los angeles - Leonard Cohen (Montreal. 21 de septiembre de 1934) se dio de baja en el Hotel Chelsea el viernes de madrugada, bailó el último vals de su vida y se bajó del tren cuando este aceleraba hacia la oscuridad con el triunfo de Donald Trump para abandonar definitivamente Manhattan en busca de su adorada Marianne. El canadiense, tan poeta como músico, se hizo un David Bowie y murió, a los 82 años, apenas unos días después de publicar su último disco, You want it darker, en el que dejaba entrever un final trágico: “estoy listo, mi señor”.

“La música nos hará libres”, cantaba un jovencísimo Cohen en el clásico Chelsea Hotel, en aquel tiempo en el que el canadiense vivió una noche de amor con Janis Joplin, cuando el hotel era lugar de reunión de artistas, de Dylan a Hendrix, Grateful Dead, Arthur Miller o Thomas Wolf. También recitaba “te necesito, te añoro” en su canción legendaria. Ese es el sentimiento que alberga hoy a medio mundo tras el fallecimiento de su autor, ese músico y poeta que cantaba diciendo y casi recitando.

El mundo supo de su muerte a través de un breve comunicado en su página de Facebook. “Con profundo pesar informamos que el legendario poeta, compositor y artista Leonard Cohen ha fallecido”, explicaba. “Hemos perdido a uno de los más respetados y prolíficos visionarios de la música”, proseguía antes de anunciar que próximamente tendrá lugar un homenaje a su persona en Los Ángeles y explicitaba la petición de “privacidad” de la familia para el duelo.

Un duelo que se extendió ayer por medio mundo, de Euskal Herria al mundo anglosajón y latino. Bunbury aseguraba “no poder expresar con palabras” lo que ha sido para él y reconocía que le profesaba “amor absoluto”. La también canadiense Alanis Morissette le recordó con un emoticono triste y mensajes y declaraciones similares expresaron el guitarrista Slash, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y actores como Mia Farrow o Russell Crowe.

Cohen, cuyo talento tuvo un gran impacto en la vida y carrera de varias generaciones de cantautores, también fue recordado por la Academia de la Grabación de Estados Unidos, que difundió un comunicado en el que destacó su labor “durante más de cinco décadas” como “uno de los poetas pop más reverenciados”. Sí, poeta, ya que su nombre salía siempre a colación a la hora de entregar anualmente el Premio Nobel de Literatura.

cantautor tardío Cohen, bohemio y conquistador irredento, hijo de la diáspora judía y aficionado tanto a la meditación zen como a García Lorca, debutó en el mundo de arte con la poesía. Editó su primer libro, Vamos a comparar mitologías, a mediados de los años 50, con solo 22 años, pero cuenta la leyenda que optó por la canción, en 1967, con el inolvidable Songs of Leonard Cohen, por motivos económicos, cuando se acercaba a la treintena.

Allí se encontraban ya clásicos de su discografía como Suzanne, Sisters of Mercy o So long Marianne (Adiós Marianne), cantados con una voz justa pero, en aquella época, todavía dulce y ensoñadora. Después, con los años y los discos, llegaron canciones de amor y odio, escritas en un cuarto, que iban sumando gemas como Bird on a wire o The partisan, nuevas pieles para la vieja ceremonia del arte. Musicalmente, su registro mutó en 1988 con I´m your man, en el que se abrió a la electrónica con temas como First we take Manhattan, Take this waltz o la expresiva No cure for love.

Desde entonces, los discos de este miembro del salón de la fama del rock´n´roll de Estados Unidos, casi siempre mágicos y musicalmente muy eclécticos, se fueron espaciando mientras su voz se tornaba cavernosa y gutural y se envolvía entre coros femeninos, y hasta se vio obligado a volver a las giras, ya en su vejez, tras ser estafado por su manager. Eso sí, su voz propia siempre se mantuvo alerta y viva en sus preclaras letras, que indagaban siempre entre los misterios de la vida, el amor, el sexo y la espiritualidad.

Su último otoño Cohen cantaba “ahora Suzanne te toma de la mano y te conduce al río? y tú sabes que puedes confiar en ella porque ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente”. También “como un pájaro en un cable, como un borracho en un coro de medianoche, he intentado a mi manera ser libre”. El canadiense había publicado su último y magnífico disco, You want it darker, hace apenas dos semanas. Y se fue de forma inmediata, como Bowie.

En el caso del canadiense, ya se advertía, como publicó DNA el domingo pasado, que podía ser el último disco. Tras la muerte de su novia juvenil, Marianne Ihlen, con la que vivió una relación apasionada en la isla griega de Hidra, había escrito hace unas semanas que “nuestros cuerpos se están cayendo a pedazos y creo que te seguiré muy pronto”. Aunque bromeó a posteriori y dijo que “tengo la intención de vivir siempre, al menos 120 años”, en su último disco ya anuncia: “estoy preparado, mi Señor”. En otra canción se autodefine como “una luz viajera con poco equipaje” y aunque le canta al deseo en On the level (“me peleaba con la tentación, pero no quería ganar”), Cohen reconocía que “dejo la mesa, estoy fuera de juego”.

So long Leonard, hasta siempre. Es hora de “reír y llorar, de llorar y reír” porque, como él cantaba: “dame Stalin y San Pablo; he visto el futuro, y es un crimen”. Eso sí, su obra no morirá nunca.

Libros. Entró en la poesía a través de García Lorca y fue por él que empezó a escribir libros. Aquel chico callado y solitario comenzó a juntar versos hasta que en 1956 publicó su primer libro, ‘Let us compare mythologies’. Luego llegaría ‘Flowers for Hitler’ (1964), y hasta una novela, ‘Beautiful losers’ (1966).

Discos. Se adentró en la música, con 33 años, con ‘Songs of Leonard Cohen’ (1967). Ahí estaban ‘So long, Marianne’, ‘Suzanne’, ‘Sisters of Mercy’. Le siguieron ‘Songs from a room’ (1969), ‘New skin for the old ceremony’ (1974), ‘Various positions’ (1984)... Tras ‘The future’ (1992) abandonó el mundanal ruido y se retiró a un monasterio zen. Se reencontró en los escenarios en 2008. ‘You want it darker’ se publicó hace apenas unos días.