Pamplona - Antonio López regresó la semana pasada a la capital navarra para ofrecer, en el Museo Universidad de Navarra, un curso de pintura junto a su colega y compañero de profesión Juan José Aquerreta, el cual ha supuesto un parón en su actividad cotidiana. Su larga experiencia le ha dado una visión de la vida que ha ido modificándose con el paso del tiempo, tal y como refleja en su pintura. Aún así, afirma que sigue siendo el mismo pintor que aquel que comenzó con tan solo 13 años en Tomelloso, su ciudad natal. Por lo menos, asegura, mantiene la misma pasión. Ahora, con los 80 años ya cumplidos, López considera que todavía tiene más que ofrecer y que seguirá trabajando, porque tanto el público como su ilusión así lo permiten.
Ha vuelto un año más a Pamplona a impartir un taller de pintura, una tierra con la que tiene una relación especial por las numerosas veces que ha acudido y donde tiene amistades muy profundas.
-Siempre se genera una relación especial con aquellos sitios a los que acudes habitualmente, como es el caso de Pamplona. Además de eso, yo tengo aquí a Isabel Baquedano y otros amigos que quiero mucho, como Juan José Aquerreta. Esto, al final, te une mucho a un lugar.
¿Considera necesarios estos parones en su trabajo para dedicarse a otras cosas como la enseñanza?
-Una persona no puede estar pintando todo el tiempo, desde que se levanta hasta que se acuesta. Haces muchas cosas sin darte cuenta que no están relacionadas con la pintura. Pero, en mi caso, todo lo que hago está en relación, incluso estos parones, ya que los dedico a enseñar pintura. Mi vida está ya muy hecha a esa relación, al fin y al cabo, empecé con 13 años a pintar y ahora tengo 80. Aunque lleve tanto tiempo, nunca me he cansado de pintar. Así como hay gente que lo abandona, que se fatiga o que encuentra otra cosa mejor y que le haga más feliz, yo sigo con mucho interés y curiosidad. Está muy viva en mi toda esa voluntad de pintar, igual que lo estaba al comienzo de mi carrera.
Es uno de los artistas mejor considerados a nivel nacional y prueba de ello son la cantidad de solicitudes que obtiene para sus talleres o las visitas que reciben sus exposiciones. ¿Cómo lleva estos halagos hacia su trabajo?
-Se llevan mejor que las negaciones. Las negaciones siempre se llevan mal. Este es un camino duro y difícil, y todo lo que te lo facilite es siempre benéfico. La verdad es que no sé si habrá caminos fáciles en la vida. En el arte, puedes no ser aceptado por los que te rodean o pueden pasar muchas otras cosas negativas, como no vender tus obras y no poder vivir de ello. Pueden pasar y, de hecho, pasan. Entonces, si todo lo que te va alentando es positivo, es algo maravilloso y necesario. Si no, no podríamos recorrer este camino.
A lo largo de una carrera tan amplia como la suya, se habrá enfrentado a todo tipo de circunstancias, buenas y no tan buenas. ¿Cómo se superan las adversidades?
-Haciendo cosas mejores. Así se superan. Si la situación negativa se prolonga mucho no se podría resistir. Yo no he vivido eso, pero hay gente que sí.
La palabra artista, hoy en día, abarca un concepto muy genérico. ¿Qué considera Antonio López que es un artista?
-El artista siempre es una persona que hace muy bien lo que hace. Lo he vivido así desde que era muy joven en mi pueblo. Puede ser un carpintero o cualquier otra persona que tiene muchas facultades para hacer algo de una manera muy afinada, muy buena. Debe de ser así. Si nos ponemos más exigentes, los artistas son músicos o pintores, pero creo que el concepto de artista debe ser más amplio.
Desde la experiencia que le han dado los años, ¿cómo recuerda sus inicios y qué queda ahora de aquel joven pintor que comenzó con el oficio a los 13 años?
-Mis inicios fueron muy buenos. Recuerdo mi traslado a Madrid desde Tomelloso o mi formación en Bellas Artes como algo extraordinario. Me cambió la vida hacia algo positivo, indudablemente. Lo que queda de entonces, soy yo. Soy la misma persona, con muchos más años y mucha experiencia. Hay personas que me acompañaban y que ya no están, mi entorno ha cambiado mucho y a mí mismo también, pero sigo siendo la misma persona. La pintura despierta en mí la misma emoción e interés que el mismo día. Mis gustos sí han cambiado, pero lo que no ha cambiado es lo básico, y es que el mundo de la pintura y del arte me producen mucha emoción y me llena la vida. Por eso no dejo de pintar. Bueno, por eso y porque también es mi oficio. En general, las personas trabajan toda su vida en cosas que no les despiertan mucho interés, pero trabajan para sobrevivir. Yo tengo la fortuna de vivir de algo que lo haría de todas las maneras porque me gusta mucho. Tiene mucho que ver con la vocación.
El mundo del arte está viviendo una efervescencia en cuanto a creaciones y autores. ¿Es necesaria cierta formación para entender este tipo de arte vanguardista o solo se necesita sensibilidad?
-Pienso que las dos cosas. Hay que tener sensibilidad y te tiene que interesar este mundo. Después, tienes que tener experiencia y cultura. Va unido todo. Si te gusta una cosa, te metes de lleno para saber qué es lo que ocurre en ese mundo y en qué consiste. Y si no te interesa, serás siempre un ignorante.
