es como una marea de chapapote infesto que todo lo cubre, la manía y afición televisiva de llenar los espacios informativos y magacines de entretenimiento con noticas de sucesos ofrecidas a manera de ristra choricera para manjar de los televidentes que deben asimilar a velocidad de crucero, nombres, lugares y circunstancias de estas crónicas negras en la tele que diariamente sirve telediarios inmisericordes a base de estas noticias de sucesos más propias de otros tiempos y otras sociedades.

Violaciones asesinas, incendios pavorosos, atracos y hurtos a tutiplén, desapariciones misteriosas, suicidios, asesinatos infanticidas son algunas de las manifestaciones de la condición humana de criminalidad que la tele agranda, agiganta y sirve repetidamente desde la pantalla.

La crónica negra, la crónica de sucesos alimenta informativos con descarada presencia en el caso de Tele 5, cadena en la que Pedro Piqueras y sus muchachos siguen la pauta de dedicar un tiempo largo a acontecimientos luctuosos de la jornada: eso sí, con el detalle fraterno de advertirnos en ocasiones de que las imágenes pueden dañar nuestra sensibilidad de televidentes blanduchos y poco preparados para la agitada vida.

El morbo del suceso, asesinato, catástrofe o sucedáneo han atraído a la clientela necesitada desde tiempos inmemoriales de una ración malsana de lo prohibido, inmoral o malsano. Alimentar el consumo de estas noticias en las que el sufrimiento humano es presentado como resto carroñero para el humano disfrute es dinámica cutre que las teles de rigor y calidad deben evitar en su presentación, reiteración y exhibición pública. La brutalidad de las imágenes es imán para atraer la audiencia hacia accidentes, delitos o sucesos naturales que espantan a la vez que atraen en un aldea global donde al parecer cabe todo.