El público tiene la piel de gallina. Los focos crean una atmósfera idílica. Tras un par de horas de concierto los corazones ya laten desbocados, al son de la batería. Los presentes corean contagiados por la nostalgia. Lo que ven sus ojos y lo que escuchan sus oídos no dejan otra alternativa. En el escenario, Freddie Mercury alza el micrófono hacia el cielo, con su característico pantalón blanco, una torera amarilla y su inconfundible bigote. Pero eso es algo imposible. El vocalista de Queen falleció en 1991, víctima del sida. Y, sin embargo, ahí está, deleitando a su público, el que le idolatra desde hace décadas, con la fuerza de su personal voz. Esta escena se vivió, por ejemplo, el pasado mes en el Iradier Arena y durante las últimas semanas se repite en muchas ciudades del Estado, en todas las que visita Dios Salve a La Reina, una banda argentina que se gana la vida imitando y honrando a Queen en los escenarios de todo el mundo. Es una de las bandas tributo más famosas del planeta, además de por su calidad como músicos, ya que clavan el sonido de Queen, por el impresionante (y cultivado) parecido de su vocalista, Pablo Padín, con el malogrado Freddie Mercury.
Homenaje vs. negocio
Hay bandas tributo de todo tipo de grupos y artistas, no es un fenómeno exclusivo del pop y del rock. Queen, U2, Michael Jackson, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Loquillo, Amy Winehouse... Todos tienen su versión de marca blanca. Hay excepciones, como la del vocalista de Dios Salve La Reina, pero la gran mayoría de bandas tributo no pretenden imitar. Casi ninguno de ellos se disfraza o intenta imitar la imagen del artista original, sino que, simplemente, ofrecen conciertos reproduciendo su repertorio. Cuestionados por esta postura, la mayoría suele apelar a su propia identidad y estilo, pero también es cierto que actuar caracterizados de otros artistas podría empujarlos a litigios por derechos de imagen.
Hay estudios que estiman que los conciertos de bandas tributo suponen el 30% de las actuaciones musicales del Estado, afectando, sobre todo, a la programación de pequeñas salas de conciertos y bares. La crisis económica también ha tenido un pequeño papel en el repunte de este sector en los últimos años. La subida del IVA del 8 al 21% ha encarecido las actuaciones de artistas consagrados, siendo más atractiva y resultona la variante low cost de las bandas tributo.
Aizu! es una banda tributo de Kortatu... ¡creada en Madrid! Javier Moya es uno de sus integrantes y explica que en su caso su actividad no es muy lucrativa. Les mueven otros incentivos: “Elegimos Kortatu porque musicalmente fueron pioneros en el Estado con el ska, el reggae? Es una música que nos gusta mucho. Además, estaba la parte política, ese batiburrillo de ideales que tenía nos gustó. De nosotros, por nuestra edad, ninguno ha visto a Kortatu en activo. Fue una de las cosas que nos movió. Es algo que nuestra generación no ha visto y que ya no vamos a poder verlo. Para nosotros es más un homenaje que otra cosa, porque en nuestro caso no da para más. No se gana dinero, de hecho se pierde y te quita tiempo, pero se hace con gusto”.
La moda de la nostalgia
Jon Azkueta dirige Gazteok Management, una promotora de Galdakao que hace años que oferta una gran variedad de bandas tributo entre su catálogo de artistas. Él pone como ejemplo a The Bon Scott Band, banda tributo de AC/DC, con la que se adentraron en este mundillo. “Son tan buenos que mucha gente se mete en la piel y piensa que está viendo a AC/DC”, explica, “lo último que he traído a Euskadi fue a las fiestas de San Miguel de Basauri: Real Straits, tributo a Dire Straits. Tocaron todo el repertorio y la gente flipaba porque eran muy buenos”. Las bandas tributo gustan porque la mayoría interpreta con gran fidelidad los temas originales. Ofrecen, en general, mucha calidad.
