí, en Sebastopol, en el Bolshoi o donde me lleven, ya no me importa tanto como poder seguir cantando, aunque sea en la cocina de mi casa, porque para mí así ya tiene sentido.

Aunque vaya de éxito en éxito, no pocas veces Ainhoa Arteta ha alzado la voz contra la precariedad con la que ahora trabajan los artistas, ¿ha mejorado en algo la situación, tiene visos de arreglarse o continúa en decadencia?

-No lo sé, y después de esta mañana ya no sé si será una precariedad artística o mundial (la entrevista se realizó el pasado miércoles, tras resultar elegido Trump como presidente de EEUU), esperemos que no. Pero sigo alzando mi voz frente a cosas que creo son tremendamente injustas; pienso que en este país la cultura no se está tratando como se debería. Soy una firme creyente de que tenemos un patrimonio histórico cultural como muy pocos países poseen y que la cultura, bien tratada, podría ser una gran fuente de economía; lo creo fervientemente e incluso lo puedo demostrar. Sinceramente, creo que no están leyendo el mensaje, al revés, están agravando con un 21% a la cultura... Pero que no se me entienda mal, porque yo soy pro pagar impuestos y hacerlo en mi país; lo he hecho toda mi vida. En este sentido tengo una conciencia muy marcada de mi deber como ciudadana. Eso es una cosa, y ahí no me voy a negar jamás, pero agravar con un 21% de IVA a la cultura es un auténtico disparate, no lo que tengamos que pagar nosotros de impuestos, que yo pagó más de un 21% y no me importa; pero que se grave con 21% de IVA es algo que no puedo entender, y más en un país como el nuestro, con un patrimonio cultural tan grande; de esta forma lo único que nos hacemos es un gran daño, deberíamos utilizar la cultura como una herramienta de economía para el país junto con el turismo, la gastronomía y el clima. No estoy para nada de acuerdo con las últimas políticas culturales, y lo seguiré diciendo y no me cansaré de repetirlo. No digo que no le pongan un IVA, pero si la pornografía tiene un 4%, la cultura no debiera tener más.

Si de algo es ejemplo Ainhoa Arteta es de diversificación, basta como ejemplo el programa de hoy o sus discos de pop. Este abrir el abanico, ¿es una mezcla de necesidad y curiosidad o su camino siempre lo marca la creatividad?

-No, en el fondo es que me lo quiero pasar bien (risas). Soy una persona tremendamente curiosa. Pero también te digo que si esa apertura del abanico hubiera sido en detrimento de mi vocalidad, no la hubiera hecho. Creo que todo lo que he hecho hasta ahora ha sido con una responsabilidad máxima y una fidelidad absoluta a mi instrumento, y a lo que mi instrumento puede hacer sin dañarse. Y, como yo digo, todo son formas de arte y de poder expresar. Pero lo más importante, para mí, es que yo me divierta, porque si yo me lo paso bien, el público al que me dirijo también se lo va a pasar bien... Y si no, vaya por delante todo lo que he disfrutado.

Su voz ha madurado hasta el punto de afirmar recientemente que hace 20 años, por ejemplo, no hubiera podido interpretar el Mannon Lescaut de Puccini; pero no es solo cuestión de madurez sino de técnica. ¿El del aprendizaje es una camino que no tiene final para una soprano?

-Totalmente. Como decía, la voz es el único instrumento vivo que existe, y en tanto en cuanto cohabita en mí, cualquier cambio que sufre mi cuerpo debido a cualquier cosa, por ejemplo la edad, la voz va cambiando, adquiriendo diferentes matices. Así que el estudio es continuo, la gente que nos dedicamos a esta profesión somos estudiantes e investigadores de por vida. Primero porque tenemos que investigar nuestro instrumento y observarlo siempre. Alfredo Kraus me dio una gran lección que la llevo grabada a fuego: “A la voz hay que escucharla, nunca obligarla”. Qué razón tenía, porque cuando la escuchas y no la obligas, la voz te puede llevar a sitios insospechados. El problema es cuando la obligas a hacer algo que ella no puede, no quiere o no debe. Ahí es donde se da la ruptura; pero si la escuchas y la dejas que vaya ella donde verdaderamente puede ir, son impresionantes las sorpresas que te puede dar en la vida. Yo empecé como una soprano ligera y ahora, por la edad, por la madurez o por cómo ha evolucionado mi voz, me encuentro haciendo papeles que jamás pensé que iba a poder hacer. Y eso es una gran satisfacción.

Habla de un estudio vitalicio, no sé qué se le puede decir a un estudiante de Conservatorio que ve meridianamente cómo está el mercado laboral de su profesión...

-Creo que todos los que nos dedicamos a esta profesión es porque somos unos apasionados y hemos tenido la suerte de poder dedicarnos a ella. Si ellos tienen la fortuna de dedicarse a esto porque es su pasión, y además les sale bien y puede hacer de ella su profesión, bienvenidos sean. Pero que tengan una pasión en la vida, y la puedan trabajar, a nivel o a otro, siempre va a ser bueno. El canto tiene que ver mucho con la pasión, esta profesión no se hace por dinero, para eso antes me hubiera dedicado a la banca o a ser político, que en este país se rentabiliza más. Que no piensen que se van a hacer millonarios, van a vivir bien pero sobre todo van a ser felices porque van a poder hacer lo que ellos quieren, la voz. Que no es una profesión para nada fácil, pero sí apasionante.

Lo que no se me ocurre es cómo conseguir que las nuevas generaciones del Spotify y los móviles se acerquen a la música clásica, ya que ellos debieran ser el futuro público de la lírica.

-La música clásica es algo que va creciendo, aunque hay gente que nace con gran amor a esta música, pero son los menos. Por eso hay una labor importante que se ha hecho en los últimos años y que no me gustaría que se dejara de hacer, que es llevar a los niños a la ópera, en programas escolares. Obviamente, como son pequeñitos, son esponjas, lo cogen todo, en plan juego, algunos se enganchan y otros simplemente lo han escuchado y ya está. Luego llega la etapa de la adolescencia, de la juventud, con las radiofórmulas. Pero después de los 30, cuando ya han pasado todo eso de las discotecas, del rap, del rock, etc, es como que se asientan y empiezan a curiosear en lo clásico, que es una música que crece con el tiempo. Y yo nunca pierdo la esperanza porque veo que el público que acude al teatro es de 30 hacia delante; y esto sucede en todas las disciplinas artísticas clásicas, porque la persona está más cultivada y preparada para recibirlas. Pero es importante que la semilla se plante cuando son niños, y luego es normal que cuando son jóvenes muevan el esqueleto (risas).

Tras pasar estos días por Pamplona, ¿hacia donde viajarán esas maletas que casi no paran por su casa?

-Creo que me voy a Madrid, a una gala de zarzuela que me hace mucha ilusión. Noviembre y diciembre los tengo llenos de conciertos y recitales, y ya en enero me marcho a Sidney (Australia) a hacer Tosca. Pero ahora mismo te puedo decir que tengo una maleta en el descansillo y otras dos en mi habitación, a deshacer... Y otra con los trajes de Lorca que tengo sacar de un altillo (risas).