francisco Nieva, fallecido en su casa de Madrid a los 91 años, ilustrador, escenógrafo, director de escena y dramaturgo, fue todo un ejemplo de “hombre del Renacimiento”, una voz libre del teatro que se reveló como un innovador en la forma y el contenido del teatro en la Transición y que ocupaba el sillón J de la Real Academia Española. Su trabajo había sido reconocido con numerosos galardones como los Premios Nacionales de Teatro (1980) y el Nacional de Literatura (1992), por El manuscrito encontrado en Zaragoza; el Príncipe de Asturias de las Letras (1992), el Max de Honor de las Artes Escénicas (2004), el Corral de Comedias de Almagro (2010) y el premio Valle-Inclán de Teatro (2011) por Tórtolas, crepúsculo... y telón.

Francisco Nieva nació el 29 de diciembre de 1924 en Valdepeñas (Ciudad Real). En 1941 se trasladó a Madrid y un año después ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Fue uno de los impulsores en España del “Postismo”, movimiento que recogía el testigo artístico de las vanguardias precedentes. Su primer trabajo fue de ilustrador en la Estafeta Literaria. En 1952 trabajó para el Boletín Informativo de La Sorbona y siguió una licenciatura libre sobre la novela bretona y los libros de caballerías. En aquella época entabló contacto con Genet, Beckett, Ionesco y Fernando Arrabal, pero fue la representación del Galileo Galilei de Brecht lo que le llevaría a dedicar su vida al teatro.

En París escribió obras como Es bueno no tener cabeza, Pelo de tormenta o El rayo colgado y conoció a la que sería su esposa durante nueve años (1954-1963), Genevive Escande, un alto cargo del Centro de Investigaciones Científicas.

Creador de decorados y figurines en Alemania, Italia y España, a partir de los setenta, Nieva fue elaborando su ingente obra dramática. A esos años pertenecen Es bueno no tener cabeza (1971), Pelo de tormenta (1973), Tórtola, crepúsculo y... telón (1972), Teatro furioso (1973), Coronada y el toro (1973), Teatro furioso y teatro de farsa y calamidad (1975) y Sombra y quimera de Larra (1976). Su gran momento como autor llegó al inicio de la Transición, cuando se reveló como un innovador en la forma y el contenido teatrales. La buena acogida de público y crítica de su obra La carroza de plomo candent”, en 1976, le proporcionó el Premio Mayte. Entre 1978 y 1979 estrenó Delirio del amor hostil y Los baños de Argel, éstos una adaptación cervantina que le valió el Premio Nacional de Teatro en 1980, año en que también recibió los Premios del Espectador y la Crítica por La señora tártara. En los ochenta destacó como director escénico.

Premio Mariano Cavia (1992), Premios Príncipe de Asturias de las Letras (1992) y Nacional de Teatro (1992), de esta misma década son El baile de los ardientes (1990) o Aquelarre y noche roja de Nosferatu (1993). Dirigió el Manuscrito encontrado en Zaragoza” (2002), Día de Capuchinos (2006) y Tórtolas, crepúsculo...y telón (2010).

Miembro directivo de la SGAE, Nieva fue catedrático de Escenotecnia de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y profesor titular del Instituto de Teatro de Barcelona.

En 2015, ya con 90 años, Nieva cumplió “un sueño de siempre” con la publicación de Teatrillo Furioso.

Reacciones Artistas, académicos, intelectuales y representantes de distintas instituciones políticas y culturales se acercaron ayer hasta el Teatro María Guerrero para despedir al dramaturgo Francisco Nieva, a quien el presidente de la RAE, Darío Villanueva, definió como “un hombre de teatro en el sentido más total del término”

Villanueva le calificó como un “hombre irrepetible” por su capacidad de aunar la tradición y el arraigo con su tierra, La Mancha, con las vanguardias europeas con las que convivió durante su estancia en París. Por su parte el director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero, elevó la categoría del dramaturgo fallecido a la esfera de las “figuras fundamentales” del teatro, más allá de la literatura española. “Fue un mago de la palabra y un mago del teatro a través de la palabra. Cuando llegó a España provocó una conmoción porque nunca hasta entonces habíamos entendido el teatro como una celebración donde la palabra se hacía escenografía, gesto, cuerpo de actor y finalmente fiesta. Fue un hombre de una elocuencia que ha seguido irrigando el teatro hasta nuestros días”.

A su vez, la directora del INAEM, Montserrat Iglesias, recordó a Nieva como un hombre generoso, “una de las figuras fundamentales del teatro”. Por su parte, el presidente de la SGAE, José Miguel Fernández Sastrón, subrayó el carácter insustituible del dramaturgo, a quién recordó también por su vinculación con su entidad como consejero y como “artista total”.

A la capilla ardiente acudieron también amigos y familiares del dramaturgo para despedirse de él ante el féretro instalado sobre el escenario. El cuerpo del artista será trasladado hasta el Tanatorio de La Paz, en Madrid, para ser incinerado.