También influyen las modas y la ley de la oferta y de la demanda. Azkueta, por ejemplo, apunta que las visitas de artistas relevantes influyen en las contrataciones: “Se nota que cuando vienen aquí de gira los grandes grupos se consumen más actuaciones de sus bandas tributo”. Otro ingrediente para explicar su éxito es la nostalgia. “Con el batiburrillo musical que hay ahora y el exceso de información que hay en internet, con música de todo tipo, mucha gente se agarra a lo antiguo, a la música que escuchaban de jóvenes”, explica Javier Moya, “entiendo que las bandas tributo a grupos desaparecidos o bandas que son muy difíciles de traer a España suplen ese vacío. Yo lo que no entiendo son las bandas tributo a grupos en activo. Me parece ridículo, aunque hay muchas”.
El arte de clonar
Hay quien ve a las bandas tributo como un colectivo que se aprovecha del trabajo de otros. En el propio mundillo de la música es un sentimiento que algunos pueden palpar. “Los grandes a nivel internacional no, pero algunos grupos y artistas de por aquí sí que hacen comentarios como ‘jolín con los puñeteros tributos’, porque al final la gente se la llevan ellos”, confiesa Jon Azkueta.
Moya, de Aizu!, pasa olímpicamente de ese debate: “Hay gente que lo valora y otra gente que no lo valora. A nosotros nos da igual. Hacemos lo que queremos y no le quitamos el trabajo a nadie. Nos lo pasamos bien y conocemos gente, que es lo que queremos. Así que seguimos con el gusanillo de la música”. De hecho, su banda ha podido recibir algunas pinceladas de lo que el propio Fermin Muguruza, líder de Kortatu, piensa de su trabajo: “En nuestros inicios grabamos un par de temas para un disco de varios grupos de Alcorcón y le pedimos permiso a Fermin para incluirlos. No puso ningún problema”. En una ocasión, una amistad del grupo tuvo la oportunidad de entrevistar a Muguruza y le preguntó sobre su banda tributo madrileña: “No puso ninguna pega y dijo que lo hacíamos bien. Nos hizo ilusión. No creo que le pueda sentar mal, porque lo hacemos con cariño. No es una cosa que hacemos a lo bruto para sacar dinero gracias a Kortatu. Es para que la gente siga escuchando y conociendo a Kortatu y poder pasarlo bien nosotros”.
Cantar sin cambiar nada
Una de las grandes dudas que envuelven a las bandas tributo es si deben pagar algo a los artistas originales por utilizar su obra. Javier Moya reconoce que ellos no pagan nada por cantar las canciones de Kortatu: “El resto no sé si pagarán. Supongo que dependerá del grupo o la compañía que tenga los derechos del artista. Cuando es un tributo a los grandes de la música internacional, que hay mucho dinero de por medio, puede que sí haya algún tipo de pago por ese concepto”.
Lo cierto es que el grupo no debe hacer frente a ningún pago. SGAE Euskadi explica a DNA que, cuando se trata de interpretar canciones “es el promotor u organizador quien tiene que abonar la tarifa correspondiente a los derechos de autor para el concierto”. Para ello debe presentar una lista de temas interpretados, “así como los titulares del derecho a los que se reparte: autores, letristas y editores”.
Para grabar un disco tributo, el productor debe estar dado de alta en el registro de productores fonográficos de la SGAE y tiene que solicitar la licencia correspondiente. Tanto en el caso de los conciertos como en el de las grabaciones, desde SGAE Euskadi recuerdan que “si el grupo realiza arreglos de la música o adaptaciones de la letra, como por ejemplo, modificar los acordes, la melodía o cambiar de idioma la letra, debe recabar el permiso de los autores o editores que estén facultados por contrato de edición para autorizar esos arreglos o adaptaciones”.
Al margen de todo esto, las bandas tributo deberán recabar debidamente los permisos referentes a los derechos de imagen o de utilización de marcas registradas si procediera.
Un espacio en el futuro
En Aizu! tienen pensado seguir muchos años repitiendo sus 25 conciertos anuales. Moya no cree que lo de las bandas tributo sea una burbuja: “Se instalará y tendrá su hueco. No creo que suba mucho más de lo que está ahora, pero no creo que decaiga”.
Desde Gazteok Management, Jon Azkueta recuerda que hay bandas como la de Manel Fuentes, que sigue la estela de Bruce Springsteen y cuyas actuaciones cuestan 12.000 euros. Con semejante caché es de esperar que el show siga adelante: “No creo que crezca más, el negocio de las bandas tributo se mantendrá ahí”. Así que no hay que temer: los amantes de la música podrán seguir disfrutando en vivo de sus casi cantantes favoritos.