Está en constante contacto con jóvenes artistas a través de sus talleres, los cuales, sin duda, aprenden mucho de un maestro como usted, ¿y Antonio López de sus alumnos?
-Yo aprendo mucho. Es difícil decirlo con palabras. Para mí, no es solo que me guste dar estos talleres. Veo que pasan cosas, veo personas que, aunque tengan menos años que yo y menos recorrido, tienen una actitud hacia el arte que para mí puede ser ejemplar. Y, en ese sentido, siempre siento que aprendo.
¿Cuál es el momento más difícil al que se enfrenta un pintor cuando comienza una nueva obra?
-No hay un momento más difícil que otro. Hablo siempre de una persona que tiene facultades, y si las tiene todo el proceso le va a resultar muy lógico y lo va a afrontar con soltura. Después, esta persona puede tener alegrías o decepciones, pero ha nacido para hacer este trabajo y en ese sentido puede encontrarse con adversidades que puede resolver. La máxima dificultad a la que se puede enfrentar un pintor, y que no depende de él, es la de no ser aceptado. Este es el conflicto mayor, porque puede desorientar muchísimo.
¿Tiene algún tipo de obsesión a la hora de enfrentarse al lienzo?
-La obsesión que tiene el pintor, el taxista, el cocinero o la madre es hacer su trabajo bien. Cada trabajo tendrá sus reglas, sus leyes, pero siempre hay que buscar la manera de hacerlo bien.
Es conocido por su tendencia hacia los últimos retoques, incluso cuando las obras están a punto de colgarse. ¿Da por finalizada en algún momento una creación?
-De vez en cuando, cuando todo ha ido a favor y todo ha contribuido a que el trabajo se pueda realizar de una forma razonable y que sea posible, notas que ya has acabado, que ya no puedes más y que lo debes firmar y entregar. Otras veces, esto no se tiene muy claro y te cuestionas si debes seguir o no. Vas encontrando, por experiencia, la manera de moverte a través de todas estas dudas. Dudas vas a tener siempre, pero cuando es extremada te hace cambiar algo, y otras veces convives con ella, porque es un hecho natural. Todo el mundo se mueve en un terreno de imprecisión. Hay que aprender a vivir en la duda como algo natural.
Decía antes que uno de los aspectos más duros para un artista es enfrentarse a la no aceptación. Entonces, ¿usted pinta para usted o para los demás?
-Creo que una persona pinta porque le gusta. Una vez que queda claro eso, es un trabajo que haces para los demás. Todo el trabajo que hacen los hombres, cualquier trabajo, se hace para los demás. Es un acto de servicio para otra persona, porque tú también estás recibiendo constantemente los beneficios del trabajo de otra persona, entonces tú tienes que hacer lo mismo. Tiene que ser así, porque si no la sociedad no te aceptará ni tú podrías hacer nada. ¿Para qué?
Como espectador, ¿cómo le gusta disfrutar del arte?
-Si me gusta una obra me enfrento de una manera y si no me gusta, me enfrento de otra. Está en relación a lo que despierta en ti, como pasa con un lugar. Si pasas por un lugar y te resulta horroroso te vas y, si no, te quedas. La contemplación de una obra de arte, para las personas que no la han hecho, está en relación a lo que supone para uno mismo.
¿Qué es lo que le queda por ofrecer a Antonio López que no haya ofrecido ya?
-Yo he ido construyendo mi vida en relación a un trabajo, la pintura. El tramo que me quede de vida haré cosas que no haya hecho antes, porque siempre el trabajo es distinto, dependiendo de todos los anhelos y deseos que tenga en ese momento. Esto siempre supone variaciones, al fin y al cabo, ya que tengo la misma sensibilidad y soy la misma persona que al principio, pero los años y el tiempo han generado en mi una serie de experiencias que trascienden a mi trabajo. Lo que seguiré haciendo es pintar, porque puedo y me gusta, y encuentro en los demás un apoyo. Todo está preparado para que yo pueda continuar.
Lugar y fecha de nacimiento. Tomelloso (Ciudad Real), 1936.
Formación. En 1949 se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, coincidiendo allí con diversos artistas, como Enrique Gran, Amalia Avia y Lucio Muñoz, con los que conformó lo que se ha venido a llamar la Escuela madrileña. Permaneció en la academia entre 1950 y 1955. En ese año, viajó becado a Italia, donde conoció de primera mano la pintura italiana del Renacimiento.
Vida y oficio. Tras terminar los estudios, realizó sus primeras exposiciones individuales en Madrid. En 1961 se unió en matrimonio a la también pintora María Moreno, con la que tuvo dos hijas: María, en 1962, y Carmen, en 1965. Desde este último año y hasta 1969 fue profesor encargado de la Cátedra de preparatorio de colorido en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Reconocimientos. En 1983 obtuvo la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes y en 1985, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 1993 fue nombrado miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; en 1998, del Real Patronato del Museo del Prado hasta 2009; y en 2004, miembro de la America Academy of Art and Letters de Nueva York. En 2012, recibió el Premio Príncipe de Viana de la Cultura en el Monasterio de San Salvador de Leyre.
Obra. Antonio López ha sido situado al margen de los sucesivos prototipos estilísticos que han ido generando las vanguardias artísticas del siglo XX, incluso de aquellos que han tenido que ver con el realismo. Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, buscando captar la esencia del objeto cotidiano, de la persona o del paisaje retratado. El dibujo ha tenido una extraordinaria importancia a lo largo de la carrera artística del pintor.