Vitoria - No necesita ser una guía de viaje, ni un libros ilustrado, ni un atlas convencional, ni... y, sin embargo, reúne entre sus tapas un poco de todos estos apartados. Lo hace con una doble intención tan fácil de expresas como, por lo menos en estos tiempos, tan complicada de conseguir: entretener y aportar conocimiento. Así lo describe en el prólogo Jorge González de Matauco y lo certifica, haciendo suyas las mismas palabras, el editor Jean-François Sauré.

Dentro de la colección Atlas sensible, la firma alavesa acaba de publicar la primera parte de Atlas de islas sin coches, en la que Ander Claver Goicoechea y Janire Nogales se han encargado de la redacción y Laura de la Cruz González y Jorge Calvo de las ilustraciones. En total, entre esta publicación y la que llegará el próximo año, el público podrá recorrer el mundo a través de un centenar de porciones de tierra rodeadas por agua cuyo punto en común es carecer de vehículos sobre el asfalto.

Como describió ayer Jean-François Sauré en la presentación a los medios de la obra -que tuvo lugar en la librería Ayala-, palabra e ilustración se unen para “descubrir muchos lugares de los que el lector no tiene ninguna referencia” pero también para viajar por islas tan explotadas por el turismo que ha llegado un punto en el que este fenómeno se ha convertido en un problema fundamental, como sucede en el caso de Venecia. Sin embargo, la pretensión del editor y de los autores no es la de desparramar gran cantidad de datos e imágenes, sino de componer una lectura “amena” en la que asomarse a cuestiones culturales, medioambientales, sociales... de estos lugares.

En muchos de los casos referidos en esta publicación, las curiosidades se agolpan, descripciones sobre unos ecosistemas a los que muchas veces se da la espalda, sin tener en cuenta la fragilidad de su presente y futuro. Sucede así con las islas, como refiere el editor, que están desapareciendo por mor de los cambios climáticos, sin olvidar esos espacios en los que, como se mencionaba antes, el concepto de la turismofobia se está convirtiendo en algo, por desgracia, común. - DNA